Discurso de clausura de Salvador Seguí
Discurso de Salvador Seguí (sindicalista conocido como "el noi del sucre") en el acto de clausura del Congreso de la CNT celebrado en Barcelona los días 28, 29 y 30 de junio y 5 de julio de 1918.
Compañeros: os agradeceré un poco de silencio, lo que espero de vuestra benevolencia, porque mis condiciones físicas no permitirán, tal vez, que llegue mi voz a todos vosotros y harán que en este acto no me extienda en demasiadas consideraciones. Así pues, seré muy breve; de ello doy mi promesa.
El Congreso que tiene su coronación en este acto, lo han dicho todos los que me han precedido en el uso de la palabra y yo lo repito, es de una importancia capitalísima. Lo es porque cuando creía la burguesía catalana que la Confederación Regional había recibido un golpe de muerte; que nuestras energías se habían agotado y nuestros métodos se habían declarado en quiebra, nos levantamos más fuertes que nunca, y con una potencia y una capacidad superiores conquistamos nuestras posiciones. Es mirando a las luchas pasadas que se creía que el proletariado quedaría anémico, que no podría hacer más que una vida vegetativa, y que tendríamos que conformarnos con lo que se nos diera como una limosna.
El Congreso ha demostrado que los trabajadores de Cataluña no solamente sabrán desquitarse de los procedimientos con ellos empleados; ha demostrado también que nos han sobrado energías para ocuparnos de las cosas presentes y para discutir y preparar las cosas del porvenir.
El hecho anormal, la locura desencadenada de formas gigantescas que se ha producido en el mundo, ha despertado las conciencias y ha hecho ver la necesidad de prepararnos para las luchas del porvenir. Los problemas que han de plantearse después de la universal matanza (1), no los resolverán los gobiernos capitalistas, porque ya la conciencia de los trabajadores no permite que se les engañe. No podrán resolverlo, porque el problema es de tan difícil solución que tal vez nosotros, en este momento, tampoco podríamos resolverlo si nos exigieran la responsabilidad de ello.
No hay posibilidad humana de hacerlo segura y matemáticamente. Es muy hondo. No es una solución lo que hacen los ingleses; no lo resuelve el vincular la riqueza en el Estado, sino que hay que entregarla al pueblo que es el elemento creador de dicha riqueza. Lloyd George (2), a quien consideramos como el tipo representativo del nuevo sistema capitalista, que tiende a vincular la riqueza en el estado, sufre una gran equivocación. Las 600.000 casas que se construyen en Inglaterra para entregarlas a los obreros después de la guerra, ya es hoy una solución mezquina. Lloid George, en quien reconocemos, aunque sea nuestro adversario, una gran capacidad, fracasará. No se contentará con chozas quien ha ofrecido su vida; querra justicia y la libertad completas; rechazará la tutela del Estado. La guerra se prolonga porque la burguesía no encuentra una fórmula para terminarla. Y esto sucede lo mismo en Alemania y Austria, que en Francia, Italia e Inglaterra. Aceptemos la posibilidad de que sea cierta la expresión de Wilson (3) cuando dice que los aliados encarnan la justicia; pero esta justicia y esta libertad no son la justicia y la libertad nuestras; no son la justicia y la libertad de los compañeros de los Estados Unidos y de los trabajadores del mundo entero.
La trascencencia del Congreso radica en que nos da la posibilidad de llevar a nuestras organizaciones al máximum de su potencia. Para ello no tenemos más que poner en práctica las pautas de organización que él nos ha trazado. Cuando termine la guerra, cuando las cuestiones se resuelvan más bien por los dictados de la pasión que por los consejos del cerebro, si no representamos una fuerza inmensa, si no somos una agrupación potentísima por nuestra cohesión y por nuestra capacidad, seremos juguetes de la burguesía.
Pero si nos superamos, si conquistamos nuestra capacidad y nos colocamos en condiciones de actuar de un modo enérgico, de hacer frente a todas las posibilidades de ataque, seremos respetados, atendidos y nos impondremos.
Compañeros: pasando por encima de todo, procuremos que la organización fuerte sea un hecho para hacer frente a la burguesía catalana, a la burguesía española, a la burguesía del mundo todo.
¡Trabajadores de Barcelona que habéis sellado con vuestro entusiasmo la labor del Congreso Regional; camaradas delegados, que en representación de la Cataluña que piensa y trabaja asististeis a las tareas del Congreso cuyo epílogo hacemos esta noche aquí, yo en vuestro nombre saludo a todos los explotados de la Tierra, que, como nosotros, esperan el reino de la justicia y de la libertad!
Han concluido las tareas del Congreso.
Ha terminado el acto.
Notas:
1. Se refiere a la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
2. Se refiere a David Lloyd George, Primer Ministro británico entre 1916 y 1922.
3. Se refiere a Thomas Woodrow Wilson, Presidente estadounidense entre 1913 y 1921.