El Chancellor/Capítulo I
El Chancellor.
I.
¿He hecho bien ó mal?
Salimos del muelle de la Batería á las tres de la tarde en la plena mar. El re flujo nes envia rápidamente á mar alta; el capitan Huntly ha hecho desplegar todas las velas altas y bajas, y la brisa del Norte impulsa al Chancellor al través de la bahía. Pronto doblamos el fuerte Sumter, y dejamos á la izquierda las baterías rasantes de la costa. A las cuatro de la tarde, el estrecho, por donde se escapa una rápida corriente de reflujo, da paso al buque, pero la alta mar está todavía lejos, y para alcanzarla hay que seguir los estrechos pasos que las olas han abierto entre los bancos de arena.
El capitán Huntly entra, pues, en el canal del Sudoeste, y pone el faro de la punta por el ángulo izquierdo del fuerte Sumpter. Las velas del Chancellor ciñen el viento, y á las siete pasamos rasando la última punta arenosa de la costa y nos lanzamos al Atlántico.
El Chancellor, buen buque de tres pales y de 900 toneladas, pertenece á la rica casa de Leard hermanos, de Liverpool.
Es un buque de dos años, forrado y claveteado en cobre, entablado con madera de teca, y cuyos palos bajos, salvo el de mesana, son de hierro, lo mismo que el aparejo. Este buque, sólido y fino, cotizado como de primera clase en el Veritas, verifica en este momento su tercer viaje entre Charleston y Liverpool. Al salir de los pasos de Charleston se ha arriado el pabellón británico, pero al ver el buque, un marino no podria engañarse acerca de su origen: es sin duda lo que parece ser, es decir, inglés desde la línea de flotación al tope de los mástiles.
Véase por qué he tomado pasaje á bordo del Chancellor que vuelve á Inglaterra.
No existe ningún servicio directo de vapores entre la Carolina del Sur y —l Reino Unido. Para tomar una línea trasoceánica, es necesario, ya subir por el Norte de los Estados Unidos hasta Nueva York, ya bajar por el Sur hasta Nueva Orleans. Entre Nueva York y el antiguo continente funcionan varias líneas, inglesa, francesa, hamburguesa, y un Escotia, un Pereire ó un Holsatia me habrían conducido rápidamente á mi des— tino. Entre Nueva Orleans y la Europa, los buques de la Compayia nacional de vapores que se unen á la linea francesa trasatlántica de Colón y de Aspinwall.
hacen rapidas travesias. Pero recorriendo los mu—lles de Charleston vi al Chancellor, me agradó. y no sé qué instinto me impulsó á bordo de este buque, cuyos alojamientos eran bastante cómodos. Por otra parte, la navegación en buques de vela cuando está favorecida por el viento y el mar, es casi tan rápida como la que se hace en buques de vapor, y más preferible bajo todos conceptos. Al principio del otoño en esas latitudes, ya bajas, la estación es todavía hermosa; por lo tanto, me decidi á tomar pasaje en el Chancellor.
¿He hecho bien ó mal? ¿Tendré que arrepentirme de mi determinación? El porvenir lo dirá. Escribo estas notas día por día, en el momento actual no sé más que los que lean este diario, si este diario está destinado á ser leído.