Discurso del diputado Ezequiel Padilla con motivo de la expropiación petrolera realizada por el presidente Lázaro Cárdenas

Discurso del diputado Ezequiel Padilla con motivo de la expropiación petrolera realizada por el presidente Lázaro Cárdenas
de Ezequiel Padilla Peñaloza

Compañeros senadores y diputados: La actitud del señor Presidente de la República expropiando la industria petrolera envuelve los destinos de México. Aquél que considere que este problema va a ser resuelto en veinticuatro horas, o en una semana o en un mes, no ha advertido la trascendental y enorme importancia del acto realizado por el señor Presidente. México, con la actitud del señor Presidente Cárdenas, inicia una batalla que puede ser de larga duración, pesada y difícil.

El Presidente Cárdenas se ha enfrentado no sólo a las compañías petroleras, sino, por solidaridad, al Capitalismo, a las grandes industrias, a los trusts poderosos. De manera que sobre este tema no se puede hablar así muy a la ligera. Si ponemos la mano en el pulso de la Nación, no encontrarán ustedes un optimismo desenfadado; ¡no! Hay expectación, hay hondísima preocupación; esa expectación y esa preocupación que se siente cuando comienza una batalla difícil en la cual están involucrados los destinos mismos de un país. Y para librar esta batalla hay que estar apercibidos. Por esa razón, la primera impresión que yo siento es que vamos descaminados en las proposiciones que se hacen. El país no quiere agitación; en este momento no es la hora de encrespar la opinión; es un minuto de sacrificio, es un minuto de concentración y de pensar cada uno en la forma de cumplir su deber. Yo no creo que el país necesite propaganda, ni necesite la actitud del Presidente que se haga labor de exaltación; no. Un acto como el que acaba de realizar el Presidente tiene el respaldo auténtico del país, porque es una cosa patriótica. Y si hay un valor moral verdaderamente puro en la vida de México, sobre todo en la segunda mitad de su vida independiente, es que cada vez que hay una tesis genuinamente patriótica el pueblo se unifica. Yo no creo que ésta sea hora de agitación, sino de oír la palabra del Presidente cuando dice: "Yo no quisiera que se gastaran las energías". Es hora de sencillez. Cuando los temas son grandes, las actitudes espectaculares son pobres. Y éste es un tema grande; hay que responder con sobriedad, hay que responder con dignidad. Una Comisión Permanente en la que está fincado el Poder Legislativo, debe ser, sobre todo, digna; debe ser serena. En este momento no creo yo que sea hora de estar haciendo manifestaciones de adhesión en una forma que pueda traducirse en mítines propios de temas no difundidos; no. Esta es una hora en que necesitamos todos concentrarnos y responder a la actitud del Presidente, no con actitudes espectaculares; respaldarlo con las únicas actitudes que nos pueden servir. El enemigo que México va a desafiar, no va a ofrecernos una batalla campal. Nosotros creemos, tenemos la confianza, de que en los Estados Unidos se respetará la soberanía de México, que, dentro de la ley, está cumpliendo con su deber y atendiendo virilmente a sus intereses. No; la batalla a que todos debemos estar prestos, es la de la bancarrota, es la de la pobreza, es la de la miseria financiera, es la de la desconfianza pública que en esta ocasión se torna en un enemigo terrible del pueblo mexicano. Y para eso son fuertes todas estas poderosas compañías, todos estos trusts riquísimos. Por esa razón yo creo que debemos obrar con sencillez. En este momento viene a mi memoria una palabra dicha por Lincoln en la hora dura en que él combatía a los esclavistas. Sus amigos a cada instante le llevaban sus proposiciones y le hacían

manifestaciones y le querían aconsejar en determinado sentido. Pero él les dijo estas palabras: "Si ustedes vieran que su riqueza estaba en manos de un hombre que necesitaba salvarla cruzando el Niágara, y que para cruzar el Niágara tenía que marchar sobre el cable, ¿quien de ustedes le gritaría: mira hacia arriba, mira hacia abajo, mira hacia el Norte, hacia el Occidente? Ninguno. Todos ustedes guardarían silencio; cada uno de ustedes contendría hasta la respiración y esperarían a que hubiera pasado el peligro".

"Guardad silencio, yo estoy en este momento -agregaba Lincoln- llevando la responsabilidad y el peso de la República. Tened fe". Yo creo que esta actitud patriótica sí salvará. Esa es la actitud que yo señalaría: guardar silencio; tener confianza en el Presidente de la República, que no obra por impreparación o por capricho. Yo creo que su obra patriótica se salvará. Pero si alguno quisiera aprovechar este momento, este momento difícil para México, para encrespar la situación - para en lugar de fomentar la confianza, que es la salvación de esta época y de este minuto trascendental - hacer una manifestación de fuerza o exhibir una ambición personal, estaría obrando antipatrióticamente. Yo creo que la Comisión Permanente debe decir sencillamente: Tenemos confianza en la actitud del Presidente de la República. (Aplausos.)