Doce años después
¡Todo se ha transformado en los lugares
que hoy recorro doliente y solitario,
y que fueron un tiempo el escenario
del drama de mi dicha y mis pesares!
Del corazón los ídolos y altares
juntos cubre del tiempo ya el sudario;
¡todo lo disipó su curso vario...
como el viento la espuma de esos mares!
¡Ay, en tan vasta ruina y tal mudanza,
sólo inmóvil mi espíritu subsiste,
huérfano del amor y la esperanza!
Y fiel a sus dulcísimas memorias,
pensativo contempla, y mudo y triste,
la tumba de sus sueños y sus glorias!