El Judas Tragico en la Union

EL JUDAS TRAGICO

Primera parte: Exposición del Dr. Luis Bonavita ( Mr. Ferdinand Pontac)

Acto Primero

A quien por vez primera oí hablar del hecho extraño, fue al general Visillac, casado con una hermana de mi padre y fanático por todo cuanto tuviere sabor añejo.

Acercábase al siglo guardando intacta la memoria visual, y así fue como un día de 1936, cuando aún yo no había comenzado a atesorar pequeñas y grandes cosas de mi Restauración, Visillac, que pasó en ella su infancia mientras su padre estuvo al frente de la comisaría local, me llevó a recorrer los viejos lugares, reconocibles o perdidos, gozándose en evocar los que surgían de entre la niebla de sus recuerdos. Hechos y hombres pasaron en tropel, dejándome un sentimiento indefinible, que habría de fijar para siempre mi vocación histórica.

Estiraba la mano hasta tocar los muros. Mimaba los cercos de Fontgibell, ladrillo, tuna y piedras que para él cantaban. Desfiló cuanto existía entonces; la plaza con sólo un ombú en el rincón norteño, frente a la arcada de los fondos de Marexiano, por donde se colaba en las noches Retentén para dormir vestido sobre una pila de cueros; el circo Olímpico, donde el inglés don Pablo repetía incansablemente su pantomima de “los dos toneleros burlados y el ladrón sutil”; el frontón en que, zaguero sin izquierda, maravillaba el vasco Ereño con la sotana recogida hasta la cintura; la mesa del “Café de los Federales” donde conoció a Lavalleja. Y un muro, al que el muchacho Visillac no quiso acercarse más cuando supo que la manea que colgaba de un clavo en esa pared de pesadilla estaba forrada con piel de hombre…

Escudriñó un instante la calle Plata, y dijo:

“Creo que antes se le llamó “callecita de la luna”.

Luego, recostándose apenas contra el buzón de la esquina para examinar fijamente la arquitectura colonial frente a la cual nos habíamos detenido, me dijo midiendo las palabras, mientras se apretaba las sienes con sus dedos largos y amarillentos, como si esperara retener así el recuerdo que pugnaba por escaparse:

-“Frente a esta pared vi fusilar un judas”

No sospechó nunca el general el significado de ese castigo extraño cumplido en acto público.

El pueblo y la soldadesca estaban apeñuscados en torno al patíbulo, mientras disipábase el humo de la descarga y prorrumpía el populacho en broncos gritos cuyos ecos fueron a perderse en la tahona de Sico y los molinos de Pelayo.

De esos alaridos uno solo guardaba el fiel oído:

-“¡Mueran los salvajes unitarios!”…

Ignorando entonces el pasado de mi pueblo, no sospeché yo tampoco el origen de ese odio volcándose en la efigie. Sólo atiné a preguntar:

“¿Qué edad tendría entonces, tío Pepe?

Y él contestó:

-“Ocho años.”

Y no se habló más, ese día.

Por la noche tuve la sensación de haber asistido al rojo alumbramiento de la Restauración, en la que no nací pero bien saben los míos que es el lugar donde desearía terminar mi jornada.

Cuando los Gracos hablaban al pueblo se hacían acompañar por un tocador de flauta, deliciosa y oculta. A ésta yo la siento aún, endulzando las palabras de Visillac, que me rodean todavía. La oigo cantar, sobre sus labios ya sellados.

En marzo de 1848- ocho años iba a cumplir entonces el muchacho memorioso que nació en la Aguada el día de San Pedro –apareció este suelto en “El Comercio del Plata”:

“Con un sentimiento fácil de comprender, pero sin dolor ninguno, tenemos que anunciar a los lectores nuestra propia muerte, e invitarlos a nuestros funerales que deben tener lugar en la costa del Miguelete, si es que el señor Presidente de aquellas chacras lo permite. El día 7 del corriente fuimos solemnemente fusilados en la calle de la Restauración, habiendo aprobado don Manuel Oribe la sentencia, según hemos tenido noticia cierta. Nuestros lectores tendrán de hoy en adelante, que prestar a cuanto les digamos, más atención, pues nuestra voz vendrá de otro mundo, y la voz del otro mundo es siempre voz de verdad”.

Escribió estas líneas el doctor Florencio Varela, cuando le restaban trece días de vida.

Mientras Visillac aseguróme haber presenciado en su infancia, en la calle Real de la Restauración, y en medio de alaridos de odio y muerte la ejecución de un judas, tenía él también, voz de verdad.

Pero era una voz que, por desconocimiento del pasado de mi pueblo, no tuvo, cuando la escuché, resonancia alguna, ni pudo tenerla tampoco para don Rafael Cufré que escuchaba junto a mí el relato lejano sin percibir, claro está, el encantamiento de su deliciosa flauta escondida.

Ahora sí, tendrá esa voz otra resonancia en mi espíritu.

Acto segundo

Con estas palabras comencé hace once años una serie de quince trabajos sobre el asesinato del doctor Florencio Varela.

Y sin esperar la continuación del estudio recién iniciado, alguien atacó de inmediato “El judas trágico”, al que consideró “bien trabado literariamente”, pero al que negó en absoluto el menor mérito histórico.

En el diario en que escribe totalizó luego diez artículos de dos columnas para demostrar lo que pretendía.

“Los judas se quemaban o destripaban o fusilaban antes en los sábados santos, después de oído el alborozo de las campanas que a vuelo pregonaban aleluyas”.

Eso afirmó mi impugnador hace once años.

Agregó que “en otros días podía la indignación popular personificar en muñecos trágicos o grotescos a sus enemigos y pasearlos y zarandearlos por calles y plazas hasta que resultasen hechos piltrafas, pero aquellos para nadie se confundían con judas, sino que aparecían individualizados directamente”.

Reconoció luego que el hecho que impugnaba no ocurrió en sábado santo, lo que es verdad porque tuvo lugar en el carnaval. De ahí que pudo estampar entonces, en el segundo capítulo de su refutación estas palabras definitivas:

-“Aunque el doctor Bonavita después de leernos-si lo hace- insista en sostener lo contrario, afirmamos categóricamente, con segura conciencia, que el dato que un día de 1936 le trasmitió oralmente el general Visillac, y en esencia se contiene en su frase: “Frente a esta pared vi fusilar un judas”, no tiene nada que ver con el episodio popular con quien lo identifica en su relato.”

Sí, doctor Felipe Ferreiro. Tiene mucho que ver con el asesinato del director de “El Comercio del Plata”. Pasados once años de haber asegurado categóricamente, con segura conciencia, lo que afirmó en 1948, en un diario de la mañana, yo me permito ahora sostenerle a mi vez, que el dato de Visillac se relaciona directamente con el crimen de Andrés Cabrera.

No pude hacerlo hasta ahora, porque recién ahora dispongo del invalorable “Diario” de Antuña, que me aclara una a una tantas oscuridades del Sitio de Montevideo.

Del “Diario” de ese hombre, figura consular del Cerrito, entresaco estas palabras:

“Año 1848”

“7 de Marzo”

“Los vizcaínos voluntarios de Oribe se divierten con dos comparsas de máscaras, una que trenza cintas bailando alrededor de un palo; otra que es de estudiantes y canta la estudiantina. Además figuran aprisionar a Florencio Varela y a Thiebaut con su ayudante; los juzgan, los condenan a muerte y los fusilan. Esto iban a hacer hoy en el Cuartel General, y el Presidente impidió que se llevara la “chance” tan adelante.”

Y termina de esta manera esta anotación de Antuña, que como nos llega del otro mundo, debe tener tal vez, voz de verdad: “¿Tendrá la política alguna parte en estos escrúpulos?”

Así, pues, el muñeco paseado el 7 de marzo por las calles de la Restauración y del Cerrito estaba perfectamente individualizado. Tenía el nombre en el pecho. De no ser así ¿cómo lo hubiera reconocido al doctor Varela el redactor del “Diario”?

Como el señor Presidente no quiso que lo fusilaran en el Cerrito, se le fusiló en nuestro pueblo de la Restauración, contra la pared del “Almacén del Sol”, reconocida por el general Visillac cuando se acercaba al siglo, con la memoria intacta. No lo consigna Antuña, pero lo afirma Florencio Varela en su periódico en 10 de marzo, trece días antes de que cumplieran en él, el mandato de su ejecución.

Y con esto queda terminado por mi parte, el pequeño diferendo sostenido con el escritor compatriota.

M. Ferdinand PONTAC

SEGUNDA PARTE: Exposición del Dr. Felipe Ferreiro

Acto primero

El Doctor Luis Bonavita vuelve sobre un tema de la “SAGA ANTIORIBISTA” desarrollado por el mismo en 1948 y cuyas conclusiones –implícitas y explícitas- me permití entonces examinar y refutar desde las columnas de “EL DEBATE”.

En el escrito de referencia-breve y redactado en cautivante estilo- el Dr. Bonavita asociaba COMO SI REALMENTE SE COMPLEMENTARAN para hacer prueba definitiva de que el asesinato de Florencio Varela fue tramado en el Cerrito-y por disposición de Oribe, con su beneplácito- dos antecedentes que la misma lógica histórica se niega a vincular sin desconocerles por eso veracidad a ninguno de ellos.

Uno de ese ambo surgía de una conversación mantenida en 1936 con su venerable deudo, General Visillac, mientras, sin otro objeto que pasear, recorría con éste las calles de la Unión. Entonces, decía, al llegar ambos a la del Plata (hoy Laborde), el viejo soldado escudriñó un instante y enseguida dijo: - “CREO QUE ANTES SE LLAMÓ CALLECITA DE LA LUNA”.

“Luego (continuaba el Dr. Bonavita) recostándose apenas contra el buzón de la esquina para examinar fijamente la arquitectura colonial frente a las cuales nos habíamos detenido, me dijo midiendo las palabras, mientras se apretaba las sienes con sus dedos largos y amarillentos, como si esperara retener así el recuerdo que pugnaba por escaparse”:

“FRENTE A ESA PARED (el subrayado me pertenece) VI FUSILAR UN JUDAS”.

El General Visillac no le aclaró a su acompañante si este Judas que había visto fusilar en la “callecita de la luna” ante una multitud ululante era puramente simbólico o individualizaba a alguna persona. Tampoco le requirió esa aclaración su sobrino e interlocutor, cosa que es bien explicable desde que éste, todavía por entonces, no había sido picado por el “DULCE” aguijón de los estudios históricos. En cambio, lo que allí quedó precisado-por una feliz precaución del Dr. Bonavita- es que el fusilamiento de dicho Judas había ocurrido en 1848.

En efecto, el General Visillac había nacido en Las Piedras el 29 de junio de 1840 y preguntado por su distinguido sobrino acompañante cuántos años tendría cuando le tocó ser testigo de ese episodio que acababa de referirle, le contestó sin demora: “OCHO AÑOS”. El otro antecedente a que hemos aludido anteriormente como parte básica de la conclusión a que, en su escrito, se propuso arribar el Dr. Bonavita, consiste en un breve y ya bien divulgado “SUELTO”, que se registró en la 2ª página, 3ª columna de “EL COMERCIO DEL PLATA”, de fecha 10 de marzo de 1848.

He aquí su texto:

“Con un sentimiento fácil de comprender, pero sin dolor ninguno, tenemos que anunciar a los lectores nuestra propia muerte e invitarlos a los funerales que deben tener lugar en la costa del Miguelete si es que el señor Presidente de aquellas chacras lo permite. El día 7 del corriente fuimos solemnemente fusilados en la calle de la Restauración, HABIENDO APROBADO DON MANUEL ORIBE LA SENTENCIA SEGÚN HEMOS TENIDO NOTICIA CIERTA” (el subrayado me pertenece). “Nuestros lectores (cierra) tendrán de hoy en adelante, que prestar a cuanto le digamos, más atención, pues nuestra voz vendrá del otro mundo, y la voz del otro mundo es siempre voz de verdad”.

Acto segundo

Y bien; las mismas objeciones históricas que hace diez años me permití oponer a los razonamientos y conclusiones establecidos por el Dr. Bonavita, subsisten integralmente- y si cabe, aún fortificados-, después de la lectura de su nueva y brillante página del pasado domingo. Expresé en aquella oportunidad- y el Dr. Bonavita ahora lo recuerda transcribiéndome – que:

“Aunque el Dr. Bonavita después de leernos-si lo hace- insista en sostener lo contrario, afirmamos categóricamente, con segura conciencia, que el dato que un día de 1936 lo trasmitió oralmente el General Visillac, y en esencia se contiene en su frase: “ Frente a esta pared vi fusilar un Judas”, NO TIENE NADA QUE VER CON EL EPISODIO POPULAR CON QUIEN ( el Dr. Bonavita) LO IDENTIFICA EN SU RELATO”.

La anotación del diario del “DIARIO” de don Francisco Solano Antuña, que ahora reproduce el Dr. Bonavita y que yo leí cuidadosamente hace muchos años, cuando dicho precioso documento estaba en poder de la finada Doña Pilar de Herrera y de Arteaga-confirma en parte y en parte rectifica el “SUELTO”- sarcásticamente irónico- del Dr. Varela, pero ( léase bien) no conmueve, no roza siquiera-no puede rozar- mis argumentaciones y la veracidad de lo que sostuve y debo seguir sosteniendo.

Véase el texto del Dr. Antuña:

“7 DE MARZO, los vizcaínos “Voluntarios de Oribe” (se refiere al famoso batallón que comandaba Artagaveitia) se divierten con dos comparsas de máscaras ( ese día era martes de Carnaval) una que trenza cintas bailando alrededor de un palo ( danza vasca tradicional), otra que es de estudiantes y canta la estudiantina. Además figuran aprisionar a Florencio Varela y a Thiebaut con su ayudante: los juzgan, los condenan a muerte y los fusilan. ESTO IBAN A HACER HOY EN EL CUARTEL GENERAL (el subrayado me pertenece), Y EL PRESIDENTE IMPIDIO QUE SE LLEVARA LA “CHANCE” TAN ADELANTE”.

Hasta ahí la información impecablemente objetiva. Enseguida la pluma del Dr. Antuña destilando un veneno contra Oribe que se acusa a cada momento a todo lo largo del “DIARIO” (¿no lo ha notado Dr. Bonavita?) agrega la reflexión siguiente: “TENDRA LA POLITICA ALGUNA PARTE EN ESTOS ESCRUPULOS?”

¡Por supuesto! Le contestaríamos al diarista si lo tuviéramos cerca. La política en su sentido elevado: la que priva a los hombres educados de propiciar o compartir celebraciones –aunque ingenuas- expresivas de odio o de reacción desbordada…

Pero-se preguntará-¿por qué causa? – suya especial-¿por qué motivo?- particular de ellos- ¿habían coincidido los Vascos de Oribe ( apoyados por los Canarios según versión circulante en ese entonces en Montevideo) en la realización de tamaña manifestación pública y solidaria de malquerencia, de ojeriza, de hostilidad, de abominación al Dr. Varela?

Más tarde, y en capítulo aparte, responderé condignamente a la anterior pregunta. En el momento no puedo hacerlo porque tendría que alejarme demasiado del tema concreto que me ha reclamado.

Contra la promesa de prueba a rendir en tal oportunidad adelanto desde ahora-no hay inconveniente en hacerlo- la afirmación categórica de que los Vascos, no solamente los “VOLUNTARIOS DE ORIBE” sino en general, todos los Vizcaínos de dentro y fuera de Montevideo acababan de ser juzgados y ofendidos pública y gruesamente, en su raza, en su lengua, y hasta en sus viejas y ardientes convicciones políticas de Carlistas, por el redactor de “EL COMERCIO DEL PLATA”.

Vuelvo a mi asunto. La información consignada por el Dr. Antuña en su “DIARIO” no refuerza sino que, a ojos vista, permite restar valor histórico a la conjetura formulada y defendida por el Dr. Bonavita.

Obsérvese por de pronto que después de haber leído ese texto no se podrá sostener –ni siquiera insinuar sospecha- de que directa o indirectamente Oribe tuvo algo que ver con el fusilamiento del Dr. Varela ideado y llevado a cabo por los “Vascos” en la calle “ANCHA”. La afirmación vertida por éste en su “SUELTO”, del 10 de marzo, de que aquél había “APROBADO LA SENTENCIA”, de su condena resulta terminantemente desmentida en los hechos que relata el Dr. Antuña. Recuérdese:

“ESTOS – dice refiriéndose a los Vascos en comparsa-IBAN A HACER HOY EN EL CUARTEL GENERAL” (la pantomima de aprisionar a Varela, juzgarlo y fusilarlo).

“Y EL PRESIDENTE IMPIDIO QUE SE LLEVARA LA CHANCE TAN ADELANTE”.

Pero para arrimar a mis actuales cominos hay algo mucho más importante todavía en esta información del Dr. Antuña y ello consiste en la puntualización –hecha inequívocamente- de que la jornada de los “Vascos” del 7 de marzo –en aquel año día martes de Carnaval- juntamente con el Dr. Varela también fueron “puestos contra el muro” –acaso por exigencias de la mascarada – el Coronel Thiebaut y su Ayudante. Ahora bien; si el 7 de marzo de 1848 era martes de Carnaval, ¿en qué fecha cayó ese año el “Sábado Santo” o “de Gloria”, DIA CLASICO Y UNICO PARA LA COSTUMBRE TRADICIONAL DE CASTIGAR CON LA MUERTE A JUDAS Y A LOS JUDAS CONTEMPORANEOS?

No hay como equivocarse. En aquél año el “Sábado Santo” o “de Gloria” fue el 25 de abril, vale decir, PASADO MAS DE UN MES DEL ALEVOSO, LAMENTABLE Y REAL ASESINATO DEL DR. VARELA.

Siendo así: ¿cabe seguir suponiendo que el Judas que vio fusilar el General Visillac en la callecita de la Luna era materialmente una representación del infortunado redactor de “EL COMERCIO DEL PLATA”? ¿Se pretenderá todavía insistir en el error excusando esa insistencia en el falaz argumento de que aquel viejo soldado-que desde luego no identificó al Judas de su recuerdo con ninguna persona conocida-ignoraba o podía haber olvidado que en el tiempo de referencia los Judas solamente se sacrificaban los “Sábados Santos” o “de Gloria”? Pero, por otra parte, si se quisiera recurrir a este extremo-que no lo creo- ¿acaso no seguiría siendo imposible la buscada compaginación desde que el General Visillac sólo vio fusilar a un muñeco y en la información del Dr. Antuña, - divulgada por el Dr. Bonavita- de la pantomima de los “Vascos” se ejecutaron a tres simultáneamente?

Acto tercero

No agregaré a los expuestos más razonamientos y consideraciones. Sinceramente pienso que ya he evidenciado plenamente que no falté a la verdad cuando en 1948 afirmé que el fusilamiento del Judas atestiguado por el General Visillac “no tiene nada que ver con el episodio popular con quien (el Dr. Bonavita) lo identifica”.

Valiéndome de sus propias y últimas palabras expresadas el pasado domingo, diré pues, “queda terminado por mi parte el pequeño diferendo sostenido con el escritor compatriota”.

OTROSI –DIGO: Que en la sección “HACE CIEN AÑOS” de “EL PAIS”, correspondiente al 27 del corriente mes se recoge-por coincidencia feliz para mí- el ilustrativo “suelto” que como broche voy a transcribir –en la parte que aquí interesa- extraído del “BOLETIN DE LA UNION, de 27 de Mayo de 1858.

“Antes, en el tiempo de españoles y portugueses-cuando fueron los años- se quemaban muñecos públicamente y en cualquier fecha que representaban personas o personajes por gracia del odio o del desprecio particular o general que habían despertado. POR SEMANA SANTA (me pertenece el subrayado) ESOS MUÑECOS HACIAN EL PAPEL DE JUDAS a quien se les hacía arder como premio de su traición a Jesús y de su vida inicua. Hoy aún se sigue esta costumbre pero muy de lejos en lejos. Se conserva firme en los Sábados Santos”…

TERCERA PARTE: Continúa Exposición del Dr. Felipe Ferreiro

Acto primero

El 7 de marzo de 1848-para ser más preciso martes de Carnaval-en la calle “ANCHA” de la Unión (hoy “8 de Octubre” y entonces General Artigas) ante una multitud expectante-abigarrada disímbola-que crecía y crecía por momentos, un fuerte núcleo de mocetones “VIZCAINOS”, integrantes en su mayor parte del “BATALLON DE VOLUNTARIOS DE ORIBE”, después de levantar un rústico tablado procedieron al cumplimiento del programa que se habían propuesto entonces desarrollar.

Primeramente un breve “divertissement”. Treparon a aquel unos cuantos miembros de la comparsa-vestidos a la usanza nacional de boina y faja roja, y camisa, pantalón y alpargatas blancas-y luego de afirmar un alto mástil en medio del tablado, al son de tambores y “CHISTUS” bailaron –como danza de ritual-siguiendo el acompasado ritmo de su monótona música el milenario “CINTA-DANTZA” que el público congregado aplaudió en entusiasmo delirante.

En segundo término la sorpresa…Una pantomima sobre motivos de actualidad cuyo argumento refiere, en extracto, un contemporáneo vecino del pueblo en los siguientes términos:

(Los Vizcaínos “VOLUNTARIOS DE ORIBE”) “figuran aprisionar a Florencio Varela y a Thiebaut con su Ayudante: los juzgan, los condenan a muerte y los fusilan” (Diario Intimo del Dr. Antuña)

Acto segundo


Las mentes de esta resonante función-de pura cepa eúskara-comenzaron a circular en Montevideo seguramente el jueves 9 de marzo pues las ediciones de “EL COMERCIO DEL PLATA” se componían e imprimían en la tarde del día anterior al de salida (era diario de la mañana) y fue en la del 10 cuando apareció el suelto más que informativo, de desahogo personal que transcribí en EL DEBATE el pasado domingo. Para que el lector se cerciore de esta verdad voy a reproducirlo nuevamente:

“Con un sentimiento fácil de comprender, pero sin dolor ninguno, tenemos que anunciar a los lectores nuestra propia muerte e invitarlos a los funerales que deben tener lugar en la costa del Miguelete si es que el señor Presidente de aquellas chacras lo permite. El día 7 del corriente fuimos solemnemente fusilados en la calle de la Restauración, habiendo aprobado don Manuel Oribe la sentencia según hemos tenido noticia cierta.

Nuestros lectores (cierra) tendrán de hoy en adelante, que prestar a cuanto le digamos, más atención, pues nuestra voz vendrá del otro mundo, y la voz del otro mundo es siempre voz de verdad”.

Obsérvese bien; ni el menor detalle sobre el modo y forma de l simulacro de ejecución. Ningún recuerdo para Thiebaut y su Ayudante: compañeros en el sacrificio. Total omisión de referencias a los “VIZCAINOS”, promotores, organizadores, y realizadores de la mascarada que condenaba a la trilogía y la había “puesto contra el muro”…

Y no se diga que tanta imprecisión y silencio eran deliberados. No; en su edición del viernes 17 de marzo-y aquí va la evidencia de que no lo eran- “EL COMERCIO DEL PLATA” volvió, como de pasada, sobre el tema al finalizar un artículo de réplica a otros dos del “DEFENSOR” de fechas 9 y 13 de marzo expresando:

“Por nuestra parte tenemos una queja muy formal de “EL DEFENSOR”. Ni la misma muerte nos libera de sus ultrajes. DESDE QUE NOS FUSILARON SUS AMIGOS EN LA CALLE “ANCHA” CREIAMOS QUE NUESTRAS CENIZAS SERIAN RESPETADAS. Pero no es así, “EL DEFENSOR” continúa cebándose en nuestra memoria”, etc., etc.

Es claro que los “VIZCAINOS” del Cerrito eran amigos del diario en contienda con el Dr. Varela y en tal sentido ningún reparo cabe hacer a su afirmación, pero, ¿Acaso no eran igualmente amigos suyos- aparte de millares de orientales y argentinos-muchos ingleses, muchos franceses, muchos italianos, muchos españoles, muchos portugueses, muchos americanos, y muchos canarios?

¿Y por qué entonces se eludía otra vez la sindicación expresa? ¿Por qué el redactor de “EL COMERCIO DEL PLATA”, renunciaba a enfrentarse, lisa y llanamente-en reacción lógica-con los “VIZCAINOS” que días atrás en público simulacro lo habían condenado a muerte y luego fusilado?

¡Salta a la vista! El Dr. Varela por razones personales o políticas o por lo que fuere prefería no identificar a sus jueces y ejecutores en efigie de la calle “ANCHA”, de la Restauración.

¿A qué cálculo previsor podía obedecer esta ambigüedad tan extraña a la línea de conducta seguida hasta entonces por “EL COMERCIO DEL PLATA”? ¿Por qué no escandalizó? ¿Por qué renunció una y otra vez-y ahora teniendo buena causa propia –a reeditar sus ya clásicas demostraciones de que en el Cerrito “imperaba la barbarie” y sobre todo a “DESCUBRIR” abiertamente a sus directos agresores?

¡Misterio! Sin duda alguna, el mismo misterio que llevó a “EL CONSERVADOR” –el otro diario entonces importante de la ciudad –a no ocuparse de la tragicómica y resonante mascarada de los “VOLUNTARIOS DE ORIBE”.

¡No era prudente “HACER OLA…”! ¿Por qué? Tengo la clave de tal misterio y puedo y voy a esclarecerlo de inmediato.

Lo que ocurría-y desde luego había impuesto total silencio a “EL CONSERVADOR” y una vaguedad extraña y equivalente a “EL COMERCIO DEL PLATA” –era que , ( casualmente) , CASUALMENTE, el mismo día de haber comenzado a divulgarse en Montevideo ( 9 de Marzo) la noticia del estruendoso episodio de la calle “ANCHA” el “BATALLON DE CAZADORES BASCOS” : puntal de la defensa, integrado en gran número por “VIZCAINOS” , SE ALZÓ ABIERTAMENTE , culminando con esa actitud de rebeldía un largo mes de manifestaciones de grupo –aisladas pero alarmantes-de malestar , desavenencia, desagrado…

¿Qué era eso? ¿Simple coincidencia acaso? ¿No existiría –no podía existir-entonces un motivo particular y común a los “VIZCAINOS” de ambos campos para exteriorizar –cada uno a su modo y de acuerdo con su circunstancia-los sentimientos concordantes y brotados-por fuerza-de una causa que estaba por encima o por afuera de la lucha que los distanciaba?

No me cabe duda-a su tiempo me justificaré- que tal posibilidad es quien explica satisfactoriamente la antes anotada omisión de “EL CONSERVADOR” y la reserva-velada de amargura- de “EL COMERCIO DEL PLATA”.

¡No convenía referirse expresamente- “con pelos y señales”-a los “VIZCAINOS” agrupados en el “BATALLON DE VOLUNTARIOS DE ORIBE”! Podría ser una gran imprudencia acusarlos si se consideraba-y era lógico-que sus coterráneos de la Plaza desde principios de febrero habían venido jugando-aunque tímidamente- el peligroso papel de “ENEMIGOS INTERNOS” .

Documentaré enseguida lo que expreso.

Con fecha 8 del aludido mes de febrero el señor Juan A. Maciel, amigo y corresponsal de D. Gabriel Antonio Pereira, mientras éste residía en Río de Janeiro, le escribía dándole noticias de la situación en Montevideo y entre otras cosas registró lo siguiente:

“Dos días hace (6 de febrero) que el señor Ministro de la Guerra (lo era entonces el Coronel Lorenzo Batlle) FUE INSULTADO FUERTEMENTE AFUERA DEL MERCADO POR LOS VASCOS A PUNTO QUE TUVO QUE REFUJIARSE EN LO DE BRIE, EN UN CONVENTILLO, el resultado fue que creyéndose en mala posición tuvo que darles más que de prisa la espalda y todo por la falta de cumplimiento de la paga. Sin duda la habrán efectuado ya cuando nada se habla más”. (ARCH. PEREIRA V.III P.103).

Treinta días más tarde, en carta particular de D. Manuel Herrera y Obes a D. Andrés Lamas fechada el 11 de marzo aquel-después de referirse a las dificultades que cada día tenía que salvar el Gobierno que venía integrando y expresar su fe optimista en el triunfo final-decíale a éste:

“Si le llevan a V. rumores y cuentos desmiéntalos. LOS CONFLICTOS QUE SON CONSIGUIENTES A NUESTRA SITUACION NO PASAN DE MOMENTO Y DESAPARECEN POR SI MISMOS. El temor y el interés es común, y al menor amago, la concentración de los esfuerzos y de los espíritus es instantánea y opera prodigios. EN ESTOS DÍAS V.GR. LA LEGIÓN FRANCESA Y LOS VASCOS QUISIERON HACER DE LAS SUYAS POR QUE EN VEZ DE DINERO SE LE DIERON RACIONES. Eh, bien, al momento, ellos mismos, la población, el comercio, las clases todas de la ciudad se pusieron de parte del gobierno. Y LA CRISIS PASÓ EN 24 HORAS. Reciben raciones y tenemos así más medios de existencia como V. lo comprende”. (CORRESP. V.1º P. 64 y 65).

Pero no se crea enteramente al Dr. Herrera y Obes. Lamas que lo conocía bien de cerca y por lo tanto estaba al tanto de su modo de ser ligero debió poner-el primero-en buena cuarentena, su versión, anteriormente transcripta del diferendo recién mantenido y fácilmente solucionado-según él-con franceses y vascos defensistas.

La cosa no fue tan clara ni el triunfo del gobierno tan rotundo como lo cuenta el Dr. Herrera y Obes. Puedo afirmar categóricamente, al menos en lo que respecta a los “VASCOS” –y ese extremo es el que aquí interesa de modo particular- que su protesta de entonces ASUMIO LOS CARACTERES DE UN AUTENTICO ALZAMIENTO y que, por otra parte, la solución pacificadora que se halló no significó un retorno a la situación que había sido volcada por los rebeldes.

Tengo en mi archivo particular, en copia –y ahora mismo a la vista- a la parte correspondiente al período 1º de enero -31 de marzo de 1848 de los “DIARIOS DE LOS MOBIMIENTOS DE LA LINEA Y DE LOS QUE HACEN LOS ENEMIGOS CITIADORES LLEBADOS POR EL TTE. CORONL. DON RAMON DE LISTA” (Jefe del puesto de Vigías instalado en la Matriz) que se custodia en Buenos Aires en el rico Archivo de la Nación.

Pues bien; en las anotaciones consignadas el día 9 de marzo de aquel año sobre “LOS MOBIMIENTOS DE LA LÍNEA” etc., etc., pieza documental que reputo valiosa por ser minuciosa y objetiva, se lee lo siguiente que-como se advertirá-respalda con holgura las afirmaciones que antes formulé:

“Hoy le correspondía al “Regimiento Cazadores Vascos” dar el serv.o de Gran Guardia mas como solo saliesen 100 de ellos por haber el resto del Regimiento reusado salir de serv.o si no se les pagaba fue necesario disponer que los Batallones 2º y 3º de Cazadores 1º de G.N.y Regimiento Sosa cubriesen los puestos Habansados”.

A la constancia precedente, en la que como se acaba de ver no aparecen para nada los franceses del Dr. Herrera y Obes, siguen en las anotaciones del Coronel Lista correspondientes al 9 de marzo algunas otras sin interés para el caso y finalmente –cerrando el pliego del día-se transcribe allí esta “ADICIÓN” a la Orden General de la fecha:

“Por disposición superior se restablece el serv.o de la línea exterior en el orden en que estaba antes que los Cuerpos Auxiliares (vale decir los extranjeros no alistados en los Batallones de la Guardia Nacional) lo hicieran por 24 horas. En consecuencia DESDE ESTA NOCHE SERVIRÁN LAS ESCUCHAS LOS CUERPOS DEL PAÍS Y MAÑANA POR EL DÍA CUBRIRÁ LA LINEA HABANSADA LA 2ª LEGIÓN DE G.N.” (franceses).

Cabe agregar ahora que desde el día 10 de marzo y en adelante –de conformidad a lo dispuesto en esa “ORDEN GENERAL” los “AUXILIARES” ya no volvieron más a servir “LAS ESCUCHAS” en el turno de la noche.

Desde entonces-son monotonía desesperante-diariamente se repite en las apuntaciones del Coronel Lista:

“En el serv.o de la Gran Guardia no ocurrió más novedad y al oscurecer se retiró el cuerpo de Serv.o QUEDANDO CUBIERTA LA LINEA DE ESCUCHAS POR LOS CUERPOS DEL PAÍS”.

Antes de esa fecha, en cambio, puede verificarse por el documento en referencia que indistintamente todos los Batallones de la Guarnición –y desde luego el de los “VASCOS” con gran frecuencia – eran encargados de dicha tarea sin duda la más dura pero también la de mayor responsabilidad y confianza.

¿Qué puede; qué debe deducirse como derivación lógica y estricta de estas comprobaciones que dejo correlacionadas?

La causa ocasional o pretexto o excusa para el ALZAMIENTO DE LOS “VASCOS” DEL 9 DE MARZO exactamente- como ya antes se dijo-el día que comenzó a circular en la Plaza la noticia de la ejecución pública de los muñecos representativos del Dr. Varela, el Coronel Thiebaut y su Ayudante por los “VOLUNTARIOS DE ORIBE”, fue sin duda alguna la demora en el pago de sus respectivos haberes.

La provocación –casi agresión material-de que a principios de febrero hicieron objeto algunos de ellos al Ministro de la Guerra podría explicarse con aquel solo motivo. Pero para el alzamiento del 9 de marzo eso solo no basta porque, aparte de que n su comunicación a Lamas el Dr. Herrera y Obes le aclara que el reclamo de paga en el día se solucionó a satisfacción de ambas partes mediante el sistema de raciones “en vez de dinero”, se acusó entonces el hecho –de mucho mayor trascendencia por supuesto-de haber sospechado el Alto Comando Militar que si los “Vascos” continuaban realizando las guardias nocturnas se expondría la seguridad de Montevideo, sea porque se admitía la posibilidad de que aquellos dejaran sorprender dormida a la guarnición, o sea porque se temió que guardasen el secreto propósito de “PASARSE” a las filas del Cerrito.

¡Parece evidente! Tal medida de orden militar precaucional nunca mentada hasta esta fecha, es-en mi convicción al menos-prueba palmaria de que las autoridades de entonces entendían que zanjado satisfactoriamente como había quedado el conflicto relativo al no pago de haberes atrasados, no por eso podía volverse a confiar-al igual que antes-en los fuertes “CAZADORES BASCOS” en gran número “VIZCAINOS”.

Esta-como se verá de inmediato-era una duda infundada y solo explicable por las circunstancias. Lejos de su pensamiento estaba el propósito de cambiarse de campo o de cometer la felonía de abrir los portones de la ciudad a una avalancha de sitiadores. Individualmente, o en parejas o pequeños grupos, sí, los “VIZCAINOS”, del “BATALLON DE CAZADORES”, de Brie, seguirían “PASANDOSE” al Cerrito ahora como antes, desde el tiempo en que los sitiados-y en especial los extranjeros-pudieron comprobar prácticamente que en el Cerrito se vivía con igual o mayor seguridad que en Montevideo y que allí no se sacrificaba “porque sí” a los enemigos que arriesgaban a presentarse ni tampoco se degollaba a los que caían prisioneros “por solo darle gusto al dedo”.

Debo y quiero agregar-para que la verdad que enuncio sea completa-que también del Cerrito desertaban muchos para venir a presentarse –con o sin armas-a la Plaza. De las anotaciones diarias registradas por el Coronel Lista en su ya citada documentación resulta que desde agosto de 1844 a octubre de 1851 entraron en la ciudad 825 desertores de Oribe (“EPISODIOS DEL SITIO DE MONTEVIDEO” P. 121-FELIX SAN MARTIN). Y en este número que-dicho sea de pasada –fue cuadruplicado por el de “pasados” de la Plaza al Cerrito según comprueban las listas primero publicadas en el “BOLETÍN DEL EJÉRCITO” y después en el “DEFENSOR”-se contaron decenas de “VIZCAINOS”.

Por vía de ejemplo comprobatorio de este aserto –y para terminar-véase una nómina de “VOLUNTARIOS DE ORIBE”-de clara cepa Vasca en su gran mayoría-que según “EL COMERCIO DEL PLATA” ( Edic. del 5 de enero de 1846) se habían pasado a las filas de los Sitiados en el transcurso del mes anterior:

José ARTÍA, José Miguel ARBIETA, Juan Gregorio ARBÍA, José María OTERBIN, José ZUBIRIA, Antonio SINIEMEGUI, José María UGARTE, Antonio INSABURU, Jaime MATEIZ, José BLANGUET, Prudencio SASA, Juan Ignacio OLACHE, Francisco ARECHA, Domingo DORIA, Nicolás de DETEVIDE, José VERACIERTO, Francisco URRESTARAN, Juan CANOSA Y LEMA, Juan Manuel PEÑA, Melchor ARGAIN, Francisco URRETA VIZCAYA, Francisco ESQUIAGA y Ramón OSTALOZA.

CUARTA PARTE: Continúa Exposición del Dr. Felipe Ferreiro

No hay duda-no puede caber ninguna después de haberse divulgado la anotación registrada por el Dr. Antuña en su “Diario Íntimo” –que la ejecución realizada en la calle Ancha de la Restauración el 7 de Marzo (martes de Carnaval) de los muñecos físicamente representativos del Dr. Varela, el Coronel Thiebaut y su Ayudante, fue idea y obra de los Vascos “VOLUNTARIOS DE ORIBE”.

Ahora bien; como se ha visto anteriormente el Dr. Varela se guardó-con todo cuidado-de precisar tal hecho que mal podía ignorar, cuando-entre zumbón y melancólico-se refirió a este simulacro en los “sueltos de 10 y 17 de marzo de “EL COMERCIO DEL PLATA” que ya transcribí. Tampoco después, cuando la elaboración del “PROCESO CRIMINAL DE ANDRES CABRERA” se hizo-o por lo menos se quiso de hacer luz-sobre el mismo como si el mantenimiento de la sombra en vez de la claridad conviniese a la justicia…

Ni los jueces ni los abogados allí actuantes, ni las Autoridades Militares y Policiales, nadie se percató que tal averiguación-no era difícil por cierto-abría una pista, acaso la más segura pista, para llegar hasta la precisa identificación de los orígenes, que todos ellos se contentaron con imaginar-cada uno a su modo-del bárbaro asesinato que victimó al Dr. Varela.

Una sola vez a lo largo de ese largo “PROCESO” que por la forma como se desarrolló significa-en mi concepto de profesional-un baldón para la Justicia Uruguaya, se aludió, bien que confusamente, al episodio de la calle Ancha, especificándose que los “VOLUNTARIOS DE ORIBE” habían sido sus promotores y actores principales.

Fue el Dr. Jacinto Susviela, Defensor-nombrado de Oficio-a Andrés Cabrera, quien “tiró de la manta” –aunque con timidez-en la “Expresión de Agravios” que presentó al Tribunal en los últimos días de marzo de 1854. El Dr. Susviela en ese escrito aspiraba a demostrar que el crimen de su patrocinado debía ser calificado de crimen político y en uno de los giros de su argumentación dijo así:

“Recuérdese, en apoyo de lo que he expuesto, que días antes de la muerte del doctor Varela, hubo en el campo sitiador una pueblada de vascos y canarios que conducían entre la crápula y el escarnio un busto que representaba al desgraciado fundador del “Comercio del Plata” y cuya efigie acabaron por despedazar como por vía de ejemplo de lo que deseaban hacer con la persona misma de Varela” (PACIFICO RODRÍGUEZ VILLAR p. 280 TEXTO DEL PROCESO).

Es obvio que después de efectuada esta especificación que importaba una novedad dentro del Exp. en Trámite, el Dr. Susviela debió o debía haber pedido el diligenciamiento de las pruebas que lo justificaran en sus dichos. No lo hizo sin embargo y tampoco suplió su omisión el Fiscal Dr. Regunega; letrado cuyo mérito reconocido o ponderado era el de ser “Inválido de la Defensa”. Este con la mayor tranquilidad-y desde luego podía tenerla porque muy pocos o nadie de afuera de oficinas se iba a enterar del contenido de los autos-aprovechándose de la falta ya irremediable del Dr. Susviela se limitó a negar la veracidad de su especificación, expresando:

“Como una prueba de que fue Cabrera el único autor del crimen acusado, refiere (el Dr. Susviela) que en el campo sitiador hubo una pueblada de vascos y canarios que conducían el busto del Dr. Varela, el cual despedazaron para mostrar el anhelo que tenían de hacer lo mismo con su persona. A nadie se había oído hasta ahora (de escuchar a este Fiscal se habría dicho para sí el Dr. Antuña: ¡Qué aplomo!) que los que causaron esa pueblada fueron vascos y canarios y tan es así que el Defensor (ya sin tiempo para ello) jamás podría probar esa circunstancia pues lo que es hasta ahora notorio es que esa pueblada la produjeron los enemigos de Montevideo”. (P. RODRÍGUEZ VILLAR p. 280 TEXTO DEL PROCESO). De hecho, pues-como se ve-concordaron en el empeño de no identificar a los Vascos autores y actores del episodio de la calle “ANCHA” el mismo Dr. Varela, en sus “sueltos” ya antes transcriptos y estudiados del 10 y 17 de marzo y-salvo la imprudente, confusa, y pronto desbordada noticia del Defensor de Cabrera- y las actuaciones del Proceso Criminal incoado a éste.

Pero si de hecho existió esta concordancia que señalo, véase y téngase bien presente que no fueron iguales las causas que dieron lugar a la misma.

El Director de “EL COMERCIO DEL PLATA” se cuidó de no saber quiénes precisamente habían ideado y realizado el simulacro de su fusilamiento en plena vía pública de la Restauración porque estaba en su propio y particular interés silenciarlo.

¡Esto es claro como la luz! El tenía entonces en efecto-ya se verá a su tiempo-una fuerte cuenta personal pendiente con los vascos españoles no sólo del Cerrito sino también de Montevideo y bajo la amenaza-que ya había llegado-de un cobro de la misma “a la tremenda” no era prudente ni oportuno sindicarlos removiendo las cenizas de un fuego que acaso ya venía apagándose…De ahí-y nada más que de ahí en mi concepto-la extraña imprecisión observable en los dos “sueltos” de “EL COMERCIO DEL PLATA”.

Otro-muy otro por cierto-fue el motivo ocasional de la ausencia de toda alusión o referencia a los Vascos españoles de Montevideo y la Restauración en general y particularmente a quienes idearon y en plena vía pública habían llevado a cabo el simulacro de fusilamiento del Dr. Varela pocos días antes del alevoso y lamentable asesinato del mismo, en las actuaciones del “PROCESO DE ANDRÉS CABRERA”

Desaparecido el ilustre periodista y-por otra parte-ya identificado el autor material de su muerte y también sabido que aunque se buscase no se le encontraría en la ciudad, ni a los amigos y correligionarios de aquel, ni a la justicia ni a la Policía interesó más-sinceramente-la averiguación de los antecedentes y circunstancias que habían conducido hasta el irremediable y trágico desemboque. Por igual para todos los aludidos, la verdad sobre dichos particulares-la deseable o preferida-ya estaba a la vista. El brazo potente y traidor de Andrés Cabrera había sido armado por el General Oribe. Era inútil y acaso también imprudente rastrear otras pistas, investigar más allá…

El 23 de marzo (el Dr. Varela había sido asesinado al anochecer del 20) la tal conclusión-con visos de consigna-ya quedaba registrada en lo fundamental, en las fojas del sumario y nada menos que por boca de D. Juan N. Madero, cuñado y socio del Dr. Varela en su Imprenta y Papelería.

En su “Declaración” de dicha fecha-única prestada en todo el voluminoso Expediente-el Sr. Madero-en efecto-después de formular el consabido juramento solemne de decir la verdad de lo que supiera, al evacuar la pregunta: “¿Si tenía costumbre de salir por la noche el Dr. Varela y si tiene antecedentes que de(n) motivo de sospecha acerca del autor de la muerte?

RESPONDIÓ: “que no tenía costumbre de salir de noche y que a pesar de que había recibido varias veces avisos de sus amigos de Buenos Ayres para que anduviese con cuidado, ASÍ COMO UNA CARTA ANÓNIMA que le enviaron desde la línea y encontrada en las abanzadas en la que LE PREVENÍAN QUE SI NO SE DESDECÍA DE LO QUE HABÍA PUBLICADO CONTRA EL PRESIDENTE ORIBE DOS DÍAS ANTES LO HABÍAN DE MATAR ANTES DE OCHO DÍAS” ( P. RODRÍGUEZ VILLAR p. 54 “PROCESO”etc.)

Y bien; para que se compruebe la certeza de lo que afirmé anteriormente-y nada menos que en el caso extremo de un declarante que por el mismo hecho de ser deudo y amigo íntimo del victimado estaba en la obligación, en homenaje a su memoria de contribuir fielmente al esclarecimiento del crimen, y no a aprovecharlo tergiversando al efecto la verdad que bien conocía-voy a hacer en seguida –por vía de ejemplo-un sencillo cotejo crítico entre uno de los dichos certeros de su relato y el hecho real que él no ocultó pero falseó canallescamente.

D. Juan N. Madero –como acaba de verse-luego de manifestar que el Dr. Varela “no tenía costumbre de salir de noche” , refiriéndose a los posibles antecedentes que dieran motivo a sospecha acerca del autor de la muerte y después de aludir con calculada vaguedad a indeterminados “avisos” que amigos de Buenos Aires habían hecho llegar ( ¿cuándo?) a su cuñado “para que anduviese con cuidado” (tímidamente se quiere desplazar hacia Rosas la culpa del crimen) expresó ( aquí fue concreto) “así como una carta anónima que le enviaron desde la línea y encontrada en las abanzadas ( vale decir: procedente del campo enemigo) en la que se le prevenía que si no se desdecía de lo que había publicado contra el Presidente Oribe dos días antes ( se entiende dos días antes de la fecha establecida en la carta) lo habían de matar antes de ocho días”.

Pues bien; en 1920, esto es, transcurridos ya setenta y dos años de lo expresado por D. Juan N. Madero bajo juramento de decir la verdad, el Investigador porteño D. Gregorio F. Rodríguez, encontró, sin haberla buscado, dentro de un legajo “de papeles de escasa importancia” del Archivo Varela que se custodia en el “GENERAL DE LA NACIÓN ARGENTINA” el original de la carta anónima aludida por aquél y no presentada a la justicia cual correspondía, ni requerida por ésta como , dada la omisión, legal y moralmente era de su deber…

¿Y qué puede comprobarse? ¿Concuerda su texto con los extractos y el sentido que del mismo documento expuso D. Juan N. Madero?

Véalo el lector. Lo tengo ahora a la vista en foto-copia y voy a transcribirlo letra a letra subrayando las partes que estime de especial interés:

“Dr. Florencio Varela. Línea de Fortificación, 13 de enero de 1848. Te prevengo miserable que un Vizcaíno que es quien ésta te escribe, agravdo (agraviado) del insulto que haces a mis compatriotas que defienden al Gral. Oribe con las armas en las manos; ofendido de que trates a mis conciudadanos de SALVAJES, elogiando a los mercenarios franceses e italianos, la hez de estas dos naciones, que tú no ignoras, y en fin menospreciando a los que descienden de Mendibure, Menchaca y Allende, que te arrepientas de lo que has puesto en tu Comercio y que salga a la luz tu arrepentimiento dándote de plazo 8 días a contar desde la fecha”.

“Una satisfacción clara es la que quiero yo, con ella te desdirás de lo que has dicho con respecto a los Vascos españoles pues a ellos es el agravio y esta satisfacción la imprimirás en el Plata en el término arriba fijado. ¡Si así no lo hicieres la Muerte cortará el hilo de tus deprabaciones! Sí, al día siguiente pasado el término, ¡una mano desconocida sabrá hundir el puñal en el pecho de un perberso! Yo también te juro vajo palabra de Ibero que si das la satisfacción que pido podrás andar libremente y sin temor”. UN VIZCAÍNO

(P.D) “Si te place pon ésta en el Diario para que no tengas remordimientos en publicar la satisfacción que demando. El público juzgará, pero por mi parte hallo la justicia. Ya ves que doy ventajas.”

¿Preciso destacar las diferencias y semejanzas entre este original y los extractos contenidos en la Declaración antes reproducida del cuñado del Dr. Varela?

¡Gran bellaco! Por algo no presentó a la justicia-en prueba confirmatoria de sus dichos-la carta que dejo reproducida y ¡que escapó quién sabe cómo a ser quemada entonces mismo!

Por algo les bastó a los jueces, Fiscales y Abogados que actuaron paralela o sucesivamente en el “Proceso de Andrés Cabrera” la sola palabra autorizada (¿autorizada?) de este declarante perjuro y nada fiel a la memoria del ilustre victimado por aquel para imputar al General Oribe –sin más vuelta que darle-la culpa directa o indirecta del crimen.

En noviembre 1º de 1853 decía –en efecto-el Dr. Acosta-Defensor de Cabrera-

“Don Juan N. Madero, hermano político del Dr. Varela mostró al juzgado (éste y otros subrayados me pertenecen) el rastro que debía seguir en su investigación declarando que “a pesar” de que el Dr. Varela había recibido varias veces avisos de sus amigos en Buenos Aires, para que anduviese con cuidado, así como una que le enviaron de la línea y encontrada en las avanzadas, en que le prevenían que si no se desdecía de lo que había publicado contra el Presidente Oribe dos días antes, lo habían de matar antes de ocho días, pero que lo primero lo consideró el Dr. Madero (¿el Dr. Varela?) como un deseo de sus amigos para que se resguardase y de lo segundo no hizo caso alguno”. El Juzgado del Crimen y la Policía suspendieron su indagación porque se convencieron que las 38 fojas de la primera pieza no les habían servido más que para mostrarles que no se hallaba en Montevideo, NI EL VERDADERO AUTOR, ni el ejecutor del crimen, cualesquiera que ellos fuesen” (P. RODRÍGUEZ VILLAR, p.184 “PROCESO”)

QUINTA PARTE: Continúa Exposición del Dr. Felipe Ferreiro

Anteriormente-en el segundo Capítulo de esta exposición me referí-confirmando con la exhibición de pruebas documentales lo allí expresado-a la inquietud y malestar que comenzó a acusarse entre los “Cazadores Vascos” de Brie a mediados de febrero de 1848 y que culminó el 9 de marzo con su alarmante alzamiento.

Ahora llega el momento de volver sobre aquel tema y preguntar:¿esta alteración de los “Cazadores Vascos” no tuvo nada que ver con la carta “ultimátum” de “Un Vizcaíno” al Dr. Varela? ¿No deben y pueden relacionarse como producidos por la misma causa este acto y aquel hecho inmediatamente posterior?

Afirmo que sí, y voy a demostrarlo empezando por quitar del medio el único escollo-aparentemente impresionante-que obstaculiza el camino que he de andar.

Quiero referirme al motivo ocasional invocado por vía de explicación justificativa del alzamiento del 9 de marzo y asimismo al muy desagradable incidente mantenido el 18 de febrero con el Ministro de la Guerra por un grupo de “Cazadores Vascos”.

Ya se demostró anteriormente que si bien es admirable que éste-aunque hay razones para no creerlo-fue causado por el solo hecho de la falta de pago de sueldos atrasados o entrega de raciones equivalente no podría caber igual explicación para aquel desde que contra lo que asevera D. Manuel Herrera y Obes en su carta a Lamas, el diferendo entonces planteado siguió existiendo después de satisfecho por el Gobierno el perentorio reclamo que había dado lugar a su exteriorización.

Recuérdese lo expresado en la Orden General del Comando de fecha 10 de marzo que antes transcribí a este mismo efecto.

Pero hay más-y aquí voy a la prueba que ahora interesa especialmente-el hecho de elegir un prosaico reclamo de adeudos atrasados con miras ocultas más altas o más graves no era una novedad en el conturbado Montevideo de la época.

En efecto tenía precedentes y uno de ellos había sido bien cercano y bien dramático…

Aludo a la frustrada rebelión del Batallón 2º de Cazadores que comandaba el Coronel (Riverista) D. Benito Larraya de 16 y 17 de agosto de 1847, rebelión que si hubiese encontrado eco-como pudo esperar de los que seguían aún controlados por Jefes de la misma facción-habría volcado, de seguro, al Gobierno recién instalado y claramente contrario al Genera l Rivera y sus fieles Flores, Henrique Martínez, Rebollo, etc.

El día 16 apenas constituido el Ministerio antiriverista que sustituyó al integrado por Pereira (D. Gabriel Antonio), Barreiro (D. Miguel) y General Correa, se dispusieron medidas encaminadas a restar fuerzas al 2º de Cazadores, ordenándose al efecto por el Estado Mayor que se prepararan treinta soldados para pasar a la guarnición del Cerro. A esa orden respondió el Coronel Larraya excusándose del cumplimiento de la misma porque su Cuerpo carecía de efectivos suficientes. Ese fue sólo el principio. Al día siguiente, en efecto, (transcribo a D. Isidoro de María-Anales T. 4º P. 95 y sig):

“los oficiales del batallón, por intermedio de su Jefe, peticionaron al Gobierno (me pertenecen éste y los siguientes subrayados) 4 meses de sueldos devengados, para atender a sus necesidades, en razón de hacer ocho días que no se racionaba a la tropa y habérsele hecho entender por el Ministro saliente, que en lugar de raciones se les pagaría el sueldo en metálico”…El Comandante Larraya que por descontado estaba conforme con plantear una inesperada dificultad al Gobierno no demoró en elevar la Petición de sus Oficiales acompañándola de la siguiente comunicación:

“Elevo a manos de V.E. la presente solicitud que hacen a nombre de la tropa los señores oficiales del expresado (Batallón 2º de Cazadores) en la que piden se les abonen 4 meses de sueldos de sus devengados pues conocen que hay como atenderlos”.

“Yo creo muy justo se les socorra a unos soldados que tanto se han sacrificado por el sostén de esta causa; sin embargo de que enemigos de nosotros divulgan voces ofensivas a nuestro honor haciendo entender que el batallón trata de pasarse al enemigo, contra el que hemos combatido 54 meses. También pongo en conocimiento de V.E. que se han preso algunos individuos del Cuerpo empezando de este modo a hostilizarnos; como así mismo hace ocho días no se nos da ración de menestra y vino y diez y seis de leña; y hoy, por una orden verbal del Señor Ministro de la Guerra al Ayudante del Cuerpo se me dice que no se daba más ración al batallón; lo que pongo en conocimiento de V.E. Cantón de la derecha, Agosto 17 de 1847. Benito Larraya. Excmo. Señor Presidente de la República, don Joaquín Suárez”.

El conflicto estaba planteado y como se acaba de ver, en base de un modesto reclamo de sueldos y raciones tuvo de causa profunda la misma que había llevado particularmente a “Un Vizcaíno” a dirigir al Dr. Varela la ya conocida carta del 13 de enero, siempre y cuando mediaran otros posibles motivos de entidad a pesar de que vengo haciendo investigaciones en torno a la Guerra Grande desde hace muchos años…

Los Cazadores Vascos que eran entonces-según parece-alrededor de 400 constituían junto con los legionarios franceses e italianos y los negros de los Cuerpos de Línea los pilares fundamentales de la Defensa en la cual-como es bien sabido-el número de de soldados nacionales, al igual que el de habitantes de la ciudad, era mínimo.

Prevalecidos de esa ventaja de fuerza los extranjeros, todos, actuaban cada uno a su modo o con arreglo a las costumbres traídas de su propio País sin que-en general-les importara poco ni mucho que chocaran con las que se hallaban practicadas aquí: muy superiores por cierto en materia de mora social y de respeto a las autoridades.

Estos “extranjeros” se movían en Montevideo como en tierra conquistada y lamentablemente las autoridades civiles y militares tenían que sufrirlos sin reaccionar vigorosamente ante sus diarios desmanes, sus luchas de rivalidad, sus ataques a la población, pacífica, sus desobediencias, sus latrocinios, porque aparte de ser los más, eran excelentes soldados: audaces, incansables y valientes.

Por vía de prueba documental confirmatoria de lo que acabo de expresar voy a transcribir, en seguida-sin ningún comentario propio-la “impresión” que acerca de estos servidores extranjeros de Montevideo, franceses, italianos, vascos, canarios, ( todos al barrer) apuntó en su cartera justamente a fines de 1847 un observador imparcial-por ajeno enteramente.al espectáculo de luchas que entonces se desplegaba ante sus ojos.

Refiero al médico y explorador científico Dr. Amedée Monre quien de retorno a Francia después de haber viajado durante diez años por tierras de América y llevándose de ella un abultado cartapacio de “notas y observaciones”, comenzó a publicar en 1847 en la “Revué Espagnole et Portugaise” de París.

El Dr. Monre había penetrado al Continente-según ya quedó dicho-por el Río de la Plata y en sus primeras colaboraciones en la publicación citada aprovechó los datos y observaciones a su tiempo apuntados sobre Montevideo y Buenos Aires.

De su exposición extraigo lo que va a leerse:

“Veamos ahora lo más bajo de la escala social que acabamos de figurar. Existía (en Montevideo) en 1847, no existe más en 1857, una clase de gente ni buena ni agradable. Era lo que el mundo (me pertenece este subrayado y los que sigan) contenía de más abyecto y repugnante. Cada navío traía de Europa en esa época cuantos malandrines había en cada pueblo. Llegaban a Montevideo para entrar en la milicia local o presentarse al campo enemigo; irradiaban hasta Buenos Aires, Entre Ríos y el interior. Más de uno había abandonado su terruño y la Francia para no servir a su bandera; no hubiera sabido defenderla; venía a Sudamérica para hacerse soldado y enrolarse en medio de sus tropas que, por su presencia, se volvían pronto hordas indisciplinadas. Si bien eran valientes y temidos en los combates o en una heroica defensa, era necesaria una vigilancia de la autoridad local y mucha actividad para evitar los desórdenes parciales. Hasta usurpan a veces una dictadura plebeya, cuyos excesos sabían utilizar los partidos. El coraje de estos defensores ocasionales hacía echar un espeso velo sobre algunas infracciones al orden. Era principalmente entre los italianos, con su jefe Garibaldi a la cabeza, y entre los vascos franceses bajo el mando del coronel Thiebaut (es un error de información pues los Vascos en general-tanto españoles como franceses-tenían entonces por jefe, según ya se ha visto, al Coronel Brie) donde se reclutaba esta milicia extranjera mal vestida, mal disciplinada pero siempre brava y valerosa. (“Montevideo y Buenos Aires a Mediados del Siglo XIX”, p.39 y 40)

Los “Cazadores Vascos” no formaban dentro del Montevideo de 1848 una fuerza más importante pero tampoco menos que las respectivamente constituidas por los legionarios de Thiebaut y Garibaldi. Aquellos no serían ni más cultos ni más educados y respetuosos y obedientes a las leyes y autoridades, que estos pero tampoco lo eran menos y –por otra parte-los nativos de España poseían-interesa destacarlo ahora-un cierto orgullo de nacionalidad que no admitía desaires…Cercana y buena prueba de ello había palpado Montevideo en las noches del 4 y 5 de octubre con motivo de las celebraciones del 17 aniversario del canje de las ratificaciones de la Convención Preliminar de Paz de 1828. Entonces, entre los números programados por los empresarios de esta fiesta que-dicho sea de pasada-incluía una atractiva rifa que “según las malas lenguas” era su negocio, se había incluido una quema de fuegos artificiales en la Plaza Constitución que al efecto fue convenientemente iluminada y adornada con alegorías transparentes y tablados en los cuales podrían bailar los concurrentes también autorizados por la Policía para comparecer vestidos de máscara.

Y bien; a la hora fijada para el encendido de los transparentes y el comienzo de la quema de los fuegos de artificio, la Plaza desbordaba de público y gran parte del mismo según un testigo presencial de la celebración se formaba con soldados que sin permiso se habían alejado de las “Líneas” situadas respectivamente a 15 y 25 cuadras de distancia. ¡Qué orden! ¡Qué obediencia a las disposiciones del Comando Superior!

Pero reflexiones a un lado: ¿Cómo se inició y continuó la fiesta? El General Iriarte que fue el testigo presencial a que antes referí permitiéndome imaginar que la columbraba desde el balcón de la casa de D. Santiago Vázquez porque a ésta concurría noche a noche: “Un grupo de españoles quemó un transparente de la Plaza en que se representaba a la América trozando las cadenas del régimen colonial y hollando con sus plantas un león.

Sin que tratemos de disculpar este desorden-continúa-que por el contrario tiene el carácter de un verdadero atentado, es forzoso reconocer que ha sido el colmo de la imprudencia por parte de la policía encargada de las fiestas, permitir la representación pública y simbólica de un recuerdo que necesariamente debía lastimar la susceptibilidad nacional de los españoles, cuyo número es considerable en Montevideo y muy crecido el que contribuye a su defensa con las armas en la mano y con sus bienes”…

“Preciso era no haber olvidado que en el ejército hay cuerpo compuesto de españoles en su casi totalidad” (Es precisamente el caso de los “Cazadores Vascos” que si bien alistaba algunos franceses también contaba con muchos gallegos, catalanes y canarios)

“Parece que algunos españoles-prosigue Iriarte-elevaron hoy (5 de octubre) una queja al gobierno, y éste los satisfizo diciéndoles que hasta después del suceso no había tenido conocimiento de la causa que lo motivaba. Se reemplazó el transparente quemado por otro que únicamente contenía lo siguiente: en la parte superior la leyenda: “América Libre”, y después un “Sol” y en la parte inferior: “25 de Mayo”.

Pero véase que con esta rectificación no se conformaron los violentos y ejecutivos triunfadores de la jornada del 4 pues a pesar de ella en la noche del 5 no solamente repitieron-ya sin motivo visible-su anterior “hazaña” sino que la agravaron ahora ¡ofendiendo a los Orientales…!

Cuenta en efecto el mismo General Iriarte:

“Esta noche, poco después de las nueve, y cuando se acabaron de quemar los fuegos de artificio, un grupo considerable de españoles armados, pertenecientes algunos a los Cuerpos de la Guarnición, asaltaron la Plaza, subieron al tablado de la música donde se elevaba la columna transparente de que ya hemos hablado, la hicieron pedazos, rompieron los faroles y cuantos objetos de adorno allí había, enrojaron (¿enlodaron?) la bandera Oriental y arrebataron otra española para pasearla en triunfo por la plaza y por las calles de la ciudad, vociferando el “viva a España” y los muera consiguientes y alusivos al caso. El escándalo pues-cierra Iriarte-ha sido completo y la sangre se ha derramado, en la refriega murió un teniente de artillería Macedonio Larrosa, y hubo un herido”. (“Memorias Iriarte”, pág. 193 y 194. Vol. “Juan Manuel de Rosas y la Intervención”, etc.)

Se dirá acaso-después de leída la anterior información del General Iriarte-que no hay aquí ninguna prueba positiva y concreta de la intervención de los “Cazadores Vascos” en el planteamiento y desarrollo del lamentable episodio y de ahí podrá querer deducir alguno-empedernido en prejuicios –que no es del todo convincente la demostración que me propuse al traerlo a colación.

Reconozco desde luego el hecho de la no individualización de los “Cazadores Vascos” considerado aisladamente puede o debe originar dudas, pero, obsérvese que ellas no caben en buena lógica histórica si se contempla en general el relato del memorialista.

Por el hecho de estar especificados como “Vascos”, ¿no eran también españoles-Isabelinos o Carlistas-en su gran mayoría los “Cazadores” del Coronel Brie? ¿Y no les tocaba entonces en parte, reaccionar contra el imprudente intento de humillar públicamente a su Nación? Además cuando el General Iriarte atestigua allí expresamente que en el ejército de la Defensa “hay Cuerpos compuestos de españoles en su casi totalidad” : ¿no está acusando-por ventura-a los “Cazadores Vascos” que formaban en efecto el más fuerte y definido de ellos?

Desde mayo de 1846 hasta junio o julio de 1847 los “Vascos” del Batallón de Brie estuvieron ausentes de las trincheras de Montevideo pues el General Rivera los seleccionó-y a fe que con ojo certero-para que lo siguiesen a la campaña del Litoral llevada a cabo durante dicho lapso.

Vueltos a esta Plaza, sin duda más endurecidos en la tarea militar pero no menos indisciplinados y levantiscos que antes, se les ve pasar inadvertidos, cumpliendo trabajos de pura rutina hasta enero de 1848. Entonces, con motivo de las elecciones de Alcalde Ordinario iniciadas justamente el 1º de aquel mes reaparecieron sindicándose en escándalo que obliga en cierto modo al recuerdo del trágico 10 de enero de 1875 por el lugar y el motivo que lo provocó.

Herrera y Obes se lo relataba a Lamas en carta de fecha 4 en los siguientes términos:

“Volviendo a las elecciones le diré que después de un día agitadísimo, a las seis de la tarde se presentaron ante la mesa (receptora de votos) 25 vascos con papeletas de una tercera lista que también andaba (circulando) y a los palos y trompadas dispersaron a todos los salientes y a los que componían la mesa lo que ha dado lugar a protestas, reclamaciones”, etc.

Como los Legionarios Italianos y como los Franceses también los “Cazadores Vascos” tenían perfil propio y ¡por las buenas o por las malas lo hacían reconocer y respetar!

SEXTA PARTE: Continúa Exposición del Dr. Felipe Ferreiro


He dado por seguro-y quizá también lo haya afirmado explícitamente-que la carta ultimátum que dirigió un Vizcaíno al Dr. Varela desde las Fortificaciones el 13 de enero de 1848 es la misma a que hizo solemne referencia D. Juan N. Madero en su Declaración de la Indagatoria Judicial prestada recién el 23 de marzo.

La evidencia inequívoca de mi aserto surge-como se verá en seguida-de los propios datos relacionados por este desprejuiciado colaborador à l´envers de la justicia.

Expresó-en efecto-D. Juan N. Madero que la carta anónima de su referencia le fue enviada al doctor Varela “desde la línea” y que la misma “había sido encontrada en las abanzadas”

Ahora bien; hasta aquí se registran un dato preciso y dos deliberadamente confusos o vagos y que –por otra parte-el Juez Instructor pudo y debió intentar aclarar. Aquél, es el relativo a que la carta era anónima; éstos, son el que establece concretamente que la misma fue remitida al destinatario de su rótulo “desde la línea” y el que informa que ella había sido “encontrada en las abanzadas”.

Nadie que esté más o menos al corriente de la distribución de las defensas de Montevideo en 1848, puede ignorar que entonces no había una línea sino dos líneas establecidas: la Interior o de trincheras y la Exterior que por estar marginada de Fuertes era comúnmente llamada de Fortificaciones.

En cuanto a la confusión o vaguedad de las manifestaciones de D. Juan N. Madero por lo que respecta al hecho-según él-de haberse encontrado en “las abanzadas” –lo que vale tanto como decir, arrojada del campo enemigo-aquélla resulta palmariamente de las faltas de las referencias complementarias indispensables para respaldar su dicho, que desnudo de las mismas queda como en el aire.

¿Quién había encontrado la carta? ¿Qué soldado? ¿Qué oficial? ¿De qué Cuerpo? ¿Cómo llegó a manos del Dr. Varela sin haber pasado-previamente-por los controles del Comando Militar?

Dijo ante el Juez Instructor D. Juan N. Madero que en la carta anónima de su referencia “le prevenían” (al Dr. Varela) que si no se desdecía de lo que había publicado contra el Presidente Oribe “dos días antes”, lo habían de matar “antes de ocho días”.

Ahora bien; al igual que en el caso ya analizado, aquí, el cuñado y socio del doctor Varela omitió –con toda deliberación desde luego-fijar aunque fuera aproximadamente la fecha en que-según el anónimo-El Comercio del Plata había publicado contra el Presidente Oribe “dos días antes” del envío de su carta ultimátum.

Véase en efecto que si es admisible, aunque sería chocante, que una carta careciera de data, o que D. Juan N. Madero la hubiera olvidado, no es en cambio posible-de ninguna manera-que actuando con buena fe dejase de individualizar el artículo o suelto del Dr. Varela cuya retractación se exigía bajo amenaza de muerte.

¿Quién iba a aceptar entonces-y quién puede aceptar hoy mismo-la posibilidad de que si por ventura él no había leído el día de su publicación el artículo o suelto de referencia, lo haya dejado de leer así que-dos días después de salido-llegó a manos del Dr. Varela y también, por lo mismo, a las suyas?

D. Juan N. Madero, lógicamente, necesariamente compareció a declarar en la Indagatoria Judicial-en la que de antemano sabía que no habrían repreguntas ni se le solicitarían aclaraciones-al indigno y doble objeto de colocar en el “Expediente” la quilla de las imputaciones al General Oribe, allí obrantes y excluir a los “Vascos”, a “libro cerrado”, de toda sospecha en la preparación y ejecución del crimen.

Si el declarante no se detenía a identificar por su fecha de publicación el artículo o suelto de El Comercio del Plata” a que hizo referencia y tampoco a establecer la data de la carta anónima “encontrada en las abanzadas” : ¿De qué podían valer sus precisiones relativas al plazo de ocho días que se le daba en aquélla al Dr. Varela para “desdecirse de lo que había publicado contra el Presidente Oribe dos días antes”?

¿Quién ignora-en efecto- que casi podría decirse sin exageración que en El Comercio del Plata desde su aparición en 1845 día por día los ataques y acusaciones más ofensivas y agraviantes al General Oribe?

¿Y cómo manejarse entonces para dar con el artículo o suelto del Dr. Varela que precisamente a los dos días de aparecido suscitó la tremenda reacción relatada bajo juramento de decir la verdad por D. Juan N. Madero?

¡A la vista está! El desaprensivo cuñado y socio del Dr. Varela no se atrevió –y tampoco podía-ir más lejos de lo que fue en sus manifestaciones para dejar villanamente mezclado el nombre del General Oribe en las actuaciones iniciales del Proceso de Andrés Cabrera. Otros, basándose en su testimonio que por veraz no necesitaba respaldo documental vendrían después a ensanchar la brecha que dejó abierta. Su verdad, que hasta ahora nadie-que yo sepa-se había detenido a analizar pudo perdurar con holgura hasta 1920. Entonces se desplomó para siempre y véase que la parte principal en la culpa de este arrasamiento la vino a tener el propio D. Juan N. Madero por haberse dado el lujo de precisar en su declaración que el Oribista anónimo a que allí refiere prevenía al Dr. Varela que si no se desdecía de lo que había publicado contra el Presidente Oribe dos días antes, lo habían de matar antes de ocho días.

Estas dos precisiones formuladas por el declarante obligan-en efecto-inexorablemente a identificar la carta anónima de su relato con la de Un Vizcaíno que transcribí en el capítulo III de esta exposición hallada en el citado año en las circunstancias y lugar que allí expresé. Véase si no. La carta ultimátum de Un Vizcaíno le fija al Dr. Varela al igual que la invocada por D. Juan N. Madero el plazo de ocho días para la retractación que exige de lo que había escrito en agravio “de los que descienden de Mendibure, Menchaca y Allende”.

En la misma carta no se indica expresamente que el artículo o suelto que motiva la reación de Un Vizcaíno fue publicado dos días antes pero (¡tanto mejor para la identificación!) se fija como fecha de su expedición el 13 de enero de 1848 y justamente en la edición de EL Comercio del Plata del 11, vale decir de “dos días antes” fue que apareció el artículo que en seguida –y sólo en la parte que ahora interesa-voy a sacar del olvido:

“Empeñada la lucha (se viene refiriendo-con intención de justificarlo-al armamento de los extranjeros combatientes en la Defensa) la fortuna ha favorecido a nuestros enemigos. Muchos, muchísimos de los valientes defensores de Montevideo han sucumbido con gloria. Su número es hoi reducido; mientras que, Rosas, dueño absoluto de 13 provincias argentinas, ha podido estar constantemente llenando los claros que el cañón de Montevideo hacía en sus filas. Nosotros somos hoi pocos, ellos son muchos, el elemento extrangero que hai de nuestro lado establece el equilibrio. ¿Es acaso por eso menos nuestro el derecho o mayor la justicia de ellos?

De nuestro lado hai pocos nacionales; del lado de ellos no hai ninguno. En nuestro campo hai extrangeros al lado de los nacionales; en el de ellos no hai nacionales todos son extrangeros. (!!!)

Los extrangeros que nos ayudan (nótese que se olvida deliberada e imprudentemente de los “Cazadores Vascos”) hablan francés e italiano. Dos hermosas lenguas, por cierto, que no pueden darnos sino progreso y civilización.

Los extrangeros que ayudan a Oribe son Vascos escapados de las filas de D. Carlos, o hablan el castellano de las pampas. Unos y otros (cierra brutalmente) representan el atraso y la barbarie.”

Este es el párrafo del Dr. Varela que provocó la carta ultimátum de Un Vizcaíno. ¡Este es el párrafo que dio motivo sustancial a los Cazadores Vascos para su alzamiento en rebeldía del 9 de marzo! ¡Este es el párrafo que llevó a los Voluntarios de Oribe a la realización del simulacro de fusilamiento que verificaron el martes de Carnaval-7 de marzo- en la calle Ancha de la Restauración!

Por lo demás-y termino-la carta ultimátum de Un Vizcaíno no fue escrita en el campo sitiador ni encontrada, por lo tanto, “en las abanzadas” como declaró Juan N. Madero. Basta leer con cuidado su texto para ver claro que la redacción de la misma pertenece a un Vasco que estaba lejos de sus compatriotas servidores del General Oribe con las armas en la mano. Pero hay más aún; dicha carta –como se recordará- aparece fechada el 13 de enero en la Línea de Fortificaciones y ese día justamente los Cazadores Vascos cumplieron el servicio de la Gran Guardia, que se localizaba en el centro de dicha Línea. La prueba documental de ello quedó fijada en el ya muchas veces citado Diario del Coronel Lista que escuetamente dice al respecto: “A las seis salieron (de la Línea Interior) por el Portón del Centro 370 pertenecientes al Regimiento de Cazadores Vascos de Servicio de la Gran Guardia por 24 horas”

FELIPE FERREIRO

OBRA CONSULTADA

"Panegíricos periodísticos en el Río de la Plata-Discusiones memorables", Manuel Azaña- Horacio Haddad- Editorial Clavel, Buenos Aires, 1949