El Gaucho Martín Fierro (1894)/V
Yo andaba desesperao,
Aguardando una ocasión
Que los indios un malón
Nos dieran y entre el estrago
Hacérmeles cimarrón
Y volverme pa mi pago.
Aquello no era servicio
Ni defender la frontera—
Aquello era ratonera
En que sólo gana el juerte—
Era jugar á la suerte
Con una taba culera.
Allí tuito va al revés:
Los milicos son los piones,
Y andan en las poblaciones
Emprestaos pa trabajar—
Los rejuntan pa peliar
Cuando entran indios ladrones.
Yo he visto en esa milonga
Muchos Jefes con estancia,
Y piones en abundancia,
Y majadas y rodeos;
He visto negocios feos
A pesar de mi inorancia.
Y colijo que no quieren
La barunda componer—
Para eso no ha de tener
El Jefe, que esté de estable,
Más que su poncho, y su sable,
Su caballo y su deber.
Ansina, pues, conociendo
Que aquel mal no tiene cura,
Que tal vez mi sepoltura
Si me quedo iba á encontrar,
Pensé en mandarme mudar
Como cosa más sigura.
Y pa mejor, una noche
Qué estaquiada me pegaron,
Casi me descoyuntaron
Por motivo de una gresca—
¡Ay juna, si me estiraron
Lo mesmo que guasca fresca!
Jamás me puedo olvidar
Lo que esa vez me pasó:—
Dentrando una noche yo
Al fortín, un enganchao,
Que estaba medio mamao,
Allí me desconoció.
Era un gringo tan bozal,
Que nada se le entendía—
¡Quién sabe de ánde sería!
Tal vez no juera cristiano;
Pues lo único que decía
Es que era papolitano.
Estaba de centinela
Y por causa del peludo
Verme más claro no pudo,
Y esa fué la culpa toda—
El bruto se asustó al ñudo
Y fí el pavo de la boda.
Cuando me vido acercar:
«¿Quién vívore?»... preguntó
«Qué vívoras, —dije yo—
«Ha garto» —me pegó el grito:
Y yo dije despacito:
«Más lagarto serás vos».
Ay no más — Cristo me valga!
Rastrillar el jusil siento—
Me agaché, y en el momento
El bruto me largó un chumbo—
Mamao, me tiró sin rumbo
Que si nó, no cuento el cuento.
Por de contao, con el tiro
Se alborotó el avispero—
Los oficiales salieron
Y se empezó la junción—
Quedó en su puesto el nación—
y yo fí al estaquiadero.
Entre cuatro bayonetas
Me tendieron en el suelo—
Vino el mayor medio en pedo,
Y allí se puso á gritar,
«Pícaro te he de enseñar
Andar reclamando sueldos»
De las manos y las patas
Me ataron cuatro cinchones—
Les aguanté los tirones
Sin que ni un ¡ay! se me oyera,
Y al gringo la noche entera
Lo harté con mis maldiciones.
Yo no sé porqué el Gobierno
Nos manda aquí a la frontera,
Gringada que ni siquiera
Se sabe atracar á un pingo—
Si creerá al mandar un gringo
Que nos manda alguna fiera!
No hacen más que dar trabajo
Pues no saben ni ensillar,
No sirven ni pa carniar;
Y yo he visto muchas veces
Que ni voltiadas las reses
Se les querían arrimar.
Y lo pasan sus mercedes
Lengüetiando pico á pico
Hasta que viene un milico
A servirles al asao—
Y eso si, en lo delicaos,
Parecen hijos de rico.
Si hay calor, ya no son gente,
Si yela, todos tiritan—
Si usté no les da, no pitan
Por no gastar en tabaco,—
Y cuando pescan un naco
Uno al otro se lo quitan.
Cuando llueve se acoquinan
Como perro que oye truenos—
Qué diablos —sólo son güenos
Pa vivir entre maricas—
Y nunca se andan con chicas
Para alzar ponchos ajenos.
Pa vichar son como ciegos,
No hay ejemplo de que entiendan,
Ni hay uno solo que aprienda
Al ver un bulto que cruza,
A saber si es avestruza,
O si es ginete, ó hacienda.
Si salen á perseguir
Después de mucho aparato,
Tuitos se pelan al rato
Y va quedando el tendal—
Esto es como en un nidal
Echarle güebos á un gato.