Don Álvaro o La fuerza del sino: 12
Escena primera
Pág. 12 de 50
|
Don Álvaro o La fuerza del sino - Segunda jornada |
---|
ESTUDIANTE | (Cantando en voz recia al son de la guitarra, y las tres parejas bailando con gran algazara.) Poned en estudiantes |
MESONERA | (Poniendo una sartén sobre la mesa.) Vamos, vamos que se enfría... (A la criada.) Pepa, al avío |
ARRIERO | (El del cribo.) Otra copita. |
ESTUDIANTE | (Dejando la guitarra.) Abrenuncio. Antes de todo la cena. |
MESONERA | Y si después quiere la gente seguir bailando y alborotando, váyanse al corral, o a la calle, que hay una luna clara como de día. Y dejen en silencio el mesón, que si unos quieren jaleo, otros quieren dormir. Pepa, Pepa...¿no digo que basta ya de zangoloteo...? |
TÍO TRABUCO | (Acostado en sus arreos.) Tía Colasa, usted está en lo cierto. Yo, por mí, quiero dormir. |
MESONERO | Sí, ya basta de ruido. Vamos a cenar. Señor alcalde, eche su merced la bendición, y venga a tomar una presita. |
ALCALDE | Se agradece, señor Monipodio. |
MESONERA | Pero acérquese su merced. |
ALCALDE | Que eche la bendición el señor licenciado. |
ESTUDIANTE | Allá voy, y no seré largo, que huele el bacalao a gloria. In nomine Patri et Filii et Spiritu Sancto. |
TODOS | Amén. (Se van acomodando alrededor de la mesa, todos menos Trabuco.) |
MESONERA | Tal vez el tomate no estará bastante cocido, y el arroz estará algo duro... Pero con tanta Babilonia no se puede... |
ARRIERO | Está diciendo comedme, comedme. |
ESTUDIANTE | (Comiendo con ansia.) Está exquisito... especial; parece ambrosía... |
MESONERA | Alto allá, señor bachiller; la tía Ambrosia no me gana a mí a guisar, ni sirve para descalzarme el zapato, no señor. |
ARRIERO | La tía Ambrosia es más puerca que una telaraña. |
MESONERO | La tía Ambrosia es un guiñapo, es un paño de aporrear moscas; se revuelven las tripas de entrar en su mesón, y compararla con mi Colasa no es regular. |
ESTUDIANTE | Ya sé yo que la señora Colasa es pulcra, y no lo dije por tanto. |
ALCALDE | En toda la comarca de Hornachuelos no hay una persona más limpia que la señora Colasa, ni un mesón como el del señor Monipodio. |
MESONERA | Como que cuantas comidas de boda se hacen en la villa pasan por estas manos que ha de comer la tierra. Y de las bodas de señores, no le parezca a usted, señor bachiller... Cuando se casó el escribano con la hija del regidor... |
ESTUDIANTE | Con que se le puede decir a la señora Colasa, tu das mihi epulis accumbere divum |
MESONERA | Yo no sé latín, pero sé guisar... Señor alcalde, moje siquiera una sopa. |
ALCALDE | Tomaré, por no despreciar, una cucharadita de gazpacho, si es que lo hay. |
MESONERO | ¿Cómo que si lo hay? |
MESONERA | ¿Pues había de faltar donde yo estoy?... Pepa (A la moza.), anda a traerlo. Está sobre el brocal del pozo, desde media tarde, tomando el fresco. (Vase la moza.) |
ESTUDIANTE | (Al arriero que está acostado.) Tío Trabuco, hola, tío Trabuco; ¿no viene usted a hacer la razón? |
TÍO TRABUCO | No ceno. |
ESTUDIANTE | ¿Ayuna usted? |
TÍO TRABUCO | Sí, señor, que es viernes. |
MESONERO | Pero un traguito... |
TÍO TRABUCO | Venga. (Le alarga el mesonero la bota, y bebe un trago el tío Trabuco.) ¡Jú! Esto es zupia. Alárgueme usted, tío Monipodio, el frasco del aguardiente para enjuagarme la boca. |
MOZA | Aquí está la gracia de Dios. |
TODOS | Venga, venga. |
ESTUDIANTE | Parece, señor alcalde, que esta noche hay mucha gente forastera en Hornachuelos. |
ARRIERO | Las tres posadas están llenas. |
ALCALDE | Como es el jubileo de la Porciúncula, y el convento de San Francisco de los Ángeles, que está aquí en el desierto, a media legua corta, es tan famoso... Viene mucha gente a confesarse con el Padre Guardián, que es un siervo de Dios. |
MESONERA | Es un santo. |
MESONERO | (Toma la bota y se pone de pie.) Jesús; por la buena compañía y que Dios nos dé salud y pesetas en esta vida, y la gloria en la eterna. (Bebe.) |
TODOS | Amén. (Pasa la bota de mano en mano.) |
ESTUDIANTE | (Después de beber.) Tío Trabuco, tío Trabuco, ¿está usted con los angelitos? |
TÍO TRABUCO | Con las malditas pulgas y con sus voces de usted, ¿quién puede estar sino con los demonios? |
ESTUDIANTE | Queríamos saber, tío Trabuco, si esa personilla de alfeñique, que ha venido con usted, y que se ha escondido de nosotros, viene a ganar el jubileo. |
TÍO TRABUCO | Yo no sé nunca a lo que van ni vienen los que viajan conmigo. |
ESTUDIANTE | ¿Pero... es gallo, o gallina? |
TÍO TRABUCO | Yo de los viajeros no miro más que la moneda, que ni es hembra ni es macho. |
ESTUDIANTE | Sí es género epiceno, como si dijéramos hermafrodita... Pero veo que es usted muy taciturno, tío Trabuco. |
TÍO TRABUCO | Nunca gasto saliva en lo que no me importa; y buenas noches, que se me va quedando la lengua dormida, y quiero guardarle el sueño; sonsoniche. |
ESTUDIANTE | Pues señor, con el tío Trabuco no hay emboque. Dígame usted, nostrama (A la mesonera.), ¿por qué no ha venido a cenar el tal caballerito? |
MESONERA | Yo no sé. |
ESTUDIANTE | Pero, vamos, ¿es hembra o varón? |
MESONERA | Que sea lo que sea; lo cierto es que le vi el rostro, por más que se lo recataba, cuando se apeó del mulo, y que lo tiene como un sol; y eso que traía los ojos de llorar y de polvo, que daba compasión. |
ESTUDIANTE | ¡Oiga! |
MESONERA | Sí señor; y en cuanto se metió en ese cuarto, volviéndome siempre la espalda, me preguntó cuánto había de aquí al convento de los Ángeles, y yo se lo enseñé desde la ventana, que como está tan cerca se ve clarito, y... |
ESTUDIANTE | ¡Hola, con que es pecador que viene al jubileo! |
MESONERA | Yo no sé. Luego se acostó; digo, se echó en la cama, vestido, y bebió antes un vaso de agua con unas gotas de vinagre. |
ESTUDIANTE | Ya, para refrescar el cuerpo. |
MESONERA | Y me dijo que no quería luz, ni cena, ni nada, y se quedó como rezando el rosario entre dientes. A mí me parece que es persona muy... |
MESONERO | Charla, charla... ¿Quién diablos te mete en hablar de los huéspedes?... Maldita sea tu lengua. |
MESONERA | Como el señor licenciado quería saber... |
ESTUDIANTE | Sí, señora Colasa; dígame usted... |
MESONERO | (A su mujer.) ¡Chitón! |
ESTUDIANTE | Pues señor, volvamos al tío Trabuco. Tío Trabuco, tío Trabuco. (Se acerca a él y le despierta.) |
TÍO TRABUCO | ¡Malo!... ¿Me quiere usted dejar en paz? |
ESTUDIANTE | Vamos, dígame usted, ¿esa persona cómo viene en el mulo, a mujeriegas o a horcajadas? |
TÍO TRABUCO | ¡Ay qué sangre!... De cabeza. |
ESTUDIANTE | Y dígame usted, ¿de dónde salió usted esta mañana, de Posadas o de Palma? |
TÍO TRABUCO | Yo no sé sino que tarde o temprano voy al cielo. |
ESTUDIANTE | ¿Por qué? |
TÍO TRABUCO | Porque ya me tiene usted en el purgatorio. |
ESTUDIANTE | (Se ríe.) ¡Ah, ah, ah!... ¿Y va usted a Extremadura? |
TÍO TRABUCO | (Se levanta, recoge sus jalmas y se va con ellas muy enfadado.) No señor; a la caballeriza, huyendo de usted, y a dormir con mis mulos, que no saben latín, ni son bachilleres. |
ESTUDIANTE | (Se ríe.) ¡Ah, ah, ah, ah! Se atufó... Hola, Pepa, salerosa, ¿y no has visto tú al escondido? |
MOZA | Por la espalda. |
ESTUDIANTE | ¿Y en qué cuarto está? |
MOZA | (Señala la primera puerta de la derecha.) En ese... |
ESTUDIANTE | Pues ya que es lampiño, vamos a pintarle unos bigotes con tizne... Y cuando se despierte por la mañana reiremos un poco. (Se tizna los dedos y va hacia el cuarto.) |
ALGUNOS | Sí... sí. |
MESONERO | No, no. |
ALCALDE | (Con gravedad.) Señor estudiante, no lo permitiré yo, pues debo proteger a los forasteros que llegan a esta villa, y administrarles justicia como a los naturales de ella. |
ESTUDIANTE | No lo dije por tanto, señor alcalde... |
ALCALDE | Yo sí. Yo no fuera malo saber quién es el señor licenciado, de dónde viene y adónde va, pues parece algo alegre de cascos. |
ESTUDIANTE | Si la justicia me lo pregunta de burlas o de veras, no hay inconveniente en decirlo, que aquí se juega limpio. Soy el bachiller Pereda, graduado por Salamanca, in utroque, y hace ocho años que curso sus escuelas, aunque pobre, con honra, y no sin fama. Salí de allí hace más de un año, acompañando a mi amigo y protector el señor licenciado Vargas, y fuimos a Sevilla, a vengar la muerte de su padre el marqués de Calatrava, y a indagar el paradero de su hermana, que se escapó con el matador. Pasamos allí algunos meses, donde también estuvo su hermano mayor, el actual marqués, que es oficial de Guardias. Y como no lograron su propósito, se separaron jurando venganza. Y el licenciado y yo nos vinimos a Córdoba, donde dijeron que estaba la hermana. Pero no la hallamos tampoco, y allí supimos que había muerto en la refriega que armaron los criados del marqués, la noche de su muerte, con los del robador y asesino, y que éste se había vuelto a América. Con lo que marchamos a Cádiz, donde mi protector, el licenciado Vargas, se ha embarcado para buscar allá al enemigo de su familia. Y yo me vuelvo a mi universidad a desquitar el tiempo perdido, y a continuar mis estudios; con los que, y la ayuda de Dios, puede ser que me vea algún día gobernador del Consejo o arzobispo de Sevilla. |
ALCALDE | Humos tiene el señor bachiller, y ya basta; pues se ve en su porte y buena explicación que es hombre de bien, y que dice verdad. |
MESONERA | Dígame usted, señor estudiante, ¿y qué, mataron a ese marqués? |
ESTUDIANTE | Sí. |
MESONERA | ¿Y lo mató el amante de su hija y luego la robó?... ¡Ay! Cuéntenos su merced esa historia, que será muy divertida: cuéntela su merced... |
MESONERO | ¿Quién te mete a ti en saber vidas ajenas? ¡Maldita sea tu curiosidad! Pues que ya hemos cenado, demos gracias a Dios, y a recogerse. (Se ponen todos en pie, y se quitan el sombrero como que rezan.) Eh, buenas noches; cada mochuelo a su olivo. |
ALCALDE | Buenas noches, y que haya juicio y silencio. |
ESTUDIANTE | Pues me voy a mi cuarto. (Se va a meter en el del viajero incógnito.) |
MESONERO | Hola, no es ése, el de más allá. |
ESTUDIANTE | Me equivoqué. (Vanse EL ALCALDE y LOS LUGAREÑOS; entra EL ESTUDIANTE en su cuarto; LA MOZA, EL ARRIERO y LA MESONERA retiran la mesa y bancos, dejando la escena desembarazada. EL MESONERO se acerca al hogar, y queda todo en silencio y solos EL MESONERO y LA MESONERA.) |