EL SOL


A José T. Edeso.


M

adreselvas ¡tornaos más espesas!

voy a enviar mis calores; es preciso
que maduren las guindas y las fresas
y de flores se cubra el paraíso.

Soy la capa de los menesterosos;
ellos son los que a1 verme se contentan.
También viejos y enfermos ven gozosos
que los días se alargan y calientan.

El chacarero mi calor desea
y sufre por mi ausencia muchas veces;
que su labor recompensada sea:
voy a dar al trigal doradas mieses.

En invierno deshice las heladas,
en setiembre troqué en frutos las flores,
y ahora, las espigas codiciadas
esperan sazonar con mis calores.

Sin mí, para ti, Tierra, eterna fuera
la noche; ni la Luna alumbraría...
Y hay en ti quien a Dios negar quisiera...
¡a Dios que con mi luz te manda el día!

Las aves de armonía hacen derroche
bendiciendo al Autor de lo creado,
cuando alejo las sombras de la noche,
¡y almas hay que de Dios se han olvidado!

Voy a enviar mis calores, es preciso.
Será cálido el día y será largo;
daré flores y fronda al paraíso
y al reptil sacaré de su letargo.

El ave en su lenguaje de armonía
y la flor con su aroma y sus matices
a Dios bendicen porque traigo el día.
Rey de la Creación: y tú?... ¿Qué dices?