V.

Hijo del egoismo el tal sistema habia reinado muchísimos años sobre la plaza sin extenderla un palmo, sin fijar un adoquin en sus angostas calles y sin salir del paso de sus récuas de mulos; pero atesorando enormes positivos caudales que llevaban la abundancia desde el hogar del propietario al sotabanco del bracero. Hijo el otro del entusiasmo, lanzóse á la calle, destruyó lo viejo, removió la tierra, reparó, creó y combinó; y hubo un instante en que pareció anegarse el país en la abundancia; en que el confort llegó hasta el fregadero, y las costumbres rechispearon de flamantes y vistosas, y creyó el más pobre que habia caído de pié en mitad de la famosa Jauja; pero no se echó de ver que los recursos que desatentadamente iba creando el delirio de la ambición, no podian con el peso de las necesidades que de los mismos se desprendian; que, como muchas sustancias de la naturaleza, el crédito, en dosis prudentes, es elemento de vida, y en exageradas proporciones tósigo violento; y sucedió el marasmo á la efervescencia, la penuria á la abundancia, el duelo á la alegría, y los remordimientos á tanta ilusión deslumbradora.

Sin embargo; pródigo el hijo de D. Apolinar, aún le sirve de alivió en medio de su desgracia la contemplación de la obra que contribuyó á su ruina, y mira, con cierto orgullo justificable, la parte que de sus actuales bellezas y comodidades le debe su pueblo. Avaro el padre, en idéntica situación, en su tiempo, nada encontrara que poner enfrente de su imaginación sino el recuerdo desesperante de su perdido tesoro.

Lo cierto es que con los generosos instintos del uno, y la reflexiva parsimonia del otro, podia haberse hecho una mezcla de peregrinos resultados; pero tambien es verdad, que si el hombre se colocara una vez siquiera en el justo medio de la razón, esa vez haria traición á una de las más esenciales condiciones de su naturaleza: elequivocarse en la mitad, por lo ménos, de todo lo que cabila y ejecuta.