Dormido, Manzanares discurría
Túrbase el poeta de verse favorecido
Dormido, Manzanares discurría
en blanda cama de menuda arena,
coronado de juncia y de verbena,
que entre las verdes alamedas cría,
cuando la bella pastorcilla mía,
tan sirena de Amor, como serena,
sentada y sola en la ribera amena,
tanto cuanto lavaba; nieve hacía .
Pedíle yo que el cuello me lavase,
y ella sacando el rostro del cabello,
me dijo que uno de otro me quitase.
Pero turbado de su rostro bello,
al pedirme que el cuello le arrojase,
así del alma, por asir del cuello.