El Naturalista Argentino/Sobre el Podager Nacunda
Sobre el Podager Nacunda Vieill.
Este Caprimúlgide [1] es bastante comun en el Baradero. Nunca lo he visto en el interior del partido, pero en cambio le he observado con frecuencia en los alrededores del pueblo y en el vecino delta.
Apesar de su abundancia, es poco conocido, cuyo hecho facilmente se esplica por la naturaleza de sus costumbres.
No tiene nombre vulgar, ó por lo menos no lo he oído nombrar jamás. Sin embargo, me han dicho que en las cercanías de Buenos Aires, donde tambien se encuentra, lo llaman Dormilon, lo cual indudablemente proviene de que durante la mayor parte del dia permanece posado en tierra é inmóvil, cual si descansara de sus nocturnas cacerías.
Su sinonimia científica es la siguiente: Caprimulgus campestris (Licht.), Capr. diurnus (Pr. M. zu N-W.)
El ilustre naturalista, viagero é historiador español D. Félix de Azara fué quien, por vez primera, describió esta ave, dando á conocer, al mismo tiempo, algunas observaciones sobre sus costumbres.[2]
Este autor no lo vió sino en el Paraguay, así como a todos los Caprimúlgides (ó Ibiyaús, como él los llama) que describió; pero mas tarde se ha constatado, por medio de las respectivas observaciones de los viajeros naturalistas, que su área de dispersion es muy extensa, pues habita casi toda la América Meridional.
Reasumiendo lo que se ha dicho sobre los hábitos de esta especie, tenemos que es notable por su instinto sociable y por cazar mas temprano que los otros Caprimúlgides; que prefiere los sitios medianamente descubiertos y donde hay breñas; que sus movimientos, cuando se inquieta, se asemejan a los de los pequeños Estrígidos (Lechuzas), que vuela de una manera análoga á la de los Hirundínides (Golondrinas), mas nó con tanta velocidad; que es el Caprimúlgide «que mas temprano ó con mas luz sale á pillar insectos»; que «los caza á bastante altura del suelo sin posarse en los caminos, ni en otra parte, porque en empezando su cacería no la deja» [3]; que, si se levanta de tierra, se posa en seguida á pocos pasos; que no se detiene sobre los árboles; que al aproximarse los frios emigra como las golondrinas y como ellas tambien se reune en bandadas para emprender el viaje; y que deposita sus huevos en el suelo, sin cuidarse de construir un nido.
Mis observaciones no hacen sino confirmar en gran parte las de los naturalistas que se han ocupado del Ñacundá (Persona de boca grande), como le llaman los Guaranís.
En efecto, abunda aquí en los terrenos de labrantío, los cuales, por lo regular, no están desnudos de vegetacion, sino que, por el contrario, crecen en ellos muchas plantas que todo lo invaden, siendo por esto un aborrecido enemigo del agricultor; las altas colinas que bordean el valle del Paraná están muy cerca de los mencionados terrenos; al apercibirse de la aproximacion del hombre alza la cabeza y luego se agacha, como procurando confundirse con el suelo, esperando el momento oportuno para desplegar las alas, lo cual, si no es exactamente igual á lo que los Estrígidos hacen en idéntica ocasion, es por lo menos bastante parecido; caza cuando el sol permanece todavía sobre el horizonte; se eleva a cierta altura; no se aleja mucho del punto de donde vuela: y nunca lo he visto en los bosques espesos ni posarse en los árboles.
No obstante, me parece que, contra lo que dice Azara y conforme con lo que el principe Maximiliano de Wied afirma, reposan á intervalos cuando persiguen en el aire á los insectos de que se alimentan.
Su vuelo, aunque análogo al de los Hirundínidos, no es ni con mucho tan fácil, gracioso y rápido. Las alas se mueven tan aprisa como las del «Terutero» (Vanellus cayennensis Cuv.) y acompasadamente, y el ave cambia de direccion por medio de un movimiento brusco, cuando avista su presa.
Yo no he oído el grito plañidero con que, segun algunos autores, turba el Ñacundá el tranquilo sueño de la noche, ni he notado que interrumpa el silencio que habitualmente guarda, al dar caza á sus víctimas.
No bien se ha ocultado el astro del dia, á la hora melancolica en que las sombras luchan con la luz y en que el reposo reemplaza al movimiento, cuando reina esa penumbra vaga que comunica tintes y formas fantásticas á los objetos, muchos seres abandonan la guarida que durante el dia les ocultara para ir en busca de su alimento ó para entregarse á las delicias del amor.
Entre esos seres, hijos del silencio y del misterio, se cuentan las aves nocturnas, cuyos movimientos suaves y que no producen ruido, cual si temieran turbar la poética calma en que yace la naturaleza entera, y cuya voz, de ordinario áspera y monótona, enjendra mil idéas extrañas en el cerebro del vulgo.
El Ñacundà es una de esas aves.
El grupo á que pertenece es, a los Hirundínidos, lo que los Estrígidos á los otros rapaces, lo que el singular Strigops habroptilus á los Psitácidos (Loros.) etc.
La mayoría de los Caprimúlgides permanecen ocultos cuando el sol no se ha puesto aún, y aguardan la hora del crepúsculo, o aquella en que reinan las mas profundas tinieblas ó en que la luna lanza sus rayos de azulada luz, para emprender sus correrías en busca de insectos, nocturnos tambien como ellos.
El Ñacundá constituye una excepcion bien curiosa, pues suele volar y cazar mucho antes de que el sol se oculte.
El 19 de Marzo, como a las cinco de la tarde, ví un gran número de individuos de esta especie que perseguían activamente a los Formícidos [Hormigas] alados, que en grandes nubes revoloteaban en los aires.
Había llovido el dia anterior, la atmósfera permanecía aún cargada de vapores, y el calor era bastante considerable. Los mencionados Himenópteros abundaban por esta razon, y poblaban los aires otros insectos; de manera que los Ñacundás contaban con alimento sobrado para llenar su insaciable estómago. Hubiérase pensado, al ver tantos reunidos, que no habia quedado ninguno sin acudir al lugar del festin, el cual ocupaba un espacio de varias cuadras cuadradas.
La talla de estas aves, la manera de volar, y hasta la distribucion general de los colores podría hacerlos confundir, á primera vista, con «Teruteros» (Vanellus cayennensis Cuv.) mas un ligero exámen basta para distinguirlas cuando vuelan, y es imposible equivocarse si se las ve en tierra.
Durante las noches de luna véselas revolotear un momento con mayor velocidad que durante el dia. Entónces su vuelo es sumamente rápido y sus movimientos muy violentos. Es probable que esta diferencia reconozca por orígen la que hay entre la marcha lenta de una columna de Formícidos y los zigzags velocísimos de los Lepidópteros nocturnos, que deben formar su presa durante la noche. Detienense de cuando en cuando en los sitios desnudos, para proseguir luego su cacería, y al abandonar el suelo lanzan un grito breve y monosilábico.
Coinciden perfectamente estas observaciones con lo que refiere el príncipe de Neu-Wied, el cual dice que, durante el mes de Febrero, vió en Bahía [Brasil], á la hora en que el calor era mas intenso, muchos Ñacundás que revoloteaban en torno del ganado y se posaban frecuentemente en tierra. Justifican al propio tiempo el nombre específico [diurnus] que este célebre ornitólogo dió á este pájaro.
En cuanto á su reproduccion no poséo ningun detalle. El único que haya descrito el huevo del Podager Ñacundá es el Dr. Burmeister. Dice este eminente naturalista que es de forma oval alargada con muchas líneas apizarradas.
En la obra de Azara [Apuntamientos para la historia natural de los páxaros del Paraguay y Rio de la Plata] no se encuentra otra cosa sobre su reproduccion que la siguiente frase: "Dicen que cria dos pollos sin nido en el suelo."
Es este, pues, un punto oscuro que hay que hacer desaparecer.
Curioso sería tambien saber si, en este partido, está confinado en los alrededores del pueblo, ó si tambien se le encuentra lejos de él y de la costa, pues, segun Burmeister, en el Brasil habita cerca de las poblaciones.
El Podager Ñacundá, como casi todos los Fisirostros es exclusivamente insectívoro y, por consiguiente, un protector inconsciente de la industria humana. Lo es tanto mas cuanto que, como resulta de lo que hemos expuesto en estos ligeros apuntes, se alimenta de Formícidos y de Lepidópteros Calinópteros (Mariposas de noche.)
Ignoro si aquí es estacionario, ó si huye de los rigores del invierno para ir en busca de una temperatura mas elevada, que, naturalmente le proporcionará mayor cantidad de alimento.
- Baradero, Marzo 20 de 1877.
("La Ley" de Buenos Aires, núm. 1.)
- ↑ El grupo de los Caprimúlgides corresponde al género Caprimulgus de Linné. Distínguese de los Hirundinices ó Golondrinas, con los cuales tiene mucha afinidad, por su pico mas hendido aún, sus grandes ojos, su dedo externo de cuatro falanges, sus colores nebulosos, y sus costumbres nocturnas.
- ↑ Azara "Apuntamientos etc.", II, pág. 544, núm. 312
- ↑ Azara, l. cit.