Discurso en el Palacio de la Exposición

Pájinas libres - Manuel González Prada

Señores:[1]

La Memoria del señor Márquez manifiesta los progresos que el Círculo Literario realizó hasta el día; la fiesta de hoi asegura los que realizará mañana.

En oposición a los políticos que nos cubrieron de vergüenza i oprobio se levantan los literatos que prometen lustre i nombradía. Después de los bárbaros que hirieron con la espada vienen los hombres cultos que desean civilizar con la pluma.

La nación debería regocijarse al ver que jóvenes predominan en las filas del Círculo Literario: una juventud que produce obras de arte es una Primavera que florece.

Sólo de jóvenes podía esperarse la franca libertad en la emisión de las ideas i l'altivez democrática en el estilo. Ellos, escandalizando a los timoratos i asustadizos, lanzan el pensamiento sin velarle con frases ambiguas ni mutilarle con restricciones oratorias: saben que si la verdad quema como el hierro candente, ilumina i fecunda como el Sol.

Para pensar i escribir libremente, par'acometer empresas fecundas, se necesita aprovechar el fujitivo entusiasmo de la edad en que el músculo guarda vigor y el cerebro lucidez. Cuando pasa la juventud, cuando mostramos la frente emblanquecida por las canas i escondemos la consciencia ennegrecida por las prevaricaciones, empiezan las sinuosidades en las ideas, las transacciones con el error i hasta los pueriles miedos de ultratumba. ¡Cuántos hombres dejan ver en sus últimos años la capucha del monje bajo el gorro frijio de la libertad!

El pensamiento esclavo no merece llamarse pensamiento; i la literatura que desdeña o teme basarse en las deducciones de la ciencia positiva puede constituir una restauración arqueolójica, digna de archivarse en las galerías de un museo; pero no un edificio viviente que arranque el aplauso de los contemporáneos i despierte l'admiración de la posteridad. Las hipótesis de la Ciencia no atesoran menos inspiración que todas las afirmaciones de las añejas teogonías. La poesía humana i útil, la que salva el mar de los siglos i vive más joven cuanto más vieja, tuvo carácter de verdadera, porque todo el arte del poeta consiste en vestir de púrpura la verdad i hacerla moverse a compás del ritmo.

Las Musas de l'antigüedad duermen el sueño de la muerte bajo el artístico mármol de Paros, la Fe de la Edad media desciende a hundirse en el polvo de las catacumbas; pero las fuentes de la inspiración no se agotan ni se agotarán. La Ciencia tiene flores inmortales de donde pueden las abejas estraer miel de poesía.

El Arte ocupa la misma jerarquía que Relijión i Ciencia. Como posee música o ritmo, escede a la Ciencia en armonía; i como no depende de creencias locales ni se manchó jamás con sangre, escede a la Relijión en lo universal i lo inmaculado.

Para muchos necios i también para unos cuantos sabios, el artista se reduce a un ser estraviado en el camino de la vida ¡como si la disquisición del filósofo, el escolio del erudito, el discurso del orador, el artículo del periodista o el informe del abogado, fueran superiores al cuadro del pintor, a la partitura del músico, al monumento del arquitecto, a la estatua del escultor, al himno del poeta! El hombre que pierde los cabellos de su frente i acorta la vista de sus ojos, velando por engrosar las pájinas de un libro consagrado a la instrucción o entretenimiento de sus semejantes, merece tanta gloria como el misionero que va de montaña en montaña predicando el amor entre los hombres, como el médico que lucha brazo a brazo con la muerte en la ciudad asolada por la peste, como el soldado que pelea valerosamente en el campo de batalla.

Concluyo, señores, empleando el yo importuno i enojoso. No cuento con bagaje literario, i sucedo en la presidencia del Círculo al escritor que supo deleitarnos con la Sabatina i la Novia del Colejial; carezco de iniciativa, i me veo desde hoi a la cabeza de un'agrupación destinada a convertirse en el partido radical de nuestra literatura. Mas una consideración me alienta: yo no vengo a guiar, sino a ser arrastrado por el buen camino.

  1. El génesis de este discurso se encuentra en "Contestación del presidente electo, sr. Manuel González Prada". Este escrito responde a una conferencia de Luis Enrique Martíez, "Discurso del presiente saliente sr. Luis Enrique Martínez" en el momento de ser elegido González Prada presidente del Círculo Literario. Los dos pueden encontrarse en La Revista Social, año III, núm. 170 (8 de noviembre de 1887); el discurso de Martínez, 325-326; el de González Prada, 326-327.