El "no sé qué"
de José Alonso y Trelles


No hay güelta que derle, hermano,
Nace el gáucho pa ser güeno,
Y, a lo mejor, es veneno
L'agua que lo hace cristiano.
Tuvo para mí mala mano
El que me puso la sal,
Porque es sino tan bagual
El que rumbo me señala,
Que p'andar siempre en la mala
Tengo una suerte especial.

Ricien me apuntaba el bozo
Cuando me juí a una carreras,
Y, de güenas a primeras,
Me armó ayí camorra un mozo.
El gáucho de, fama asnsioso,
Echó el resto en la pertida;
Pero al tráerme la envestida
¡Dios lo perdone al paisano!
A mí se me jué la mano,
Y a él se le escapó la vida.

Arremolinió el gauchaje,
Se desmayó el mujerio,
Y yo, viendo cerca el río,
Pa sus montes armé viaje.
Tantié en el freno al coraje,
Y, viendo que me sobraba,
Grité con voz que me ahugaba:
"Al que me cobre esa muerte
Lo vi'hacer pitar del juerte
Si no echa aqueyo mi tama".

Y ahí tiene a un crioyo, aparcero,
Que, inocente y sin malicia,
Pa no ver con la Justicia
Se dió la vida a matrero.
No jué por amor al cuero,
Sino por la dinidá;
Porque ¿a dónde un crioyo irá
Aue respeto se le guarde,
Si saben que por cobarde
Se entregó a la autoridá?

¡Pucha y que vida aporreada
La de andar como avestruz
Gambetiándole a la luz
Pa no cáer en en la voltiada!
Suerte que la gente honrada
Con tuita delicadeza
Da al gáucho por su por su guapeza,
No sin miles sacrificios,
Como pa engañar vicios
Y cuerpiarle a la pobreza.

Y no falta un corazón
Que apenáo de su abandono
Le pida al del gáucho un trono
Pa gozar su adoración.
Nació ansina esta pasión
Que es aún mi ánsia más querida,
Se abrió ansinita esta herida
Que no ha e cerrarse más nunca,
Y que ya pa siempre trunca
Dejó la dicha e mi vida.

Jueron unos ojos magros
Que a claridá e a luna
C erquita e una laguna
Me brindaban sus halagos;
Ojos pa mi suerte aciagos,
Que domando mi altivez,
Sentir la necesi dá
De alcanzar mi libertá
Pa esclavizarme otra vez.

Era e una islita e talas
Ande, al cáer las tardecitas,
Como casal de zuritas
Arroyábamos las alas.
Yenaba amor con sus galas
De dulce encanto las horas.
Que, a nuestra dicha traidoras,
Por odio al nocturno luto
Maniaban en un minuto
Las tardes con las auroras.

En la isla, ayudáo por Dios,
Y con la maña al carancho,
Tejí con fajina un gancho
Pa vivir en él los dos.
dispués, diciendo ciego en pos
De más sigura alegría,
Fiáo en que eya me juraba,
Como quien tira a la taba
Me entregué a la Polecía.

Y áhi, no más, vino el sumario,
Y el entrevero e papeles
Acoyaráo con las hieles
Del preguntadero diario.
Como cuentas de un rosario
Po'entre dudas
y reveses
Jueron pasando los meses
Sin tráerme ni una esperanza,
Qu el dolor del reo no alcanza
La compasión de los Jueces.

Eya, mi única pasión,
¡Pobre cachirlita viuda!
Yevaba a mi celda muda
Cada día una ilusión.
Pero faltó una ocasión,
Aquella en que redepente
Dentró a decirme un teniente
Que mi causa se cerraba
Poque el Juez me declaraba
Asuelto por inocente.

Me vide libre y volé
Ande me esperaba el nido,
Pero yevando prendido
En el alma un "no sé qué".
Ahugáo a la isla yequé,
Y...¡ah malhaya du fasía!
El "no sé qué" jué que había
De encontrar mi rancho solo
Como nidito e chingolo,
Dispués de volar la cría.

1921.