El aceite de la lámpara

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


El aceite de la lámpara.

Entró un caballero á hacer oración á una imagen milagrosa.

Era tuerto, y del otro ojo no veia mucho.

Untóselos ambos con el aceite de la lámpara, y como el líquido debia estar muy caliente, ó no muy puro, principió á dolerle el ojo bueno, de suerte que no veia con ninguno.

En esta situación el terror se apoderó de su alma y oprimió su corazón como si lo sujetaran con garfios de hierro.

— ¡Dios mió! era tuerto, dijo, y me he quedado ciego.

Después se postró ante la imagen de la virgen, diciendo:

— ¡Señora! ¡Señora! ¡ compasión! cuando menos el que traje. Ya no pido milagro, pido solamente el ojo que tenia.