Discurso grabado para la Conferencia de Fundación de la IV Internacional
El 28 de octubre de 1938 una inspiradora reunión de masas en Nueva York celebró la fundación de la Cuarta Internacional conjuntamente con el décimo aniversario del movimiento trotskista de ese país. El imperialismo norteamericano no permitió que Trotsky se presentase en esta memorable conmemoración, pero de todos modos, una transcripción eléctrica del discurso que Trotsky había preparado ayudó a acercar su voz a la multitud.
Queridos camaradas y amigos:
Espero que esta vez mi voz llegue a todos para poder participar así de esta doble celebración de ustedes. Ambos acontecimientos, el décimo aniversario de nuestra organización norteamericana y el congreso de fundación de la Cuarta Internacional, son incomparablemente más dignos de la atención de los obreros que las gesticulaciones belicosas de los jefes totalitarios, las intrigas diplomáticas o los congresos pacifistas. Los dos hechos pasarán a ser importantes hitos históricos.
Es necesario remarcar que el surgimiento del grupo norteamericano de bolchevique-leninistas, gracias a la valiente iniciativa de los camaradas Cannon, Shachtman y Abern, no fue un hecho aislado. Coincidió, aproximadamente, con el inicio del trabajo internacional sistemático de la Oposición de Izquierda. Es verdad que la Oposición surgió en Rusia en 1923, pero la tarea regular a escala internacional comenzó con el Sexto Congreso de la Comintern.
Sin haber tenido un encuentro personal previo, llegamos a un acuerdo con los pioneros norteamericanos de la Cuarta Internacional, antes que nada, acerca de la crítica la programa adoptado por la Internacional Comunista. Luego, en 1928, comenzó el trabajo colectivo que, después de diez años, llevó a la elaboración del programa recientemente adoptado en nuestra Conferencia Internacional.
Tenemos derecho a afirmar que nuestro trabajo en esta década no sólo ha sido persistente y paciente sino también honesto. Los bolchevique-leninistas, los pioneros internacionales, nuestros camaradas de todo el mundo, buscaban el camino de la revolución, como genuinos marxistas, no en sus sentimientos y deseos, sino en el análisis de la marcha objetiva de los acontecimientos. Pero sobre todo, nos guiaba el deseo de no engañar a los demás ni a nosotros mismos. Investigamos seria y honestamente y hemos encontrado cosas importantes. Los hechos han confirmado nuestros análisis y nuestros pronósticos. Nadie puede negarlo.
Ahora es necesario continuar fieles a nuestro programa y a nosotros mismos. No es fácil, las tareas son tremendas y los enemigos innumerables. Tenemos el derecho de usar nuestro tiempo y atención para celebrar sólo en la medida en que las lecciones del pasado puedan servirnos para prepararnos para el futuro.
Queridos amigos, el nuestro no es un partido como cualquier otro. Nuestra ambición no se limita a tener más miembros, más periódicos, más dinero, más diputados... Todo eso es necesario, pero no es más que un medio. Nuestro objetivo es la total liberación material y espiritual de los trabajadores y los explotados a través de la revolución socialista. Nadie, excepto nosotros, podrá guiarla y dirigirla. Las antiguas Internacionales: la Segunda, la Tercera, la de Ámsterdam y podemos agregar también el Buró de Londres están completamente podridas. Los grandes eventos que se precipitan sobre la humanidad no dejarán piedra sobre piedra, de estas organizaciones que aún hoy sobreviven.
Sólo la Cuarta Internacional puede mirar al futuro con confianza. ¡Es el partido internacional de la Revolución Socialista! Jamás hubo una tarea tan importante. Sobre cada uno de nosotros pesa una tremenda responsabilidad histórica. El Partido nos exige una entrega total y completa. Dejen que los filisteos busquen su individualidad en el vacío; para un revolucionario entregarse completamente a su Partido significa encontrarse a sí mismo.
Sí, nuestro Partido nos toma por enteros; pero a cambio nos ofrece la mayor de las felicidades: la conciencia de que participamos en al construcción de un futuro mejor, de que llevamos en nuestras espaldas una porción del destino de la humanidad y de que nuestras vidas no han sido vividas en vano. La fidelidad a la causa de los trabajadores nos exige una absoluta fidelidad a nuestro partido internacional.
Por supuesto, el partido también puede equivocarse. Pero con el esfuerzo común corregiremos esos errores. Puede infiltrarse en sus filas elementos poco valiosos. Pero con el esfuerzo común podremos eliminarlos. Las millares de personas que entren mañana en sus filas pueden no tener la educación necesaria. Pero con el esfuerzo común podremos elevar su conciencia revolucionaria. Pero nunca debemos olvidar que nuestro partido es hoy la mayor palanca de la historia. Sin ellas no somos nada, pero con esta palanca en nuestras manos somos todo.
No somos un partido como los demás. No en vano la reacción imperialista mundial nos persigue furiosamente. Y los sicarios a su servicio son agentes de la camarilla bonapartista de Moscú. Nuestra joven Internacional ya cuenta con muchas víctimas. En la Unión Soviética se cuentan por millares, en España por decenas, en otros países por unidades. En este momento, los recordamos a todos con gratitud y amor. Sus espíritus están con nosotros en la lucha. Los verdugos, conducidos por su estupidez y su cinismo, creen que pueden atemorizarnos. ¡Se equivocan!
Los golpes nos volverán más fuertes. La política bestial de Stalin no es más que una política desesperada. Es posible matar a algunos soldados de nuestro ejército, pero no atemorizarlos. Amigos, repitamos nuevamente en este día de celebración: ¡no podrán atemorizarnos!
La camarilla del Kremlin solo necesitó de diez años para estrangular al Partido Bolchevique y transformar al primer Estado Obrero de la historia en una siniestra caricatura. La Tercera Internacional necesitó de diez años para abandonar su propio programa y convertirse en un cadáver descompuesto. ¡Diez años, solo diez años!
Permítanme terminar con una predicción: en los próximos diez años el programa de la Cuarta Internacional se transformará en al guía de millones de personas. Y esos millones de revolucionarios sabrán como mover el cielo y la tierra.
¡Viva el Partido Socialista de los Trabajadores de Estados Unidos!
¡Viva la Cuarta Internacional!