El canto de la esposa
LA ESPOSA Ven a tu huerto, Amado; que el árbol con su fruto te convida, y el céfiro callado espera tu venida: tú al céfiro y al huerto das la vida. La aurora nacarada desdeña esquiva la purpúrea rosa, a la tierra inclinada: la abeja silenciosa ni en torno gira, ni en la flor se posa. Ni a su consorte halaga el ruiseñor, sin ti cantando amores; ni mariposa vaga entre las gayas flores, desplegando sus alas de colores. Ven a tu huerto, Esposo; ven a gustar las sazonadas pomas en mi seno amoroso; ven, que si tú no asomas, sin ti mi seno es huerto sin aromas. Ven, que por ese prado el sol ardiente tus mejillas tuesta: aquí el roble copado blanda sombra nos presta, y en mi regazo pasarás la siesta. Yo duermo en mi morada; mas del Esposo, el corazón velando, espera la llegada. Ya oí su acento blando; el Esposo a mi puerta está llamando. EL ESPOSO Abre, Esposa querida; no te detengas, no, consuelo mío; ábreme por tu vida; que yerto estoy de frío, mis cabellos cubiertos de rocío. LA ESPOSA ¡Ay que el desnudo pecho temo al aire sacar, Esposo amado, de mi caliente lecho! ¡Ay que el pie delicado temo llegar al pavimento helado! Sus dedos el Esposo entró por los resquicios de la puerta: a su tacto amoroso mi corazón despierta, y toda tiemblo avergonzada, incierta. Alceme presurosa para abrir al Esposo que esperaba, y mirra muy preciosa mi mano destilaba, que corrió por los gonces de la aldaba. Mas el Esposo amado no me esperaba, ¡ay triste!, y era ido celoso y despechado. Mi acento dolorido llámale, y no responde a mi gemido. Los guardas me encontraron que la ciudad custodian, y me hirieron, y el manto me quitaron, como sola me vieron, y ramerilla pobre me creyeron. Doncellas de Judea, si por dicha encontráis mi fugitivo, decidle que no sea con su adorada esquivo, que ya morada y lecho le apercibo. ¿Conocéis por ventura, castas doncellas, a mi Esposo ausente? Gallarda es su figura como el cedro eminente, y bruñido marfil su tersa frente. Conoceréis quién sea, si al verle os encendéis con fuego vivo. Doncellas de Judea, traedme al fugitivo; que amor y esposa y lecho le apercibo.
1825