Discusión:Capítulos que se le olvidaron a Cervantes/Capítulo I

Resulta evidente que la edición de esta versión electrónica de la obra tiene una dificultad consistente en que los diversos diálogos de los personajes están gráficamente los unos a continuación de los otros, pero en las mismas líneas del texto, lo que dificulta su lectura, pues cuesta diferenciarlos. Todos los párrafos están como amalgamados, sin diferenciar los puntos seguidos de los puntos aparte. No es esa la forma moderna en que se exponen los diálogos literarios en los textos novelísticos o de cuento. Coloco el siguiente ejemplo tomado del texto electrónico:

Texto no editado:

Capítulo I De la penitencia que a imitación de Beltenebros principió y no concluyó nuestro buen caballero don Quijote

La casualidad quiso que Rocinante tomase por una vereda que en dos por tres los llevó, al través de un montecillo, a un verde y fresco prado por donde corría manso un arroyuelo, después de caer a lo largo de una roca. El sol iba a ponerse tras los montes, y sus últimos rayos, hiriendo horizontalmente los objetos, iluminaban la cima de los árboles. El murmurio del arroyo que en cascaditas espumosas no acaba de desprenderse de la altura; el verde obscuro del pequeño valle donde tal cual silvestre florecilla se yergue sobre su tronco; el susurro de la brisa que está circulando por las ramas; el zumbido de los insectos invisibles que a la caída del sol cantan a su modo los secretos de la naturaleza, todo estaba convidando al recogimiento y la melancolía, y don Quijote no tuvo que hacer el menor esfuerzo para sentirse profundamente triste. -Tan grande es mi desventura, ¡oh amigo!, dijo, que se ha de prolongar más allá de mis días, pues no veo que hacia mí venga doncella ninguna con ninguna carta. Oriana fue menos cruel con Amadís, Onoloria con Lisuarte, Claridiana con el caballero del Febo: convencidas de su error en el negocio de sus celos, mandó cada cual una doncella a sacar a su amante de las asperezas donde estaba consumiéndose. Para mí no hay doncella, viuda ni paje que me traiga la cédula de mi perdón, y a semejanza de Tristán de Leonís habré de perder el juicio en estas soledades. Se apeó en este punto y se quedó inmóvil, apoyado en su lanza, muy persuadido de que un mundo de amor y dolor estaba gravitando sobre él. Contemplole un buen espacio su escudero; mas viendo que la apasionada criatura se dormía en sus pensamientos, se atrevió a interpelarle de este modo: -¿Así piensa vuesa merced pasar la noche, señor don Quijote? Si la señora Dulcinea tuviera noticia de este martirio, aún no tan malo; pero atormentarse el jaque mientras la coima está solazándose, sabe el diablo con qué buena pécora, no me parece puesto en razón. Quiérala vuesa merced, mas no hasta perder el hambre ni el sueño; que ellas no lo suelen pasar mal en consideración a nuestras amarguras. Hijos de tus bragas, y bueyes de tus vacas, señor. Del viejo el consejo: oiga vuesa merced el mío, y dejando para mejor ocasión la penitencia, monte a caballo, y vámonos adelante, que tiempo no nos ha de faltar para morir de apasionados mientras hay hembras en el mundo.


Sin embargo, de acuerdo a la moderna convención(uso de guiones, puntos aparte), los diálogos entre los personajes deberían exponerse de la siguiente forma:

Texto editado:

Capítulo I De la penitencia que a imitación de Beltenebros principió y no concluyó nuestro buen caballero don Quijote

La casualidad quiso que Rocinante tomase por una vereda que en dos por tres los llevó, al través de un montecillo, a un verde y fresco prado por donde corría manso un arroyuelo, después de caer a lo largo de una roca. El sol iba a ponerse tras los montes, y sus últimos rayos, hiriendo horizontalmente los objetos, iluminaban la cima de los árboles. El murmurio del arroyo que en cascaditas espumosas no acaba de desprenderse de la altura; el verde obscuro del pequeño valle donde tal cual silvestre florecilla se yergue sobre su tronco; el susurro de la brisa que está circulando por las ramas; el zumbido de los insectos invisibles que a la caída del sol cantan a su modo los secretos de la naturaleza, todo estaba convidando al recogimiento y la melancolía, y don Quijote no tuvo que hacer el menor esfuerzo para sentirse profundamente triste.

-Tan grande es mi desventura, ¡oh amigo! -dijo-, que se ha de prolongar más allá de mis días, pues no veo que hacia mí venga doncella ninguna con ninguna carta. Oriana fue menos cruel con Amadís, Onoloria con Lisuarte, Claridiana con el caballero del Febo: convencidas de su error en el negocio de sus celos, mandó cada cual una doncella a sacar a su amante de las asperezas donde estaba consumiéndose. Para mí no hay doncella, viuda ni paje que me traiga la cédula de mi perdón, y a semejanza de Tristán de Leonís habré de perder el juicio en estas soledades.

Se apeó en este punto y se quedó inmóvil, apoyado en su lanza, muy persuadido de que un mundo de amor y dolor estaba gravitando sobre él. Contemplole un buen espacio su escudero; mas viendo que la apasionada criatura se dormía en sus pensamientos, se atrevió a interpelarle de este modo:

-¿Así piensa vuesa merced pasar la noche, señor don Quijote? Si la señora Dulcinea tuviera noticia de este martirio, aún no tan malo; pero atormentarse el jaque mientras la coima está solazándose, sabe el diablo con qué buena pécora, no me parece puesto en razón. Quiérala vuesa merced, mas no hasta perder el hambre ni el sueño; que ellas no lo suelen pasar mal en consideración a nuestras amarguras. Hijos de tus bragas, y bueyes de tus vacas, señor. Del viejo el consejo: oiga vuesa merced el mío, y dejando para mejor ocasión la penitencia, monte a caballo, y vámonos adelante, que tiempo no nos ha de faltar para morir de apasionados mientras hay hembras en el mundo.


En el primer texto la lectura resulta dificultosa, fatigosa, cuesta diferenciar los diálogos de uno u otro personaje, mientras que en el segundo la lectura puede resultar más fluida, pues los diálogos están claramente diferenciados. Me propongo, en consecuencia, editar el texto con el fin de adaptarlo a la moderna convención que rige la exposición de diálogos literarios en su expresión novelística y de ese modo facilitar la lectura de esta importante obra.

UNIZAGA

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