El avariento
De la diestra de Jove altitonante sufrió el mundo la cólera inclemente; Neptuno agitó el mar con su tridente, y a la tierra asustó el noto arrogante: de horror entristeciose el navegante, y en su choza el pastor la lluvia siente; pero Iris con sus franjas refulgentes el consuelo y la paz trajo al instante: Llenose de verdor toda la tierra, el mar mostró su furia más sumisa, trinan las aves, saltan por la sierra los corderos, y todo ostenta risa; y solo queda el avariento en guerra cansado del tesoro que revisa.