Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

ECOS DEL ALMA.

editar

(PARA UN ALBUM)


CRUZANDO voy el valle de la vida
Infeliz, fatigado caminante
        Por dilatado erial,
Sin que encuentre la mente entristecida
Con que curar del corazón amante
        El íntimo pesar.

Cruzando voy, cual hoja que arrebata
COn ímpetu feroz allá en los montes
        El ábrego cruel;
Ya me acerca á la horrible catarata,
Ya me lleva á lejanos horizontes
        En desigual vaivén.

Y si paso entre rosas purpurinas,
Nunca aspiro su aroma apetecible,
        Ni admiro su matiz;
Enclávanse en mi pecho sus espinas
Y un ¡ay! me arranca mi dolor terrible
        Cuando me siento herir.

No escucho los murmurios de las fuentes,
Ni á mí llega el acento melodioso
        De alegre colorín.
Solo escucho la voz de los torrentes
O del siniestro cárabo medroso
        El lúgubre gemir.

En vano busco en mi fatal camino
El vivo lampo que en mis sueños veo
        De fúlgida ilusión;
Que luchando en los brazos del destino,
Va plegando sus alas mi deseo
        Al golpe del dolor.

¿En dónde está la luz de mi esperanza?
¿Dónde la dicha que mi sér aliente
        Y embriague el corazón?

¿Qué, no brilla un lucero en lontananza,
Nuncio feliz de la mujer ardiente
        Que ame cual amo yo?

No lo sé, y en tan triste desvarío
En las brisas mis lánguidos acentos
        Se elevan sin cesar.
Hasta que me hunda en el sepulcro frío
Y piérdanse mis bárbaros tormentos
        En la honda eternidad....

En tanto tú, simpática criatura.
Que sin cesar mirando te recreas
        Tu grato porvenir.
Sin comprender la agena desventura,
Cuando estos versos solitaria leas,
        Acuérdate de mí.