Dos rosas y dos rosales: 32
1849.
editarRosa estuvo a las puertas de la muerte:
Pero su juvenil naturaleza
Fue, por fortuna, que su mal más fuerte.
Al cabo de diez días de su lecho
Se levantó sumida en la tristeza
Más honda; taciturna, casi inerte:
Siempre con su pasión dentro del pecho;
Siempre esperando a Carlos con firmeza,
Ya de verle volver sin confianza,
Mas de que vuelva aun con la esperanza,
Pues la esperanza en quien de veras quiere
Solo muriendo quien espera muere.
Su padre, que jamás probado había,
En su vida de joven borrascosa,
Ese infinito amor que Dios envía
Solo a las almas predilectas, no osa
Turbar el duelo del amor de Rosa,
Y tolera su triste compañía
Porque él también a su manera siente
Honda inquietud por su sobrino ausente.
El trece de febrero
Se apeó ante la puerta del castillo
Juan Diego de Astudillo,
Mozo de buen talante,
Tan diestro e intrigante
Como audaz y valiente,
Criado de Don Juan, y confidente
Que viene de Don Juan por mensajero,
Y portador de un pliego interesante.
El pliego contenía
De Don Juan una carta y ejemplares
De periódicos varios, portugueses,
Españoles e ingleses,
Sobre cuyas columnas se veía
En distintos lugares,
Señalado a la margen con la pluma,
Un párrafo de triste contenido
Que en diferentes lenguas era en suma
Un artículo mismo traducido,
Y en distinta edición reproducido.
Don Gil se avizoró cuando la vista
Al extender sobre papeles tales
Le saltó a ella el nombre de Rosales
Repetido en lo impreso; mas la pista
Al quererle seguir por los renglones,
Más pronto para ver de qué se trata,
Vio que la historia que el papel relata
Confirma sus secretas aprehensiones.
Y como todavía
No ha entrado, que yo sepa, el universo
En tan lata poético-manía
Que escriban sus artículos en verso
De Lisboa y de Londres los diarios;
Y como puede haber lectores varios,
Gente de exactitud meticulosa
Demasiado formal y escrupulosa,
Y capaz de tacharme de ridículos
Mis esfuerzos y afanes
Por reducir a versos en mi cuento
El más indispensable documento,
El trato epistolar de mis galanes
y otros tales precisos adminículos,
Daremos aquí en prosa
La carta de Don Juan, y los artículos
Que enviaba adjuntos a Don Gil y a Rosa.
A mas de que, si en verso los pusiera,
Pudiera ser muy bien que alguno hubiera
Capaz de suponer que yo lo invento;
Mas claro: no faltara quien creyera
Que, al dar mi cuento por historia, miento,
Y que es falsa esta historia verdadera;
Y pues que de mi crédito es asunto
Quiero poner las cosas en su punto.