Discurso de Miguel de la Madrid Hurtado en la firma del Pacto de Solidaridad Económica
1987 En la firma del Pacto de Solidaridad Económica, efectuada en el salón Carranza de Los Pinos
México D.F., 15 de Diciembre de 1987
Señores:
Nos hemos reunido el día de hoy para firmar un Pacto de Solidaridad Económica entre el Gobierno de la República y los dirigentes de los sectores campesino, obrero y empresarial. Este Pacto es la respuesta de la sociedad mexicana, en su conjunto, al deterioro económico que ha sufrido el país a partir de mediados del mes de octubre.
Había, hasta entonces, un consenso general de que el país había entrado a un proceso de recuperación económica y de que la tarea que nos quedaba por delante era afianzar la recuperación y seguir haciendo un gran esfuerzo para abatir la inflación.
A mediados de octubre la economía mexicana se contagió de un movimiento especulativo internacional que se reflejó, principalmente, en la caída de las bolsas de valores, y en nuestro país este detonador demeritó seriamente las expectativas económicas; teníamos, hay que reconocerlo, la vulnerabilidad de una tasa alta de inflación y también entonces esos análisis respecto a nuestra situación económica interna retornó el detonador de la baja en las bolsas de valores.
La gente, los inversionistas, al ver que la Bolsa de Valores no era ya un reducto de protección de sus ahorros respecto a la inflación interna, empezaron a presionar el mercado del dólar y esto se tradujo en presiones, en precios y ante dichas presiones, el Congreso del Trabajo demandó una revisión al alza de los salarios.
Desde finales del mes de noviembre el Gobierno de la República indujo un proceso de diálogo y negociación con los sectores. No quiso el Gobierno imponer unilateralmente medidas de corrección económica, sino quiso apoyar la necesaria revisión y ajuste de la política económica en un proceso de diálogo y de concertación.
Ustedes. conocen este proceso ya que han sido protagonistas del mismo; ha sido un proceso difícil y arduo, ha sido un proceso en el cual cada uno de los sectores ha planteado sus intereses, sus demandas, sus sugerencias y el trabajo del Gobierno ha sido, además de hacer sus propias reflexiones y de sus propias respuestas, armonizar los intereses de los distintos sectores de la sociedad.
Llegamos hoy a un Pacto que implica la adopción de medidas fuertes, de medidas amargas, dolorosas que implican sacrificios y esfuerzos para todos; no estamos ofreciendo una "cura mágica" de nuestros males económicos; estarnos pidiendo a la sociedad más esfuerzo y más sacrificio.
El movimiento obrero ha moderado sus demandas de incremento salarial; lo que ahora se pacta en materia de salarios, no es ni mucho menos lo que han demandado los líderes obreros; los líderes obreros querían un aumento mucho más fuerte en materia de salarios.
Los campesinos también hacen un esfuerzo porque aceptan que los precios de garantía simplemente se mantengan a su valor real del año de 1987. Esto implica, pues, también una restricción a la tendencia que traíamos de aumentar precios de garantía por encima de inflación para revertir los términos de intercambio entre el campo y la ciudad.
Los empresarios también hacen un esfuerzo y limitan sus intereses; los empresarios aceptan una política de apertura comercial que va a implicar un enorme esfuerzo de productividad y eficiencia para competir en el mercado mundial; los empresarios también aceptan moderar precios y utilidades.
El Gobierno acepta también restringir su propia actividad; acepta restringir todavía más el gasto público; acepta seguir racionalizando el tamaño del sector público y continuar la política de liquidaciones, quiebras o fusiones o ventas de empresas no estratégicas ni prioritarias. Para el Gobierno también es duro bajar sus propios programas, ya que son programas destinados a servicios públicos y a la ampliación de la infraestructura física e industrial del país.
Todos, pues, hacemos sacrificios, limitamos pretensiones, afectamos nuestros propios intereses; no podemos presentar este Pacto como una solución de los problemas de manera inmediata, pero sí podemos presentar el Pacto y el programa que el mismo implica como un gran esfuerzo de toda la sociedad, que persigue un fin fundamental: evita que caigamos en una situación francamente hiperinflacionaria, que nos dañaría no sólo a la economía sino a la misma sociedad, y de la cual sería muy difícil salir después, más difícil todavía de lo que ahora nos cuesta evitar la hiperinflación, como lo hemos visto en el caso de otros países.
Hemos logrado, en este diálogo, hemos logrado en este Pacto, diseñar un programa que se adecua a las características de la economía y de la sociedad mexicana. Inútilmente se buscará comparar este Pacto y este programa a planes que se han impuesto en otros países; no es un "plan de choque" en cuanto que no hay una congelación total de los precios de economía mexicana; es, además, un programa concertado, insisto porque debo ser muy franco; sé que el Pacto a nadie deja contento, pero sí, el Pacto representa lo que en términos pragmáticos podemos hacer con un esfuerzo adicional que se pide a toda la sociedad.
Esos serían mis comentarios introductorios al Pacto y, uno final; el éxito del Pacto depende de todos nosotros; si falla cualquiera de los sectores, empezando por el propio Gobierno, no se cumplirían los objetivos. Esto requiere de parte de la comunidad mexicana, de los factores de la producción y en primer lugar del Gobierno, disciplina y una voluntad férrea de cumplir el compromiso.
http://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/7CRumbo/1987PSE.html