El amor y la locura
Habiendo la Locura Con el Amor reñido, Dejó ciego de un golpe Al miserable niño. Venganza pide al cielo Venus, mas ¡con qué gritos! Era madre y esposa: Con esto queda dicho. Queréllase a los dioses, Presentando a su hijo: «¿De qué sirven las flechas, De qué el arco a Cupido, Faltándole la vista Para asestar sus tiros? Quítensele las alas Y aquel ardiente cirio, Si a su luz ser no pueden Sus vuelos dirigidos.» Atendiendo a que el ciego Siguiese su ejercicio, Y a que la delincuente Tuviese su castigo, Júpiter, presidente De la asamblea, dijo: «Ordeno a la Locura, Desde este instante mismo, Que eternamente sea De Amor el lazarillo.»