Discurso de Thomas Jefferson en su toma de posesión como presidente de los Estados Unidos de América (1801)

​Discurso que pronunció Thomas Jefferson, en el año de 1801, al tomar posesión del alto mando de presidente de los Estados Unidos​ (1801) de Thomas Jefferson
ROCAFUERTE, Vicente: Ensayo politico. El Sistema Colombiano, popular, electivo, y representativo, es el que mas conviene á la America independiente. Nueva York, Imprenta de A. Paul, 1823. p.189-196
Discurso
que pronunció
EN EL AÑO DE 1801.
al tomar posesion del alto mando de presidente de los estados unidos.


Ciudadanos:

Llamado á cumplir con los deberes de primer Gefe del poder executivo de nuestra Patria; me aprovecho de la presencia de muchos de mis conciudadanos que aqui veo, para darles mis mas expresivas gracias por el favor que han tenido á bien hacerme; para declarar sinceramente que estoy convencido de que el cargo que hoy se me confiá es muy superior á mis talentos, y que solo puedo considerarlo con aquella inquietud, y terrible presentimento que justamente inspiran la grandeza del empleo, y la pequeñez de mis facultades intelectuales. Al considerar un pueblo naciente, que esparcido sobre un vasto y fértil suelo, atraviesa todos los mares con las ricas producciones de su industria, comercia con naciones que conocen la fuerza y olvidan el derecho; al ver, repito, este pueblo caminando rapidamente á un destino impenetrable á toda prevision humana; al contemplar la trascendencia de estos objetos; al ver depender del resultado y auspicios de este dia, el honor, la felicidad, y las esperanzas, de esta amada Patria, me estremezco, y me anonado ante la magnitud de la empresa. Francamente desesperaria del excito, si la presencia de muchos que aqui veo, no me recordase que en las otras dignidades establecidas por nuestra constitucion encontraré recursos de sabiduria, virtud, y zelo, con quienes puedo contar en todo lance y dificultad. A vosotros pues, Señores, que estais encargados de las soberanas funciones de la legislacion, y á todos nuestros asosiados, á vosotros me vuelvo con toda confianza, imploro vuestras luces y consejos, para que me ayudeis á guiar con seguridad, la nave en que estamos embarcados en medio de los conjurados elementos de un mundo agitado.

En la lucha de opiniones que hemos tenido, la viveza de la discusion y el espíritu de partido han presentado á veces un aspecto que ha podido engañar á extrangeros poco acostumbrados á pensar libremente, y á publicar y escribir lo que piensan; pero hoy que todo esta decidido por la voz de la Nacion, anunciada por las fórmulas de la constitucion, todas las voluntades se someten y ceden á la voluntad de la ley, y se reunen dirijiendo su comun esfuerzo al bien general. Debemos tambien tener presente este sagrado principio; que aunque la voluntad de la mayoría deba en todos casos prevalecer, esta voluntad debe ser racional para ser justa; que la minoría posee derechos iguales, que iguales leyes deben proteger, y que no pueden violarse sin incurrir en el crímen de opresion. Unámonos pues, conciudadanos, moral y fisicamente, estrechémonos con esos lazos de harmonia y buen afecto, sin los quales la libertad y aun la misma vida pierden todo su hechizo. Reflexionemos que habiendo desterrado de nuestra Patria, esa intelorancia religiosa, que en la serie de los siglos há costado al genero humano tantas lagrimas y tanta sangre, habríamos ganado muy poco, si dexarámos subsistir entre nosotros esa intolerancia política tan tiránica como criminal, sola capaz de engendrar atroces y sangrientas persecuciones.

Mientras el antiguo mundo estaba entregado á las convulsiones, y conmovido con los agonizantes transportes del hombre furioso que en medio del estrago y desolacion buscaba su perdida libertad, no es extraño que llegase hasta estos pacíficos paises el ruido de la agitacion, que el peligro hiciese mas impression sobre unos que sobre otros, y que hubiese diferencia de opiniones sobre los medios de conservar la seguridad pública; pero una diversidad de opinion no constituye una diversidad de principios; hemos dado diferentes nombres á hermanos que convienen en un mismo principio. Nosotros somos Todos Republicanos todos Federalistas. Si hay algunos entre nosotros que formen votos por la disolucion de esta union, y deseen ver mudadas las formas republicanas, dexemoslos vivir pacificamente entre nosotros para que sirvan de prueba irrefragable, de la seguridad con que se puede tolerar, EL ERROR DE OPINION en un pays en donde libremente lo puede impugnar la razon. Sé que muchos hombres honrados piensan que no puede ser fuerte un gobierno repúblicano, y que el nuestro no lo es bastante. ¿Pero en la marea llena de tan feliz ensayo abandonaria el ilustrado patriota este gobierno que tan energicamente ha protegido hasta aqui su libertad, por el teórico y fantástico temor de que este gobierno, que ofrece al mundo las mas lisongeras esperanzas, no pueda conservarse por falta de vigor y de fuerza? No lo creo, pienso al contrario, que es el gobierno mas fuerte del mundo, el único en donde el hombre á la voz legal de la Patria quiera volar baxo el estandarte de la ley para repeler toda violacion del orden público, como lo haria en defensa de su propriedad particular. Dicese siempre que el hombre no puede gobernarse por si mismo. ¿Como pueden entonces estos mismos hombres encargarse del gobierno de sus semejantes? ¿Acaso para mandarlos han baxado del cielo angeles en figura de Reyes? que la Historia responda á esta cuestion.

Sigamos con valor y confianza nuestros principios republicanos y federales, conservemos nuestra adhesion y union al gobierno representativo. Felizmente separados por la naturaleza y por un vasto oceano, de las llamas devoradora que consumen á una parte del globo; dotados de bastante elevacion de alma para no someternos á la degradacion de otros pueblos; poseedores de un vasto y hermoso suelo, bastante grande para nuestros descendientes hasta la milésima generacion; penetrados del justo conocimiento de la igualdad de nuestros derechos; acostumbrados á gozar del uso de nuestras propias facultades, de los beneficios de nuestra industria individual, del honor y homenage que tributan nuestros ciudadanos al merito de las acciones, y no a la casualidad del nacimiento; ilustrados por una benigna religion, que aunque profesada y practicada en diversas formas tienen todas por objeto inspirar la virtud, la probidad, la verdad, la templanza, la gratitud, y el amor del proximo; adoradores de una divina providencia que manifiesta en sus disposiciones su deleyte en promover en este mundo la suerte del hombre, ofreciendole en el otro mayor felicidad; colmados de tantos beneficios ¿qué nos falta pues, para formar un pueblo floreciente y afortunado? Solo una cosa, un gobierno sabio y económico, un gobierno que impidiendo á los hombres el perjudicarse unos á otros, les dé plena libertad para exercer su industria, y gozar del fruto de su trabajo; un gobierno que no arranque de la boca del hombre industrioso, el pan que ha ganado con su sudor. Esta es la perfeccion de un buen gobierno, y esta es la que necesitamos para completar el círculo de nuestras felicidades.

Al entrar, ó Conciudadanos, en el exercicio de los deberes que encieran quanto teneis de mas precioso é interesante, me parece natural explicaros lo que yo entiendo por principios esenciales de nuestro gobierno, y los que deben por consiguiente arreglar su administracion: los circunescribiré en el mas pequeño circulo que pueda, estableciendo solo principios generales, sin atender á sus restricciones.

Justicia ígual y exacta á todos los hombres de qualquier estado que sean, y qualesquiera que sean sus opiniones, políticas ó religiosas.

Paz, comercio y honrosa amistad con todas las Naciones, sin entrar con ninguna en alianza gravosa.

Proteccion á la plenitud de los derechos de los gobiernos de los Estados, como los mas adequados á nuestros intereses domésticos, y los mas firmes baluartes contra toda disposicion anti-republicana.

Conservacion del Gobierno general en toda su fuerza constitucional, esa es la ancora de esperanza de nuestra paz interior y seguridad estertor.

Un cuidadoso esmero en conservar al Pueblo el derecho de eleccion, ese es el correctivo suave y seguro de los abusos que poco á poco se van introduciendo, y que solo puede cortar despues la espada de la Revolucion, quando no se han preparado anticipadamente los remedios en tiempos de tranquilidad.

Sumision absoluta á la decision de la mayoria, principio vital de las Repúblicas, que no tiene mas tribunal de apelacion que el de la fuerza, verdadero principio vital y causa inmediata del despotismo.

Una milicia nacional bien disciplinada que inspire confianza en tiempos de paz y tambien en los primeros momentos de guerra, hasta que se organize y la reemplaze la tropa de linea.

Sujecion de la autoridad militar á la civil. Economia en los gastos públicos para no gravar con muchos derechos á la industria. Exactitud en el pago de nuestras deudas, y sagrada conservacion de la fé pública.

Fomento de la agricultura y del comercio, su compañero inseparable.

Propagacion de todos los conocimientos, y delacion de los abusos ante el tribunal de la razon.

Libertad de religion, libertad de imprenta y libertad individual, baxo la salva-guardia del habeas-corpus, y del juicio de jurados con toda imparcialidad.

Estos principios forman la brillante constelacion que nos há precedido, y la que há guiado nuestros pasos en un siglo de revoluciones y de reformas. Ellos deben componer el credo de nuestra fé política, el texto de la instruccion civil, la piedra de toque para probar los servicios de aquellos en quienes depositamos nuestra confianza. Si por desgracia nos desviasemos de ellos en momentos de error ó de ínquietud, apresuremonos, á volver sobre nuestros pasos, y á volver á entrar en el único sendero que conduce á la paz, á la libertad, y á la seguridad.

Voy pues ó Conciudadanos, á tomar el puesto que me habeis asignado. Hé adquirido bastante experiencia en los empleos subalternos que hé exercido, para conocer las dificultades de este nuevo, el mas elevado de todos; estoy convencido de que rara vez cabe al hombre, imperfecta criatura, la suerte de retirarse de un alto rango con la reputacion y favor que causaron su elevacion.

Sin pretender á ese supremo grado de confianza que depositasteis en el primer heroe de nuestra revolucion, en ese grande hombre que há merecido por sus eminentes servicios el primer rango en el amor de su Patria, y la mas brillante página en el tomo de la verídica historia, yo solo reclamo de vosotros ese grado de confianza que es indispensable para dar fuerza y llevar á debido efecto la administracion legal de vuestros negocios. Por falta de luces podré muchas veces equivocarme; aun el bien que pueda hacer, parecerá un mal á los ojos de aquellos que no estan en situacion de dominar la perspectiva del terreno. Yo reclamo vuestra indulgencia á mis errores, que nunca procederán de malas intenciones, y vuestra proteccion contra los errores de aquellos que puedan vituperarme, lo que no harian si pudieran ver el enlace y conjunto de todas las partes del gobierno. Me es muy lisonjero ver en vuestros nuevos sufragios la aprobacion de mi conducta pasada; mi futura solicitud es conservar la buena opinion de aquellos, que de antemano me hán favorecido; conciliarme el buen concepto de los demas, proporcionandoles todo el bien que pueda, y ser el instrumento de la Libertad y felicidad de la Nacion.

Confiado en la proteccion de vuestra buena voluntad entro sumisamente en el exercio del empleo, que siémpre estaré pronto á dexar, en el momento que conozcais que podeis hacer eleccion mas acertada. Dignese aquella Divina Providencia que arregla los destinos del Universo, presidir á nuestros consejos, y darles la direccion mas favorable á la Paz y prosperidad de la PATRIA.