Discurso del Presidente de la República en 1845


<< Autor: Manuel Bulnes


Discurso del Presidente de la República en 1845


Conciudadanos del senado y de la cámara de diputados:

Rodeado otra vez de vosotros, uno mis sentimientos a los vuestros para ofrecer al Todopoderoso el homenaje de nuestra reverente gratitud por los favores que continúa derramando sobre nuestra cara patria.

Las relaciones exteriores de esta república permanecen en el pie de paz y amistad de que se os dio cuenta en la anterior apertura del congreso.

Tengo todo motivo de esperar que nuestro tratado con la reina de España, en el que ha sido reconocida solemnemente la independencia de la república, será ratificado por S. M., y las ratificaciones canjeadas dentro del término estipulado. De esta manera nuestras relaciones con todas las secciones del antiguo imperio español quedarán asentadas sobre bases de sólida y permanente amistad, que animen y aceleren el desarrollo de nuestros intereses recíprocos.

La negociación del tratado entre esta república y la Francia, ha estado por algún tiempo suspensa. Se pusieron en conocimiento del plenipotenciario del rey de los franceses las modificaciones que por nuestra parte parecieron necesarias en el proyecto original, y me sería muy satisfactorio que el gobierno de S. M. no hallase inconveniente en acceder a ellas.

Me es sensible deciros que por una comunicación emanada del gobierno de S. M. B., me hallo instruido de que en el tratado de comercio y navegación estipulado entre esta república y la Gran Bretaña, y pasado a la aprobación de las cámaras, se han presentado a aquel gobierno objeciones sustanciales que no permitan ratificarlo.

Se han iniciado con la Bélgica negociaciones para la celebración de un tratado de navegación y comercio, y podéis estar seguros de que en las estipulaciones que contenga, me ceñiré cuidadosamente a los principios que en otros tratados semejantes han servido de norma al sistema económico y comercial de Chile.

En las negociaciones pendientes para el arreglo de los reclamos interpuestos por los Estados Unidos de Norteamérica, tiene el gobierno la convicción de haber procedido con justicia y con una ejemplar moderación, como podrán juzgarlo las cámaras a vista de los documentos que el ministro de Relaciones Exteriores someterá a su examen en la memoria de su departamento. El segundo reclamo del Macedonio se interpuso después de veinte años de silencio de los interesados, que contentándose con una simple protesta dirigida al gobierno poco después de la captura, dejaron trascurrir ese espacio de tiempo sin dar paso alguno, teniendo todas las facultades posibles para intentar su acción, o para ocurrir a otros medios en el caso de una denegación de justicia. Rechazando una demanda articulada, cuya larga demora no han podido justificar los reclamantes, ha creído el gobierno conformarse a las reglas observadas por las cortes de presas y reconocidas por los más eminentes publicistas; pero aun cuando se hubiese engañado en este concepto, tengo el sentimiento de deciros que la mención que se ha hecho de este asunto en un documento solemne del primer magistrado de aquella gran nación, no está concebida en los términos de amistad y cortesía que habían caracterizado las comunicaciones entre los dos gobiernos, y que nuestra conducta en este mismo reclamo no nos ha hecho desmerecer. Las cuestiones relativas al Macedonio han dado motivo a investigaciones prolijas en las que el gobierno ha tenido que luchar con embarazos multiplicados que han producido demoras inevitables. Sus resultados, aun incompletos como han sido, pondrán en toda su luz la integridad de la administración chilena, y su respeto a los derechos de los ciudadanos de los Estados Unidos, al mismo tiempo que su celo en la justa proyección de los intereses de esta república.

Solicito vuestra atención al tratado con la Nueva Granada. No creo que es menester recordaros lo que interesa a la prosperidad de Chile el afianzamiento y extensión de nuestras comunicaciones con aquella importante sección del continente Sur americano, provista de puertos en el Pacífico, y llamada por la naturaleza a un cambio mutuamente provechoso de sus producciones con las nuestras.

Me asiste la esperanza de que la residencia de un ministro plenipotenciario argentino cerca de este gobierno, con instrucciones que según su propia declaración han sido dictadas por sentimientos en alto grado amistosos, francos y desinteresados, acelerará la discusión y decisión de los reclamos pendientes, y de que en otras ocasiones he dado cuenta al congreso.

Nada tengo que añadir a lo que se os ha dicho en ocasiones anteriores sobre nuestra demanda a la república de Bolivia. Hay que ajustar con ella una cuestión de límites a la que un nuevo artículo de comercio ha dado recientemente una importancia inesperada, y que pueden resultar (como ya ha sucedido) serios compromisos a nuestra bandera, y motivos de disensión que deseamos sinceramente evitar.

Las vicisitudes a que ha estado sujeta la administración del Perú, han impedido llevar a efecto el reconocimiento definitivo de nuestras demandas a aquella república. Me siento animado a esperar que algunas providencias obtenidas por el encargado de negocios que acaba de regresar a Chile, proporcionarán al fin a las personas e intereses de los ciudadanos chilenos la inmunidad a que tienen derecho los extranjeros pacíficos, y de que bajo los gobiernos anteriores se han visto frecuentes e inexcusables violaciones. Un orden estable que fomente las relaciones entre dos pueblos que tienen tantos motivos de respetarse, y que remueva todo justo motivo de queja, es uno de los votos más fervorosos de la administración chilena.

Animado de iguales sentimientos de amistad fraternal y de simpatía hacia los demás miembros de la nueva familia de Estados del continente americano, he deseado ansiosamente la realización del proyectado congreso general de sus representantes, en Lima; pensamiento que a pesar del prolongado retardo, producido por causas que conocéis y que varias veces he tenido ocasión de lamentar, no dejaré de promover con la solicitud constante que corresponde a su importancia. Miro en él una gran garantía de paz, unión y estabilidad para los gobiernos americanos.

Estos objetos se han tenido también presentes en las medidas tomadas para la momentánea confinación del general San Cruz en el territorio de Chile. Dar fin a las restricciones que fue preciso imponer a su libertad personal por consideraciones de incuestionable justicia, es un objeto en el que se ha trabajado incesantemente, y que espero obtener en breve, en términos que aseguren al ex protector el goce de una existencia tranquila y decorosa, pero que no ocasione nuevas alarmas a las repúblicas del Sur.

En el departamento del Interior, tengo la satisfacción de presentar a vuestra vista el mismo cuadro de paz doméstica y de concordia civil que, por algunos años ha granjeado a la nación chilena la estimación de las potencias extranjeras. Veo señales evidentes de que este elemento de consistencia y vida echa cada día más hondas raíces en las costumbres chilenas, y ellas me hacen esperar confiadamente que continuará en todos sentidos el desarrollo de los gérmenes de civilización e industria, que jamás han dejado de medrar al abrigo de la libertad y la paz.

Las vías de comunicación han dado su ocupación no interrumpida a los desvelos del gobierno. Pero es preciso recordar la limitación de los medios de que puede disponerse para multiplicarlas y mejorarlas. Uno de los más esenciales es un número competente de ingenieros, tanto para la apertura y construcción de caminos, como para la de canales, puentes y otras obras de que tiene urgente necesidad el país.

La mayor parte de las municipalidades han dado a las cuentas de sus entradas y gastos la regularidad que en las de casi todas ellas se echaba de menos. Pero la escasez de sus rentas en muchos departamentos, no les permite, a pesar de la más severa economía, proveer competentemente, aun a los objetos más esenciales de que están encargadas. El régimen municipal ofrece uno de los más lamentables vacíos en nuestra legislación actual. El gobierno se afana por llenarlo, y para ello ha formado un proyecto de ley, en cuyo examen se ocupa al presente el consejo de Estado y que espero podré someter en breve a la discusión del congreso.

Las últimas noticias recibidas de la colonia del Estrecho confirman al gobierno en la idea de que el punto elegido reúne las condiciones necesarias para el fomento de aquella naciente población. Prodúcense allí, según los experimentos que hasta ahora han podido hacerse, la mayor parte de los frutos de nuestro suelo, y la tierra parece encerrar abundantes minas de carbón de piedra.

La voz pública se unirá sin duda a la mía al haceros mención de la regularidad y orden que continúan observándose en los establecimientos de beneficencia, gracias a la cristiana piedad y al patriótico celo de los ciudadanos bajo cuya inspección se hallan.

En el ramo de Justicia se han hecho y siguen haciéndose las mejoras posibles. Se ha proporcionado a los tribunales un local más cómodo y decente, y se ha puesto a su alcance una rica colección de las obras más estimables de legislación y jurisprudencia. Se han creado nuevos oficios públicos en los departamentos donde más se hacía sentir su necesidad. Se ha dado a luz una recopilación de las leyes relativas a la administración de justicia en los pleitos de menor cuantía, distribuyéndolas en el orden de materias para facilitar a los funcionarios que la ejercen el desempeño de su cargo. Se han construido no pocas cárceles con las divisiones convenientes, y se han dado auxilios para la construcción de otras. En tres años y medio se habrá levantado el edificio de la penitenciaría, cuyo muro de circunvalación está a punto de concluirse.

He seguido prestando a las necesidades del culto una atención constante, persuadido como lo estoy de la trascendental importancia de este objeto en el interés de la religión y de la moral pública, condiciones necesarias de toda civilización y cultura.

A las misiones se han dado cuantiosos auxilios; se han enviado nuevos misioneros a Valdivia; se han originado nuevos templos; se han suministrado fondos para la erección de otros; otros se reparan o se levantan de sus ruinas. Se han establecido también nuevas parroquias; se han dividido algunas; y se han pedido informes para mejorar la circunscripción de todas, de manera que, si es posible, se haga oír la divina palabra en todos los ángulos de la república, y se ponga al alcance de todos los fieles la distribución de los socorros espirituales.

Entre estos objetos hay uno que empeñará sin duda toda vuestra solicitud, como la mía; y es la designación de un digno pastor para la iglesia metropolitana de Santiago.

Como me limito a haceros un bosquejo ligero de los cuidados de la administración, dejando al ministro respectivo el encargo de daros todos los pormenores oportunos, me bastará por ahora deciros, relativamente al ramo de Instrucción Pública: que se ha provisto a la creación de un número considerable de escuelas para niños de ambos sexos; se han erogado fondos para la construcción de algunos edificios destinados a estos establecimientos; que se han planteado nuevas casas de educación; que se trabaja incesantemente en mejorar la enseñanza y la economía interior en las que existen; y que se aumenta el número de clases en los colegios y particularmente en el instituto nacional, facilitándose en lo posible la adquisición de aquellos conocimientos, cuya aplicación práctica es más necesaria en nuestra condición social. El consejo de la universidad se ha ocupado y se ocupa en completar la organización del cuerpo y de sus dependencias en todo el territorio de la república, y se han acordado reformas que harán más extensa y sólida la instrucción que recibe la juventud en los colegios.

En el ramo de Guerra y Marina, me es grato deciros que no tengo motivos de alterar el honroso concepto que otras veces os he expresado sobre el espíritu, orden y disciplina que distinguen a los valientes servidores de la república en todos los departamentos de la fuerza armada.

He creído hace algún tiempo que las escasas dotaciones del ejército, adaptadas a una época crítica, en la que la nación luchaba con dificultades de todo género, debían fijar la atención del congreso, y que era llegada ya la oportunidad de proporcionarlas de algún modo a las necesidades reales, al subido precio a que se han elevado todos los artículos de subsistencia, y a la paga con que suele recompensarse en otras partes a los defensores del Estado.

Me he contraído particularmente a fomentar la instrucción del ejército: la academia militar, por el pie en que se halla y los resultados que empieza a producir, inspira lisonjeras esperanzas, y las escuelas que se han establecido en diferentes cuerpos harán participar de la enseñanza elemental a las clases inferiores que tanto la necesitan.

La defensa de las costas y fronteras es un punto cuya importancia no es menester encareceros. Creo indispensable proceder a la compra de la artillería necesaria para guarnecer nuestros fuertes y baterías, y con este objeto me apresuraré a someteros un proyecto de ley.

Se halla pendiente en la cámara de senadores el que en el año anterior se os presentó para la compra de un vapor y dos buques menores. Os recomiendo su despacho, que tanto interesa a la actividad del servicio marítimo, a la observancia de las leyes fiscales, y a la facilidad de nuestras comunicaciones con las costas e islas de la república, y con la naciente colonia del Estrecho. En la marina se echa de menos una organización análoga a las circunstancias del país, y es necesario proveer también a la instrucción de varias clases que la componen; puntos que me propongo dirigir en breve a la consideración del congreso.

Hay otro asunto que merece vuestras serias meditaciones. Nuestra marina mercante no progresa con la celeridad que debíamos prometernos de la extensión general del comercio, de los derechos que las leyes dispensan a la bandera nacional, y de las reconocidas cualidades de los marineros chilenos. Causas existen sin duda que se oponen al desarrollo verdaderamente nacional, no aparente y ficticio, de este elemento de industria y de fuerza, que en la posición geográfica de Chile debe mirarse como de los más esenciales. Importa sobremanera explorar estas causas, removerlas, y dar a nuestra marina mercante fomentos y estímulos que la aumenten, y la animen a extender el estrecho círculo en que se mueve.

Pasando al departamento de hacienda, sé bien cuál es la primera idea que esta palabra despierta en vosotros y el sentimiento de dolor que la acompaña. Miráis justamente como una calamidad nacional la muerte prematura de don Manuel Rengifo, del hábil y celoso ministro a quien tanto deben la organización y prosperidad de este ramo. La patria tiene una deuda sagrada que llenar hacia la memoria de aquel eminente ciudadano y de su desamparada familia.

El estado de nuestra hacienda es satisfactorio. Nuestras rentas producen lo necesario para cubrir los gastos de la administración pública, y para el pago puntual de los intereses y amortización de las deudas interior y exterior. La pérdida que ha sufrido el fisco de la república por la quiebra de los agentes del empréstito en Londres, no ha ocasionado embarazo en el regular desempeño de nuestras obligaciones para con los accionistas extranjeros.

Juzgo muy conveniente la construcción de nuevos almacenes en el puerto de Valparaíso en sitios a propósito, que den toda seguridad al comercio, y protejan los intereses fiscales, al mismo tiempo que faciliten el despacho de las mercaderías.

Conciudadanos del senado y de la cámara de diputados:

Ceñido a señalarlos los puntos prominentes en el estado del país y en el servicio público me remito, para los pormenores, a las memorias que os serán presentadas por los ministros del despacho. Penden todavía de la aprobación de las cámaras varios proyectos importantes remitidos por el gobierno, y se os someterán otros nuevos. Os recomiendo con instancia el examen de todos ellos. Sabéis bien lo que la patria promete de vosotros y de la administración a cuya cabeza se ha dignado colocarme. Cuento con vuestra asidua cooperación para llenar en lo posible sus esperanzas. Volved los ojos alrededor de vosotros, y percibiréis que en casi todos los ramos se sienten necesidades graves y se echa menos una organización que esté en completa armonía con vuestras instituciones políticas. Empeñémonos en dejar acabada y perfecta la grande obra bosquejada en la constitución del Estado.