Discurso sobre la educación: II

Discurso sobre la educación popular sobre los artesanos y su fomento
de Pedro Rodríguez de Campomanes
Capítulo II


eduar mora el mejor == II - Del dibujo ==

Si se exceptúan los oficios, que se ocupan en el sustento ordinario de los hombres, en los acarreos, en apacentar los ganados, y labrar la tierra, los demás por lo común requieren arte y regla.

El jurisconsulto Marciano distingue oficio y arte. El primero se entiende del nudo ministerio, como el del criado, del jornalero, del arriero, del peón de albañil, y generalmente todos aquellos trabajos, que consisten en la mera aplicación a la fatiga corporal; cuya enseñanza no necesita reglas, ni otra cosa que ver la faena, y ponerse a ella.

El arte consta de reglas, y no se debe confundir propiamente hablando con el oficio. Y así las antepone Gaspar de los Ríos a los oficios, diciendo: «Las artes mecánicas no se saben naturalmente, porque requieren tiempo y doctrina, para aprender sus reglas, y preceptos; y cuanto más dificultosas, y más tiempo han menester, tanto menos tienen de mecánicas.»

Así se explica aquel escritor, sobre la distinción de los oficios y las artes. Y aunque no me conformo con sus deducciones, convengo en que los oficios no necesitan de reglas, y les basta la pura imitación, disposición natural y fuerzas.

Es verdad, que en el modo común de hablar, se suele denominar a las artes oficios, porque en realidad todo arte es oficio; pero no al contrario.

Por artes sólo entiendo a las que necesitan de reglas y aprendizaje; y en estas voy a proponer la utilidad, y necesidad del dibujo.

También me tomo la confianza de afirmar, que únicamente florecen las artes en los países, donde se ha hecho común su uso: que lo era antes en España, y ahora parecerá novedad a los que sólo miran lo presente, para decidir de lo que ha tenido trato sucesivo.

Pablo de Cespedes ha casi doscientos años, que explicó la excelencia y necesidad del diseño, con mucha energía:


¿Cuál principio conviene a la noble arte?
El dibujo, que él solo representa
Con vivas lineas que redobla,
Quanto aire, la tierra y mar sustenta.


Francisco de Olanda, Pintor Portugués, de mucha práctica y teórica, sobre estas materias, dice así: «El cual dibujo es la cabeza, y llave de todas estas cosas, y artes de este mundo».

En otras partes de la misma obra manuscrita, repite Olanda con mucha precisión, la necesidad absoluta del dibujo para las artes, inclusas las de la guerra; y trae un caso especial de lo que sucedió al Emperador Carlos V, y a los Españoles en Provenza por la falta de no tener carta, o diseño del país, al paso sobre el Rodano.

Juan de Arfe y Villafañe dio propiamente un tratado del dibujo, dividido en cuatro libros.

En los dos primeros puso las reglas comunes del diseño, que entonces no eran tan conocidas, y las tocantes a la anatomía externa del cuerpo humano.

En el tercero se extendió al dibujo de los animales y aves; contrayéndose en el cuarto a la enseñanza de la platería.

Habla en su prólogo del dibujo con el nombre de grafidia, como cosa esencial a los artesanos, diciendo: «Grafidia, que es dibujo, para diseñar las historias, y cosas que hubiere fabricado el artífice en la imaginación».

Como si dijera: que no sólo se ejercita en representar al vivo las cosas naturales; sino también todas las invenciones humanas de las artes; no siendo posible darlas a entender suficientemente con qualquier explicación que sea, sin el auxilio del diseño; ni de fijar un modo constante, y arreglado de ejecutarlas.

El método de Arfe, aplicado a cada oficio, y a los instrumentos y máquinas respectivas, dará a los aprendices, oficiales, y maestros un curso completo del diseño, que necesitan; y ahora sólo se ejercita por lo común en las partes de cuerpo humano.

Luis Fernández gravo con agua fuerte unos principios de dibujo, sacados de las obras del celebre pintor Josef Ribera, llamado en Italia el españoleto, que fue uno de los mejores profesores de todas las naciones.

Estos principios se estamparon también en París el año de 1650 en casa de Pedro Mariette.

Don Josef García Hidalgo estampó sus principios de dibujo con un prologo instructivo, y unas octavas en que resume los preceptos, que merecen alabanza; y la tendrá siempre grande por su celo a la nación, y por el esfuerzo con que sacó su obra: destituido de todo aprecio, y por puro amor a la patria, en un tiempo en que había decaído entre nosotros el buen gusto. En ninguna faltan hombres de bien, superiores a los vulgares. Fue caballero de la orden de San Miguel, y pintor de cámara en su última edad de Felipe V. habiendo escrito su obra en el Reinado de Carlos II.

Francisco Pacheco, uno de los más célebres pintores de la escuela sevillana, se explica muy al intento: persuadido de la importancia y necesidad del dibujo para las artes; pues aunque parece contraerse al suyo de la pintura, se verá que la sentencia es aplicable a las artes y oficios en general.

«De la segunda causa (son sus palabras) de introducir las pinturas e imágenes, que se atribuye a la utilidad, claramente puede ser juez cada uno, discurriendo consigo. Considerando el alivio y el reparo, que esta arte trae hoy a los hombres: ya con renovar las cosas antiguas; cubrir las disformes; hacer parecer ricas las pobres; e ilustrar las despreciadas; y enriquecer con poca costa por medio de los pinceles, lo que no se podría con mucho oro. A que se junta toda la utilidad, que se halla en la guerra y en la paz del representar los sitios, las regiones, las provincias, los reinos, y todo el mundo; y poner en dibujo entre los ojos todas las cosas, que deseamos ver; y lo que más importa, hallar admirable enseñanza por medio de este arte en el conocimiento de las cosas naturales; que figuradas y coloridas dan verdadera noticia de árboles, plantas, aves, peces, animales, piedras, y otras mil diferencias de cosas varias, y peregrinas: sin la cual habría mucha dificultad y obscuridad en el conocimiento de ellas, como se experimenta. Por donde podríamos con razón decir, no sólo que es más útil, que las otras profesiones; pero que no hay arte o ciencia, que no reciba de la pintura grandísimo provecho. Y como cosa tan conocida de los antiguos, los incitaba a abrazarla, y ejercitarla con tanta diligencia, por ser de maravilloso fruto.»

Al mismo propósito habla con más concisión, y no menor propiedad este gran hombre: suegro, y maestro del insigne pintor Velázquez.

«Porque todo lo imita el dibujo del pintor, que el es de donde se enriquecen casi todas las artes y ejercicios convenientes al uso de los hombres. Y principalmente la escultura, arquitectura, platería, bordadura, arte de tejer, y otros inumerables, tocantes a traza y perfiles. Y para significar de cualquier cosa la hermosura, y buena gracia de su forma, vemos que se dice que tiene dibujo.»

Vicente Carducho, Pintor de cámara de Felipe IV, había manifestado antes el mismo dictamen, para recomendar la importancia del dibujo en todo arte por muy breves palabras: «Siempre que oigas decir dibujo, entiende por antonomasia, que es la perfección del arte.»

La jurisdicción del dibujo se estiende a todo lo visible, y a lo ideal, para presentar los objetos reales, y las ideas inventadas fielmente a la vista. Este admirable hallazgo de los hombres se llama por algunos escritura viva; y así lo declara muy bien el célebre poeta, y pintor Don Juan de Jauregui.

«Por ser tan eruditos los Griegos, dieron a la pintura más atento nombre, que otras lenguas: pues como obra más viva, y de más alma y eficacia, que la historia y escritos, la llamaron zografía: lo mismo que escritura viva. De manera que los escritos más advertidos son obras muertas, respecto de la primera, que tiene alma, y es viva escritura. Y esta alma y vida no consiste en hermosos colores, ni en otros materiales externos;. sino en lo íntimo del arte y su inteligencia, para ajustar preciso el dibujo con seguro contorno, y delineamentos.»

Cerrará el número de las pruebas Don Antonio Palomino, que escribió a principios de este siglo, y es buen juez en la materia.

«Cualquier artefacto y obra de los oficios más humildes, consta de una cierta simetría, organización, y buen perfil, cuyo acento subministra el dibujo: como se califica en los que cada día se ofrecen a los pintores en algunas cosas, que contienen especial dificultad o novedad; poniéndolas en dibujo, y forma inteligible, para que lo ejecuten los artífices inferiores; y reduciéndolo a reglas de buena simetría con medida y proporción. Y como se confirma en las mismas trazas, que los arquitectos ejecutan para sus obras; alumbrandolas de claro, y oscuro, las cuales son pinturas monocromadas, como ya dijimos; y en tanto serán mejores, en cuanto el artífice tuviere más noticia de la pintura, y del dibujo.

De todo deduce Don Antonio Palomino, que generalmente las artes, y oficios están bajo de la dirección arquitectónica del dibujo.

Don Félix Lucio de Espinosa en su pincel, afirma poéticamente que la pintura, en que comprende el dibujo, tiene en los mismos elementos la jurisdición, e imperio que se les ha negado a las demás artes.

Cuando todos estos escritores hablan de pintura, entienden la corrección exacta del dibujo, y prescinden casi del colorido. En este sentido, y no en el material de aplicar los colores, recomiendan la pintura, tomándola por el dibujo, ya sea con sólo el claro y obscuro, o animado de la propiedad de las tintas.

La experiencia de nuestros días, desde la crección de la academia de San Fernando, hace evidencia de la utilidad y necesidad del dibujo: a vista del progreso, que todas las artes y oficios adquieren en el Reino por virtud de la enseñanza del diseño, que con utilidad ya se va propagando a otros pueblos por la enseñanza de los grandes maestros, individuos de este ilustre cuerpo, y por la imitación de sus excelentes obras.

Las artes y oficios, que inmediatamente no necesiten el dibujo, se ven precisadas a valerse de él, para dar a conocer sus instrumentos, máquinas, y operaciones: por cuyo medio se hacen perceptibles a los que no las saben, ni profesan.

Creo haber demostrado con la autoridad de nuestros mayores, y por las razones en que lo fundan, la importancia del dibujo para las artes. El que no se convenza con ellas, ni fíe de la opinión de tan señalados varones, y de la experiencia ajena; puede recurrir a la propia, para quedar persuadido. Dudo haya quien no lo esté; y así mi discurso servirá a los venideros, para seguir el camino, allanado por la academia de las artes.

Con estos fundamentos voy a proponer la enseñanza del dibujo en este lugar, como precisa; pudiendo prometerse la nación, que mediante este auxilio, recobrarán los oficios su esplendor, y el público tendrá dentro de España, quien trabaje en todos ellos las cosas, que necesitare, a su gusto por reglas, de que ahora carecen no pocos; sin poder dar razón de sus operaciones, ni aun copiar o imitar con acierto las piezas de su propio arte, que se les presentan; o las que proponen los dueños de obra, si estos tampoco saben demostrárselo con el lápiz.

Queda ya dicho, que los aprendices de tierna edad, y aun los de mayor robustez, han de tener menos horas de trabajo. Pero no debe ser con el objeto de que huelguen y vaguen: este tiempo le han de ocupar precisamente en asistir a la escuela de dibujo.

En Madrid, Sevilla, Valencia, y otras partes facilita esta enseñanza la Academia de las artes.

Donde no la hubiere, conviene establecer una escuela patriótica de dibujo al cuidado de las sociedades económicas de los amigos del país por la forma y método, que se propone en el discurso sobre el fomento de la industria popular.

Las horas de esta escuela, a imitación de la academia de las artes, deberían ser acomodadas, y distintas de las en que trabajan los artífices, para no impedir a los aprendices la asistencia a los talleres de sus maestros.

Estos no sólo no han de poder impedir, que sus aprendices vayan a la escuela de dibujo; sino celar el que necesariamente concurran sin escusa, ni falta alguna.

Para saber si se observa así, deberían alternar por días los maestros de cada gremio, a fin de pasar la matrícula de todos los aprendices de su oficio: saber los que hacen faltas; y avisarlo a su respectivo maestro, para que le corrija las ausencias voluntarias, y en caso de reincidir se dé parte a la justicia para el castigo y apremio necesario sin forma de proceso, ni exacción de costas: pues debe mirarse esta enseñanza, como una parte esencial de la policía gremial, y del aprendizaje.

La matrícula es fácil de pasar; señalando la hora determinada, a que deben entrar en la escuela de dibujo los discípulos, atendidas las diferentes estaciones del año. Concluida esta lista, puede el maestro volver a sus operaciones, sin notable dispendio de las tareas regulares.

Luego que estén dentro de la escuela de dibujo los aprendices de todos los oficios, será del cargo del profesor velar, en que permanezcan todo el tiempo destinado a la enseñanza; cerrando las puertas, para que no salgan; y teniéndoles dentro las comodidades necesarias, a fin de cortarles el pretexto de ausentarse clandestinamente a título de urgencias naturales, que se suelen pretextar, o de que abusan los desaplicados.

En estas escuelas no sólo se necesita dar las reglas generales de dibujo, y las partes del cuerpo humano; conviene también descender a los diseños de las máquinas, instrumentos, y operaciones propias del arte respectiva del aprendiz, luego que se halle adelantado en los principios de dibujo, comunes a todos; dividiendo a los discípulos ya adelantados, por clases del gremio o arte, a que pertenecen, y no antes; porque sería perjudicial.

Estos diseños se hallan en los libros de las artes, y en otros, que deberá haber en tales escuelas, con los demás que se vayan inventando: de modo que se hagan familiares, y comunes a toda la nación.

No es sólo útil el diseño a los aprendices de oficios y artes; conviene también, que los mancebos de mercaderes se dediquen a él, para distinguir los géneros en que comercian; y que sepan proponer a nuestros fabricantes y artesanos los de mejor gusto y despacho: ocupando útilmente unas horas, que les sobran en sus tiendas.

Aun es de suma ventaja, que la nobleza posea el dibujo, para discernir los muebles, coches, pinturas, edificios, telas, tapicerías, alfombras, y estofas de mejor gusto; a efecto de no ser engañados en lo que compran, y emplear con utilidad propia a los artesanos en las cosas de uso, o de gusto.

Ahora ni muchos de los que piden, y encargan estas manufacturas o muebles; ni los que las han de hacer, se entienden. De aquí resulta quedar todo ello fiado al capricho de los artistas, que suelen obrar destituidos de reglas, y gobernados de ordinario por una imitación ciega y arbitraria.

De donde debe inferirse, que mientras no sea general la inclinación, y la enseñanza del diseño en todos los pueblos considerables, no llegarán las artes, y oficios al punto deseado de perfección y esmero. Los maestros de primeras letras deberían saberle, y enseñarle en la escuela por obligación.