El cazador y el perro
Mustafá, perro viejo, Lebrel en montería ejercitado, Y de antiguas heridas señalado A colmillo y a cuerno su pellejo, Seguía a un jabalí sin esperanza De poderle alcanzar; pero, no obstante, Aguzándole su amo a cada instante, A duras penas Mustafá le alcanza. El cerdoso valiente No escuchaba recados a la oreja; Y así, su resistencia no le deja Cebar al Perro su cansado diente; Con airado colmillo le rechaza, Y bufando se marcha victorioso. El cazador, furioso, Reniega del Lebrel y de su raza. «Viejo estoy, le responde, ya lo veo; Mas di: ¿sin Mustafá cuándo tuvieras Las pieles y cabezas de las fieras En tu casa, de abrigo y de trofeo? Miras a lo que soy, no a lo que he sido. ¡Oh suerte desgraciada! Presente tienes mi vejez cansada, Y mis robustos años en olvido. Mas ¿para qué me mato, Si no he de conseguir cosa ninguna? Es ladrar a la luna El alegar servicios al ingrato»