El Tempe Argentino: 43
A un ombú
editarEres la verde guirnalda
De la cabaña pajiza
Que va marchando de prisa
Con el pasado en la espalda
Y a tu frente el porvenir.
Donde huye la turba errante
Y clava el hombre su planta,
Tu cabeza se levanta
Cual la de inmenso gigante
Que está diciendo: Hasta aquí.
Tú señalas las barreras
Que dividen al desierto,
Y oyes el vago concierto
Que alzan las auras ligeras
De la pampa en el umbral.
Eres lo último que muere
De la morada del hombre,
Y aunque en tu tronco no hay nombre,
Estás diciendo al viajero,
Que allí descansó un mortal.
Mas ¿qué miras? ¿La campaña
Que a lo lejos se dilata,
El arroyuelo del plata,
El cielo que nada empaña,
O el inmenso pajonal?
No, tú miras a lo lejos,
Al transponer aquel monte
En el lejano horizonte,
Como en mágicos espejos
Lo que es y lo que será.
Miras la Pampa argentina
De ciudades matizada,
Y por mil naves surcada
La laguna cristalina
Que hoy cubre verde juncal;
Miras la pobre cabaña
Que en palacio se transforma,
Y que al tomar nueva forma
Una nueva luz la baña
Con resplandor sin igual.
Miras al indio tostado
Que lanzando un alarido,
Va huyendo despavorido
Por el llano dilatado
En pavoroso tropel;
Y tras él el tigre fiero
Que abandona su dominio,
Hoy, teatro del exterminio.
Que ocupa un pueblo altanero
Y que transforma en verjel.
No pases más adelante,
Que más lejos, abatido,
Marchito y descolorido,
Verás al ombú gigante,
Hoy de la pradera rey,
Y en su lugar la corona
Verás alzarse del pino,
Que unido al hierro y al lino,
Sirve al hombre en toda zona
Para dar al mundo ley.
Ese destino te espera,
Árbol cuya vista asombra,
Que al caminante das sombra
Sin dar al rancho madera,
Ni al fuego una astila dar:
Recorrerás el desierto,
Cual mensajero de vida,
Y, tu misión concluída,
Caerás cual cadáver yerto
Bajo el pino secular.
(Bartolomé Mitre, Rimas.)