—Pues en ti, fuente, se mira
Porque su beldad retrates,
Y los rayos de sus ojos
Reverberan tus cristales,
Deja, fuente, que los míos
Agua en tus aguas derramen,
Que las aguas con las aguas
Se borran o se deshacen:
Porque si sueltos dejara
Entrambos a dos raudales,
Pusieran fuego a la tierra
Según al verterlas arden.
Y al menos, como en tus ondas
No han de quedar sus señales,
El consuelo de no verlas
Hará que menos amarguen.
Como a ella, pues, la duplicas
Sus contornos celestiales,
Haz, reflejando mi duelo,
Que yo mismo me acompañe.
Engáñame con mi sombra
Porque yo mismo me engañe
Pensando que lloran dos,
Uno en mí, y otro en mi imagen.
Porque tú no sabes, fuente,
Cuánto endulzan los pesares
Las lágrimas de otro triste
Que llora duelos iguales.
Pero ya que no me guardas,
Por traición o por desaire,
Sobre tus aguas sus formas
Porque yo aquí no las halle,
Deja que, llorando en ellas,
Que salga al jardín aguarde,
Por verla pasar de lejos
Aunque indiferente pase,
Pues he de ser tan humilde
Y tan respetuoso amante,
Que porque no la dé enojos
El disgusto de encontrarme,
He de volverme de espaldas
Mirando hacia tus cristales.
Pero prométeme, fuente,
Que si por fortuna sale,
Cuando yo mire tus ondas,
Tus ondas me la retraten.
Así a tu blando murmullo
Enajenadas las aves;
A compás del agua trinen
Enamorados compases;
Así juguetonas vengan
En tu corriente a bañarse,
Robando al alba matices
Que por tus espejos cambien.
Y tantas a verte acudan,
Que cuando el sol se levante
Piense que, en vez de rocío,
Las nubes lloraron aves.
Así te arrullen las hojas
Que tapizan esos árboles,
Porque no sientan las flores
Que si te adormeces, calles.
Así en ti las flores viertan
El bálsamo de sus cálices
Brotando de hoy a porfía
En tus bordes a millares.
Y así cayendo tus aguas
Desde la taza de jaspes,
A gotas las tornasole
El rojo sol de la tarde,
Y partiéndolas en hebras
Cuando como espejos salen
Las rico, columpie y trence
Suelto y revoltoso el aire.