​El Toreador​
Entremés de Pedro Calderón de la Barca

El Toreador

Personas

El Toreador

Pedro Calderón de la Barca

 


JUAN RANA.
BERNARDA.
UN CABALLERO.


MÚSICOS.
Dos CRIADOS.


Dos MUJERES.
Dos LACAYUELOS.

(Sale JUAN RANA vestido de caballero ridículo muy triste, dos CRIADOS, dándole de vestir, y MÚSICOS cantando.)
MÚSICA:

De los desdenes de Gila
¡qué enfermo que anda Pascual!
¿Cómo ha de sanar si es ella
la cura y la enfermedad?

JUAN RANA:

¡Ay amor, ay deseos, ay cuidado!
¿Qué queréis de un varón enamorado?
¡Ay que bochorno el alma me penetra!
No cantéis más y proseguid la letra.

MÚSICA:

Gila es su muerte y su vida
y no se la quieren dar:
desdichado del que vive
por ajena voluntad.

JUAN RANA:

¡Ay, que rabio de amor otra vez digo:
llamadme un confesor, Dios sea conmigo!

CRIADO 1º:

Señor...

JUAN RANA:

En un varón es indecencia
tener dañada un punto la conciencia.

CRIADO 2º:

¿Queréis que canten más?

JUAN RANA:

¡Ira inhumana!
Los músicos echad por la ventana,
que cuando un gran señor está llorando
no han de estar cuatro pícaros cantando.
Dejadme solo.

LOS DOS:

Ya te obedecemos.
(Vanse todos.)

JUAN RANA:

¡Ay cuidado, ay amor! Mucho tenemos
que consultar los dos. Espera, aguarda.
¡Ay ingrata y cruel doña Bernarda!
¡Oh, nunca dueño ingrato,
viera en las covachuelas tu retrato!
¡Ay, Dios mío de mi alma, que me muero
totalmente de amor!
(Llora.)
(Sale un CRIADO.)

CRIADO 1º:

[...] Un caballero
te quiere hablar y está gran prisa dando.

JUAN RANA:

Decid que aguarde, que me estoy quejando.

CRIADO 1º:

Él sale, detenerle ha sido en vano.

JUAN RANA:

¡Que aún suspirar no dejen a un cristiano!

(Sale uno vestido de CABALLERO ridículo y estale mirando un rato.)
CABALLERO:

Primo del alma mía,
abrazadme esta vez en cortesía,
y agradecedme [...] haberos conocido.
¡Jesús, primillo, lo que habéis crecido!
Yo me acuerdo de veros tamañito,
vestido a lo alemán de frailecito.

JUAN RANA:

Primo, no caigo en vos.

CABALLERO:

¿Se os ha olvidado?
¡Abrazadme otra vez muy apretado!

(Abrázale.)
JUAN RANA:

Hombre, si eres mi primo como dices,
los primos no remachan las narices.

CABALLERO:

¡Cómo si sois mi primo! ¿Hay tal enredo?
Por línea recta vuestra casa heredo,
y si acaso morís abintestato
yo soy el sucesor más inmediato.
¿Tenéis hijos, primillo, para verlos?

JUAN RANA:

Ando tratando agora de tenerlos.
[...] En fin, ¿vos me heredáis?

CABALLERO:

Eso está llano.

JUAN RANA:

Digo que sois mi primo, y aun mi hermano.

CABALLERO:

Primo...

JUAN RANA:

¿Qué me queréis? (¡pasiones fieras!)
(Aparte.)

CABALLERO:

Vuestra mala color, vuestras ojeras
me dan noticias de que andáis inquieto.

JUAN RANA:

Estoy enamorado de secreto.

CABALLERO:

¿Con aquesa pasión vuestro amor lucha?
¿Enamorado vos?

JUAN RANA:

¿Es cosa mucha?

CABALLERO:

Demos cuatro paseos,
y decidme, por Dios vuestros deseos,
que de veros tan flaco me lastimo.
Pasa adelante.

JUAN RANA:

[...] Como digo, primo,
yo quiero bien a una mujer tan bella
que no me falta más que conocella.

CABALLERO:

¿Sin verlas hay quien quiera a las mujeres?

JUAN RANA:

Señor mío, este amor fue por poderes.

CABALLERO:

¿Y ella es hermosa?

JUAN RANA:

¡Ay, primo, es muy perfecta!

CABALLERO:

¿Y habeisla escrito?

JUAN RANA:

Sí, por la estafeta.

CABALLERO:

¿Y es rica?

JUAN RANA:

Tiene muebles y raíces.
(¿Qué me queréis, memorias infelices?)
(Aparte.)
¡Ay, primo, que me abraso! ¡Yo estoy loco!

CABALLERO:

[...] ¿Qué queréis?

JUAN RANA:

Llorar un poco.

CABALLERO:

Que son congojas, Dios os las reciba.

JUAN RANA:

Son flatos que el amor me sube arriba.

CABALLERO:

¿Un hombre de ese talle tiene enojos?

JUAN RANA:

¿Lloro yo con el talle o con los ojos?
Ahora, primo, los primos concernientes
diz que están en un tris de ser parientes.
Yo estoy enamorado que es un juicio,
no es mucho en un señor tener un vicio;
[...] aquella hermosa fiera
en una reja dice que me espera,
y habéis de acompañarme aquesta noche.

CABALLERO:

Digo que iré con vos; pongan el coche.

JUAN RANA:

¿El coche?

CABALLERO:

Sí, ¿en aqueso qué se pierde?

JUAN RANA:

No es posible.

CABALLERO:

¿Por qué?

JUAN RANA:

[...] Le tengo en verde.
¿Para qué es toda aquesa carambola?
Primo, vamos aprisa.

CABALLERO:

Vamos.

JUAN RANA:

¡Hola!
recado de rondar de la armería,
Don julio.

(Sale un CRIADO con un estoque largo y un broquel, el mayor que se pueda.)
CRIADO 2º:

Ya le tiene aquí vusía.
¿Dónde pondré el broquel?

JUAN RANA:

Siempre os lo acuerdo,
ponédmelo delante, al lado izquierdo

CABALLERO:

Ea, primo, ya estamos en la calle.

JUAN RANA:

Primillo.

CABALLERO:

¿Qué decís?

JUAN RANA:

¿Es alto el talle?

CABALLERO:

Digo que sois jarifo de estatura.

JUAN RANA:

Eso, quiébrome yo por la cintura.

CABALLERO:

¿Está la casa muy lejos?

JUAN RANA:

Ya hemos llegado al balcón.
(BERNARDA a la reja.)

BERNARDA:

Cé [...], ¿es Don Cosme Rana?

JUAN RANA:

Malo,
¡por Dios que me conoció!
¿Hay lance más apretado?

BERNARDA:

Don Cosme, mi bien...

JUAN RANA:

¡Ay Dios
que me requiebra! Yo llego
aunque aventure el honor.
¿Sois doña Bernarda entera?

BERNARDA:

¿Y vos sois don Cosme?

JUAN RANA:

Soy.
Llegad, primillo, más cerca,
reparad con atención
la perspectiva, el modelo
del rostro que Dios la dio.

BERNARDA:

Yo estoy de prisa don Cosme:
no ignora vuestro valor
[...] que hay toros mañana.

JUAN RANA:

Sí,
que os he alquilado un balcón.

BERNARDA:

Lo que habéis de hacer por mí,
si es que os obliga mi amor
es torear en mi nombre.

JUAN RANA:

No es posible.

BERNARDA:

¿Cómo no?

JUAN RANA:

Porque me halló con mal pulso
esta mañana el Doctor.

BERNARDA:

Pues don Cosme ¡vive el Cielo!
que esta es ya resolución:
o torear o perderme,
miraldo más bien, y adiós.
(Vase.)

CABALLERO:

Cierto que habéis andado muy grosero.

JUAN RANA:

No pude más, a fe de caballero.

CABALLERO:

Para no torear ¿qué os embaraza?

JUAN RANA:

Primo, yo no me siento hombre de plaza.

CABALLERO:

Ya es ésta en vos obligación precisa.

JUAN RANA:

Rabiando estáis por heredarme aprisa.

CABALLERO:

Pesado sois, por Dios, sin ser de plomo.

JUAN RANA:

Digo que torearé, mas no sé cómo.

CABALLERO:

Lo primero, con garbo y con denuedo,
es entrar por la puerta de Toledo,
irse al balcón del Rey con gallardía,
[...] hacerle una profunda cortesía,
luego a las damas otras muy perfetas.

JUAN RANA:

Esas son cortesías con corvetas.

CABALLERO:

Terciar la capa con gentil decoro,
empuñar el rejón, salir el toro,
aguardarle cubierto,
darle en la nuca y ¡zas! dejarle muerto.
Que aquesto hecho con modo y sin recelos
parecerá, don Cosme, de los cielos.

JUAN RANA:

Y si el toro se tarda descuidado,
¿es cosa de enviarle yo un recado?

CABALLERO:

¿Tenéis caballos?

JUAN RANA:

Eso me desvela,
no tengo más que el cisne, el valenzuela,
y un rucio del que vivo satisfecho.

CABALLERO:

En él haréis la entrada.

JUAN RANA:

No está hecho,
mas es bestia de lindos desengaños.

CABALLERO:

¿Qué edad?

JUAN RANA:

Cumplió estas hierbas cuarenta años.

CABALLERO:

Vamos (hoy llevará el menguado carda.)
(Aparte.)

JUAN RANA:

¡Ah, lo que puede en mí doña Bernarda!
(Vanse y salen BERNARDA y dos MUJERES.)

BERNARDA:

Amigas, no lo creo, aunque llegamos,
¡gracias a Dios que en el balcón estamos!

MUJER 1ª:

Día de juicio es toros en la villa.

BERNARDA:

¡Jesús, y qué penosa escalerilla!

MUJER 2ª:

Yo vengo muerta a puros empellones.

BERNARDA:

Yo de subir trescientos escalones.
Amigas, aún me dura el sobresalto.
¡Jesús, no más balcón en cuarto alto!
aunque de haberle hallado estoy ufana
porque, como sabéis, don Cosme Rana
torea, y en aquestas ocasiones
valen cuatro doblados los balcones.
Los mantos os quitad, que os embarazan.

MUJER 1ª:

¡Qué hermosa está la plaza!
Sentémonos.

BERNARDA:

¿Oyes? A muy buen tiempo hemos llegado.

MUJER 2ª:

¿Por qué?

BERNARDA:

Porque ya el Rey está sentado.

MUJER 1ª:

Ya la guardia despeja. ¡Qué bizarros!

BERNARDA:

El gusto, amigas, es ver regar los carros.
(Dentro, voces.)
¡Vítor, don Cosme!

BERNARDA:

Él sale, verlo es vicio.
Amigas, hoy será día de juicio.

(Sale COSME, con sombrero de plumas, capa corta y borceguíes y acicates largos, en un caballo de caña y dos lacayuelos delante con rejones y su primo.)
JUAN RANA:

Primo...

CABALLERO:

Bizarro vais.

JUAN RANA:

Con gran cuidado
tenedme un confesor asalariado,
que a cada suerte, confesarme quiero.

CABALLERO:

Pues ¿eso ha de decir un caballero?

JUAN RANA:

Puede darme, mirando mi conciencia,
que me suba a un tablado en penitencia.

CABALLERO:

¿Y la honra, el honor? ¿Eso os escucho?

JUAN RANA:

Bien decís: el honor me aprieta mucho.

CABALLERO:

En aqueste tablado estoy, amigo.
(Se retira.)

JUAN RANA:

Ello ha de ser, pues Dios vaya conmigo.
(Bájase del tablado y vase por el salón adonde está el Rey.)

BERNARDA:

Hacia el Rey va llegando, verle es vicio.

JUAN RANA:

Señor, yo soy un toreador novicio,
(Al Rey.)
por la Pasión de Dios, que se dé traza
para que me despejen de la plaza.
Vos, Señora, rogádselo en secreto,
(A la Reina.)
porque al presente estoy en grande aprieto.
¿Calláis? Pues me remito
a dalle un memorial al Principito.
(Al Príncipe.)
¿No me oye su merced? Pues mudo intento,
que tanta majestad me infunde aliento.
Ea, reinas, levántense vusías,
y a tal señor, señoras cortesías.

BERNARDA:

¿Y vos sois don Cosme?

JUAN RANA:

Soy.
Llegad, primillo, más cerca,
reparad con atención
la perspectiva, el modelo
del rostro que Dios la dio.

BERNARDA:

Yo estoy de prisa don Cosme:
no ignora vuestro valor
[...] que hay toros mañana.

JUAN RANA:

Sí,
que os he alquilado un balcón.

BERNARDA:

Lo que habéis de hacer por mí,
si es que os obliga mi amor
es torear en mi nombre.

JUAN RANA:

No es posible.

BERNARDA:

¿Cómo no?

JUAN RANA:

Porque me halló con mal pulso
esta mañana el Doctor.

BERNARDA:

Pues don Cosme ¡vive el Cielo!
que esta es ya resolución:
o torear o perderme,
miraldo más bien, y adiós.
(Vase.)

CABALLERO:

Cierto que habéis andado muy grosero.

JUAN RANA:

No pude más, a fe de caballero.

CABALLERO:

Para no torear ¿qué os embaraza?

JUAN RANA:

Primo, yo no me siento hombre de plaza.

CABALLERO:

Ya es ésta en vos obligación precisa.

JUAN RANA:

Rabiando estáis por heredarme aprisa.

CABALLERO:

Pesado sois, por Dios, sin ser de plomo.

JUAN RANA:

Digo que torearé, mas no sé cómo.

CABALLERO:

Lo primero, con garbo y con denuedo,
es entrar por la puerta de Toledo,
irse al balcón del Rey con gallardía,
[...] hacerle una profunda cortesía,
luego a las damas otras muy perfetas.

JUAN RANA:

Esas son cortesías con corvetas.

(Hace sus cortesías a los Reyes, y luego a las damas, y se sube en el tablado, y hace la cortesía a BERNARDA y ella se pone en pie y le hace la cortesía.)
BERNARDA:

Hacia el toril se va con gran reposo.

MUJER 1ª:

¡Bravo toro ha salido!

(Sale el toro y se encara.)
MUJER 2ª:

¡Qué furioso!

CABALLERO:

Dios te libre el rigor de sus castigos.

JUAN RANA:

Torillo, tente acá, seamos amigos.
¿No me conoces, di? Ten miramiento,
que soy un toreador de cumplimiento.

CABALLERO:

Acometelde.

JUAN RANA:

No me cae en gracia.
(Acomete el toro y él echa a rodar.)

BERNARDA:

Echole del caballo ¡qué desgracia!

CABALLERO:

Por un lado os mató, yo soy testigo.

JUAN RANA:

Debe de ser verdad. Muerto soy, digo.
¡Confesión a un vizconde malogrado,
aprisa porque estoy descomulgado!

BERNARDA:

Don Cosme, yo os haré al momento sano
si conmigo os casáis.

JUAN RANA:

Esta es mi mano,
vuestro marido soy, por tal me entrego.

BERNARDA:

Pues levantaos, que aquese ha sido juego.

MUJER 1ª:

Pues aquí estamos tus amigas todas,
justo será bailar en estas bodas.
(Canta.)
Con Juan Rana Bernarda
viva mil años,
porque son para en uno
los desposados.

BERNARDA:

Los rejones que saca,
señor don Cosme,
pocos son, pero quiebran
los corazones.

JUAN RANA:

Yo prometo pues tengo
tan buen principio,
torear a los años
del Principico.