Divagaciones sentimentales: I
Vida de la ciudad: el tedio cotidiano,
los dulces sueños muertos y el corazón partido;
vida exterior y hueca, vida falsa, ¡océano
en que mi alma es igual a un esquife perdido!
No, dadme el reino puro del Silencio exquisito,
la Soledad de blancos pensamientos florida
y la torre interior abierta a lo Infinito
más allá del Dolor, del Tiempo y de la Vida.
Donde mi corazón —urna de melodía—
vierta en un verso triste su lírico tesoro;
y duerma en tu regazo —¡oh, sacra Poesía!—
¡frente al lirio, a la estrella, al tibio ocaso de oro!