Discurso de Cuauhtémoc Cárdenas en contra del dictamen que declara Presidente a Carlos Salinas de Gortari


1988 Discurso de Cuauhtémoc Cárdenas en contra del dictamen que declara presidente a Carlos Salinas de Gortari.

Septiembre 14 de 1988


El autoritarismo, el desprecio a la voluntad popular, la parcialidad en el juicio y el atropello a los procedimientos establecidos en la ley fueron de nueva cuenta impuestos por la mayoría priísta de la Cámara de Diputados, erigida en colegio electoral, al calificar y dictaminar sobre la pasada elección y al emitir la declaración de Presidente electo para el periodo 1988-1994.

La mayoría automática se negó a cumplir con el requisito que hubiera dado validez a los resultados de esta elección; efectuar de verdad, con ánimo de limpiar el proceso, "el cómputo total de los votos emitidos en todo el país en las elecciones para Presidente de la República", de acuerdo a lo previsto en el artículo 24 de la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos. Esa mayoría mecánica, que no razona y se niega a ver los intereses del país, tampoco exigió a la Comisión Federal Electoral que proporcionara las cifras de la elección presidencial, sección por sección como marca la ley, de más de 24, 000 casillas electorales.

El cómputo tendría que haberse realizado a partir de tos datos asentados en las actas de escrutinio originales, levantadas en las casillas, que acompañan a los paquetes electorales de los 300 distritos y contienen los votos depositados en las 54, 642 casillas. Debieran haberse abierto los paquetes para extraer de ellos las actas originales y con los números anotados en ellas, llevar a cabo el conteo de los votos -revisando los paquetes completos, de casillas o distritos-, donde hubiese discrepancias con las actas en poder de los partidos, se hubiesen hecho impugnaciones en el curso del proceso electoral o donde se señalaran irregularidades que así lo ameritaran.

La insistencia en recurrir a las actas de escrutinio que acompañan los paquetes electorales se debió al conocimiento que se tiene de las alteraciones cometidas en un gran número de actas distritales. El fraude se inicia antes de la elección con un padrón defectuoso y manejado por las autoridades con parcialidad; es falso que esta elección haya sido la más cuidada y limpia, como dicen las autoridades que prepararon y son ejecutoras del fraude; han sido los comicios en los que más se violó el voto público, se producen a lo largo del proceso irregularidades múltiples, denunciadas oportunamente desde el 6 de julio mismo: hay impugnaciones en 231 de los 300 distritos electorales, referentes a violencia contra representantes del Frente Democrático Nacional, a negar el acceso de nuestros representantes a las casillas o su expulsión de ellas, secuestro de representantes, amenazas con armas de fuego, secuestro y relleno de urnas, etc.; el 6 de julio se cae y calla el centro de cómputo oficial y en esa fecha y hasta que se dan a conocer los resultados distritales, en muchos casos con gran retraso, se alteran números, actas y paquetes ya a cargo de los comités distritales. El ajuste de dados, echando mano de las computadoras, da el maquillaje final a las cifras oficiales.

Los datos por distrito no son confiables. Sabemos que en las 13, 092 casillas donde el fraude fue mayor hay más de 4'000, 000 de votos adicionados indebidamente al candidato de la imposición, que en realidad correspondían a la oposición. Ésta, de respetarse la votación, hubiera visto reconocido su triunfo a la presidencia, elevarse sus sufragios y la composición de la diputación plurinominal sería distinta, habría también más senadurías y diputaciones uninominales de la oposición y no hubiese procedido la cancelación que ahora quiere hacerse del registro del Partido Revolucionario de los Trabajadores, cuya defensa en este terreno debe constituir un objetivo prioritario de las luchas de los sectores democráticos.

Para limpiar la elección era necesario recurrir a las actas de escrutinio, que pudiendo estar también alteradas, constituyen sin embargo el único documento a partir del cual puede encontrarse la verdad de la elección, mientras no se destruyan los paquetes electorales (¿podrían éstos depositarse en el Archivo General de la Nación, para que los estudiosos de aquí a unos años puedan averiguar lo que fue esta elección?).

Por otro lado, estudiando los comicios, aún con los números oficiales, surgen muchas incongruencias:

Ciento dieciocho distritos los perdió el candidato oficial y en 39 más el triunfo que se le atribuye no es por mayoría (50 por ciento o más). Desmintiendo al jefe del partido oficial: si se descuentan de la votación total las casillas donde la abstención fue menor al 30 por ciento y aquellas con votos a favor de la imposición en más del 80 por ciento, los resultados oficiales a favor de la oposición de hecho no se alteran, ya que en esas 13, 092 casillas el Frente Democrático y los demás partidos opositores prácticamente no recibieron votos, pero los resultados a favor del partido del gobierno sufren un fuerte cambio: éste deja el primer lugar que pasa al Frente Democrático Nacional con 125, 927 votos arriba. Las inconsistencias estadísticas se dan de manera más acusada en unos 70 distritos y resultan siempre favorables al candidato oficial. Por otra parte, los datos electorales recibidos directamente por el Frente, así como las encuestas anteriores y posteriores a los comicios resultan favorables, de manera consistente, a las fuerzas progresistas.

Tenemos una certidumbre: el Frente Democrático Nacional Obtuvo la votación más alta en la elección presidencial y así se hubiera confirmado de haber existido voluntad política para limpiar la elección y si no se hubieran atropellado todos los procedimientos legales, desde la formulación del padrón y la elección misma, hasta la declaratoria de Presidente electo, por primera vez en la vida del Partido Revolucionario Institucional, a favor de quien no obtuvo la votación mayor Por eso nuestro compromiso permanente de exigir respeto al sufragio popular, único que a partir de una elección otorga legitimidad.

La decisión del colegio electoral, anunciada la mañana del sábado 10, oponerse por la vía jurisdiccional, no procede en este caso el juicio de garantía, esto es, el amparo, ni ningún otro recurso legal, que al mismo tiempo que vulnera la voluntad ciudadana que se expresara el 6 de julio, canceló las posibilidades de que el colegio electoral invalidara la elección.

Nuestros representantes en el Congreso, en una actitud vertical, defendieron con valentía los derechos populares, la legalidad y la legitimidad constitucionales en los colegios electorales que han calificado las elecciones. Sólo esperamos que la firmeza de estas primeras batallas legislativas se mantenga durante todo el ejercicio de su mandato popular sin que se pierda la dignidad, sin doblegarse ante quien no sabe hacer valer su investidura constitucional con el cumplimiento de la palabra empeñada y el apego al derecho, sin torcerse ante el ofrecimiento degradante, sin olvidar que el compromiso se tiene contraído con la nación y con el pueblo.

La declaratoria de Presidente electo, en las condiciones de precipitación y atropello en que se dio, se esperaba, a nadie tomó por sorpresa.

El gobierno se ha puesto al margen de la legalidad y ha cerrado todas las puertas para que los ciudadanos recuperemos nuestros derechos conculcados. Al cerrar todas las vías legales de defensa de la voluntad popular nos quieren empujar a autoderrotarnos aceptando la imposición o a que nos lancemos a una confrontación en el momento y bajo las circunstancias que ellos decidan.

La dura experiencia de 1910-1917 está viva en la mente de todos los mexicanos. Quieren que optemos por la indignidad o la confrontación violenta. Quisieran que llamáramos a la confrontación, a sacarlos como sea del poder, de manera desorganizada y no preparada, para ellos responder con un baño de sangre y una ola devastadora de represión. Saben que igual están condenados históricamente pero nos amenazan con un enorme costo de sangre y sufrimiento. Quienes hablan a todas horas de la paz social son sus peores enemigos y quienes más seriamente la amenazan.

Hace dos días el candidato oficial ofreció a los candidatos de la oposición concordia y diálogo e invitó a las fuerzas políticas y a la sociedad civil a profundizar sobre cuatro temas de interés nacional, en torno a los cuales, dice él, podemos fortalecer el consenso: medios para aliviar la carga de la deuda externa, la simplificación del marco legal electoral, el fortalecimiento de la seguridad ciudadana y la integración de programas eficaces para enfrentar la pobreza.

Son sin duda cuestiones importantes sobre las cuales el Frente Democrático Nacional ha fijado con toda claridad sus posiciones y está abierto al diálogo constructivo. Esperamos las propuestas concretas para que en el Congreso y las organizaciones se formen los grupos de trabajo que presenten nuestros puntos de vista.

El pasado 31 de agosto invité, como él lo hace ahora, a Carlos Salinas a convenir la forma de limpiar las elecciones presidenciales. Su respuesta fue el silencio y vino días después el atropello del colegio electoral.

Lo invito hoy a que al mismo tiempo que representantes del Frente inician el cambio de impresiones sobre los temas que él propone, lo hagamos también él y yo, públicamente, sobre los procedimientos que permitan devolver la legitimidad a la institución presidencial, perdida por la decisión arbitraria de la mayoría de los diputados. Considero que buscar la solución constitucional corresponde a todos. Tengo una propuesta, pudiera haber otras.

Hay decisiones que pueden facilitar y acortar el camino. Demandan profundo patriotismo y definida vocación de servicio. Pueden ahorrar grandes sacrificios al pueblo. Llamo a Carlos Salinas de Gortari a reflexionar con serenidad y a pensar seriamente en el México al que aspiran las mayorías nacionales. En sus manos está ofrecer una solución legal a la crisis a la que el gobierno y su partido han llevado al sistema político: su renuncia al cargo de Presidente electo, que abriría el camino para restaurar legalidad y legitimidad constitucionales al través de un interinato y la convocatoria para celebrar nuevas elecciones presidenciales. Esperamos su respuesta directa.

Del lado oficial hemos conocido hasta hoy a las amenazas que proceden del corporativismo más arcaico y corrompido, o el llamado a reprimir a los opositores que no transigen en los principios ni se doblegan ante los hechos consumados violatorios de la legalidad, o la compra de conciencia y voluntades que ha engrosado el sector más numeroso del gobierno y su partido, que es el de la corrupción.

Del mismo lado oficial hemos visto la incapacidad para frenar la violencia. Cayó asesinado un compañero nuestro más, candidato a Presidente Municipal de Texonapa, Ver., Inocencio Romero. Reclamamos justicia. Que se haga caer todo el peso de la ley sobre sus asesinos y sobre aquellos de Ovando y Gil, de Del Arco y sus jóvenes compañeros.

No será rindiéndonos a la amenaza y a la intimidación, ni cayendo ante la tentación del cohecho, ni por la violencia como desarrollarán las fuerzas democráticas sus relaciones con otros agrupamientos. Creemos en el respeto a las diferencias que enaltece, en la importancia que para nuestra lucha tiene mantener su autoridad moral y no mancharse con procedimientos degradantes y en las vías pacíficas y constitucionales, en el razonamiento y la conciliación para hacer concurrir esfuerzos diversos a la solución de problemas comunes. La firmeza de nuestros principios y de los compromisos contraídos con el pueblo, con todos los que nos han brindado confianza en esta lucha, determinan nuestras conductas.

Daremos la batalla. Pero la daremos en el momento, en las condiciones y con los procedimientos que escojamos. No cuando ellos y como ellos quiera. La única forma de evitar la confrontación violenta, y esa es nuestra decisión demostrada de mil maneras, es la de dar la lucha en tales condiciones de superioridad que sean ellos los que tengan que retirarse. Nuestra decisión de hacer valer la voluntad popular dentro de la legalidad y por la vía pacífica es inquebrantable. Pero que no se equivoquen, nuestro pueblo no permitirá la provocación y las agresiones. Ellos han roto la legalidad, se han puesto fuera del marco constitucional y sólo ellos serán responsables de violentar la decisión popular de hacer valer el derecho ciudadano de elegir a sus gobernantes por la vía constitucional y pacífica.

Tenemos que generar las condiciones apropiadas para esta lucha y decidir los tiempos que mejor nos convengan a nosotros. Pero crear las condiciones apropiadas no quiere decir retirarse cada quien a su casa para organizarse y prepararse. Nos tenemos que preparar y organizar en la misma lucha, nos organizaremos y nos prepararemos para la lucha en su propio proceso. Puede ser larga, pero no podemos y no tenemos que esperar seis años, o tres. Por el bien de la nación, la ilegitimidad debe ser derrotada por la vía del ejercicio de los derechos que nos da la Constitución, lo antes posible. Ejerceremos todos y cada uno de los derechos que derivamos de nuestras leyes, para vencer a la imposición. Que no se olviden que en México hay libertad de expresión, de manifestación, de organización, de protesta y de lucha cívica y que éstas no se limitan a las épocas electorales. Seremos cuidadosos en respetar el marco legal que ellos no han respetado, pero seremos incansables y disciplinados en la lucha pro recuperar la democracia y la soberanía popular.

Nuestro pueblo ha derrotado todos los intentos de sojuzgarlo y esta no será la excepción. Más años de la misma política entreguista e insensible al sufrimiento popular serían un sacrificio inaceptable. Debemos organizar y poner en acción una fuerza política incontenible e incuestionable.

Somos mayoría. Lo hemos demostrado de múltiples maneras. Vamos ahora a hacer de esa mayoría una poderosa fuerza que por su disciplina y capacidad de acción haga retirarse al enemigo ante la evidencia de la decisión del pueblo. Esa debe ser nuestra forma de evitar la confrontación violenta a la que quieren empujar al país. Vamos a rescatar a la nación y lo vamos a lograr pacíficamente.

Entre hoy y el primero de diciembre vamos a demostrar nuestra fuerza y nuestra decisión, y en ese proceso vamos a hacerla más efectiva y contundente. Tenemos muchas tareas.

Tenemos que romper el cerco informativo creado por el monopolio de los medios masivos de comunicación controlados por intereses privados y públicos contrarios a la independencia y a la democracia. Tenemos que crear nuestros propios medios de expresión y comunicación. Nuestra cadena de transmisión de información y acuerdos. Tenemos que forzar con la lucha cívica a que los medios masivos se abran a todas las fuerzas políticas.

No podemos depender de la improvisación. Para conocer nuestras fuerzas y nuestras posibilidades en cada momento es imprescindible la organización democrática en el seno del pueblo. Tenemos que formar comités de base en todas partes. Comités de esta gran unidad revolucionaria, disciplinados, efectivos, con iniciativas y bien comunicados y coordinados a los niveles local, regional y nacional.

Comités que deben centrarse en las tareas de mantener informada a la población y organizar y dirigir las acciones populares.

Comités amplios que deben actuar en todas partes, el ejido, el sindicato y la empresa, la escuela, el barrio, el municipio o el poblado, coordinando las acciones, manteniendo la comunicación nacional y garantizando la participación y los recursos. Comités en los que deben participar ciudadanos de los partidos y ciudadanos no afiliados a ningún partido, en igualdad de condiciones.

Durante los próximos meses debemos realizar acciones locales, regionales y nacionales, siempre en el marco de la lucha constitucional y pacífica, con las que cubriremos dos objetivos centrales: demostrar nuestra decisión y nuestra fuerza, por un lado, y organizar esa fuerza, en la propia acción, por el otro. No podemos predecir los tiempos de esta lucha. Los iremos determinando a medida que la desarrollemos y avancemos en sus objetivos. Posiblemente no. No es posible ni conveniente imponernos marcos temporales rígidos. Hace un año nadie hubiese creído que el pueblo de México llegaría tan lejos como ha llegado en tan poco tiempo. En el propio camino y con la acción iremos definiendo los tiempos de esta lucha. Lo importante es que esos tiempos los decidiremos nosotros.

La organización popular llegará a ser tan ejemplar y tan poderosa que, en su momento, estará claro que no tiene sentido enfrentar a ella y no habrá otra alternativa que la convocatoria de nuevas elecciones. Con lo que hemos logrado en estos meses podemos tener toda la confianza de que pronto lograremos ese objetivo.

Quienes hoy se burlan del pueblo porque a pesar de todo están imponiendo paso a paso el fraude, no pueden entender nuestros sentimientos, los de cada uno de nosotros: profunda rabia por la burla a nuestros derechos ciudadanos y, al mismo tiempo, profunda alegría al ver lo que hemos avanzado y porqué tenemos confianza, algo que ellos no conocen, en lo que avanzaremos en el futuro inmediato.

Con estos sentimientos, con la decisión de rescatar a la nación y con toda la inteligencia e imaginación de nuestro pueblo, avanzaremos a un ritmo que ellos no sospechan, aislando a la camarilla de la imposición que tendrá que retirarse ante la evidencia de la decisión popular.

Vamos a promover y apoyar explícitamente la liberación de las organizaciones sindicales de los trabajadores, para que vuelvan a ser realmente de ellos y sirvan para su defensa y no su sojuzgamiento. Vamos a luchar por la democracia desde el nivel municipal hasta el nacional porque esa lucha es un derecho constitucional al que nunca renunciaremos. Vamos a oponernos a todas y cada una de las medidas de política económica que están haciendo imposible la vida a millones de mexicanos y están enajenando al país. Vamos seguir manifestándonos contra todas las arbitrariedades e injusticias, adoptando las formas constitucionales de lucha que consideremos pertinentes en cada caso, porque no vamos a renunciar a derechos y libertades por las que nuestro pueblo ha pagado un muy alto precio de sangre y sacrificio. Quienes todavía malgobiernan este país van a tener que entender que la lucha del pueblo por sus derechos y por su bienestar es legal, constitucional, y que vamos a ejercer esa legalidad y esa constitucionalidad enérgicamente.

De todo el proceso electoral debemos derivar enseñanzas que nos permitan proseguir la lucha en mejores condiciones. Desde que iniciamos esta gran jornada por la democracia, que dista mucho de concluir, encontramos que la gente exigía nos uniéramos y se buscaran y ampliaran nuestras coincidencias, lo que fue entendido por partidos y organizaciones y escuchado por los dirigentes: así pudo desarrollarse el gran esfuerzo unitario que constituye el Frene Democrático Nacional.

Para tomar parte en las elecciones, partidos, organizaciones y millones de ciudadanos sin pertenencia partidaria canalizamos nuestra acción al través de los partidos con registro. Donde hubo candidaturas comunes, como en el caso de la presidencia, se obtuvieron las votaciones más altas; donde fuimos con candidatos separados, se dejaron de ganar muchas posiciones y hubo menos oportunidades de oponerse al fraude.

Nos corresponde así a todos, ciudadanos, organizaciones y partidos, actuar unidos, fortalecer a cada una de nuestras agrupaciones y al mismo tiempo abrir oportunidades de organización a todos aquellos que hasta hoy han venido actuando principalmente de manera individual. Somos la mayoría y la mayoría tiene hoy la responsabilidad de organizar el partido que nace el 6 de julio, cuando ganó la elección y definió el rumbo que el país debe tomar.

El Frente Democrático Nacional, por las características y proyectos particulares de cada una de sus organizaciones, mantuvo a lo largo de la campaña electoral una organización relativamente laxa, que no pudo superar problemas como los de las candidaturas comunes, que si bien por otro lado propició y facilitó el agrupamiento, no responde ya, en cuanto a estructura de organización, a las exigencias de la etapa política que se abre hacia adelante.

La contribución de los partidos con registro ha sido determinante en este esfuerzo. Desde el primer paso, quizá el más difícil, que dio el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana aliándose con la Corriente Democrática y lanzando la candidatura presidencial que se haría común, pasando por las postulaciones del Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional y el Partido Popular Socialista, hasta llegar finalmente a la del Partido Mexicano Socialista, se fue consolidando el espíritu unitario, que el pueblo exigía y que reconoció con su importancia en cada adhesión: Partido Socialdemócrata, Unidad Democrática, Partido Verde, Fuerzas Progresistas, Consejo Nacional Obrero y Campesino de México, Organización Revolucionaria Punto Crítico, Partido Liberal, Movimiento al Socialismo, Grupo Polifórum, Asamblea de Barrios, Asociación Cívica Nacional Revolucionaria; Movimiento del Pueblo Mexicano, Convergencia Democrática. De todos fue el esfuerzo para ampliar cada vez más la unidad, de todos y de millones de ciudadanos el haber obtenido la mayoría en las elecciones. A todos toca hoy, en las nuevas condiciones de la lucha, dar los pasos para acceder a etapas y formas superiores de organización política.

La Comisión política del Frente nos dio capacidad para conducir la lucha, principalmente en el terreno de los colegios electorales, entre el 6 de julio y el 10 de septiembre.

Hoy requerimos de una organización que refleje lo que ha sido el proceso de unidad de las fuerzas revolucionarias y la gran movilización popular, que les dé expresión política unitaria y al mismo tiempo plural, que supere problemas prácticos como el de buscar los acuerdos electorales a partir de cuatro registros y permita que las contiendas electorales estén conducidas con un solo registro, que en lo federal afirme la posibilidad que nuestra presencia en los cuerpos de representación sea mayoritaria cuando sea igualmente mayoritaria nuestra votación general.

El reclamo general es de democracia y darle respuesta significa entender que vivimos un conflicto histórico, una crisis del sistema, la lucha por el cambio del régimen político, con todo lo que ello implica; vivimos los tiempos finales del sistema de partido de Estado, dependencia y desigualdad, lleno de contradicciones, que ha perdido sus capacidades de rectificación y de renovación por haberse apartado de las líneas naturales de desarrollo: democracia, libertades, igualdad ante la ley y frente a las oportunidades, tolerancia, solidaridad, justicia, autonomía del ciudadano, de la colectividad social y de la nación.

Las muestras más claras de su decadencia están en la amplia y profunda corrupción, en la creciente concentración de decisiones políticas, en la intolerancia, en la desigualdad social y económica, en la continua cesión de soberanía, en las disputas entre el grupo gobernante que afloran y se hacen públicas y constituyen los riesgos mayores de ingobernabilidad para un régimen que no cuenta con el respaldo y reconocimiento popular por ser su origen el fraude electoral, en su incapacidad para ver qué cambios y soluciones se encuentran en la democracia y en la emancipación económicas, y no en el entreguismo, en la violencia y en la protección y preservación de privilegios económicos y políticos para una minoría.

El pueblo se va a imponer y dará nacimiento a un nuevo régimen político, muy distinto al actual, porque retome las raíces de las luchas populares, de las luchas emancipadoras de México y las proyecte al futuro, ensanchando las vías democráticas de nuestro régimen constitucional.

Es condición para ello ampliar y fortalecer la unidad de las fuerzas populares y dar surgimiento a sus nuevas organizaciones, las que habrán de sentar las bases para construir el futuro.

Convoco desde aquí a que organicemos políticamente la gran unidad revolucionaria que entre todos hemos edificado y que constituye nuestra garantía de continuidad y de triunfo. Tenemos como bandera primigenia la Constitución de 1917 y la afirmación de sus grandes principios, emanados de la Revolución Mexicana. Puede surgir una coalición, una federación o un partido político. Cualquiera que sea la decisión final, estará siempre firme la decisión de fortalecer el Frente Democrático y la alianza de todos. Veamos juntos el proyecto para acercar la victoria. Necesitamos agrupar nuestras fuerzas en una organización de todos los mexicanos, que cualquiera que haya sido su trayectoria política y cívica precedente, nos hemos encontrado y coincidimos en este movimiento.

El Frente Democrático, los partidos y organizaciones que lo integran, han cumplido con responsabilidad y lealtad los objetivos que se fijaron en la contienda electoral. Tienen ahora como responsabilidad y propósito reorganizar la vida nacional. Organicémonos desde cimientos nuevos, en un acto de fundación sin exclusiones ni privilegios, convocando a todos, mujeres y hombres, a agruparnos con este objetivo común, con la misma enriquece-dora diversidad de ideas y experiencias, con la misma libertad y tolerancia, con el mismo sentimiento unitario con los que conformamos en las pasadas jornadas históricas el movimiento democrático en el que hoy nos reconocemos todos.

México requiere que formemos una organización que sea la expresión política del voto ciudadano del 6 de julio, así como del cambio cultural que la conciencia colectiva está viviendo en estos tiempos de lucha y de esperanza. No nos proponemos que sea la herramienta sólo para ganar elecciones y constituir gobiernos. Queremos eso y también mucho más, queremos abrir los causes para que la sociedad pueda reorganizarse a sí misma y a sus instituciones en la libertad, con tolerancia y justicia. Mantenemos y defenderemos el programa que levantamos como Frente Democrático Nacional y que la mayoría de los mexicanos aprobaron con su voto, pero iremos preparando y creando en la realidad de nuestra vida social, las ideas, los elementos y las condiciones para el cambio de régimen, que en la legalidad y en el ejercicio de las libertades, construya la nueva legitimidad.

Marcharemos hacia un nuevo y revitalizado encuentro de la sociedad con las instituciones por ella creadas y con sus representantes legítimos, surgidos de su seno y de su vida y no de las relaciones políticas existentes en el régimen ya caduco que va desapareciendo.

La nuestra será una organización de mujeres y hombres, de trabajadores y jóvenes, de ciudadanos y de ideas. Nuestras ideas rectoras, que entre todos discutiremos y plasmaremos en proyecto y programa, vienen de los grandes ideales de la Revolución y atraviesan la historia entera de la nación: la solidaridad, frente a la competencia de todos contra todos; la democracia, frente al autoritarismo y la imposición; la igualdad, frente a la explotación y la marginalidad; el ejercicio sin limitaciones de la soberanía, frente a la subordinación al interés extranjero; el derecho, frente a la arbitrariedad y el despotismo; la justicia, frente a la ilegalidad, la corrupción y el privilegio; la dignidad del individuo, frente a la prepotencia de los poderosos y la humillación de los débiles, los indefensos y los desprotegidos; la auto-organización de la sociedad, frente a la omnipotencia del Estado y de los intereses de lucro de minorías o individuos; la libertad, entendida como la solidaridad de los iguales, amparada por los derechos y garantías constitucionales; el trabajo, considerado como valor esencial de nuestra comunidad y convivencia republicanas.

En fecha próxima un conjunto de mexicanos identificados con estas ideas y propuestas haremos pública una convocatoria a todos los que comparten nuestros propósitos y que sumando sus voluntades y sus nombres, quieran constituirse en fundadores y promotores de la nueva y gran organización de la unidad revolucionaria, que ya ha comenzado a cambiar radicalmente a nuestro país y nuestras propias vidas.

Recuperaremos los ideales históricos de la Revolución Mexicana, la vigencia plena de la Constitución y la legitimidad de nuestro gobierno y nuestros gobernantes. Restauraremos la República al fundar sus instituciones nuevas en una cultura política de libertad, racionalidad y tolerancia. Sobre estos cimientos sólidos y profundos, contra el régimen caduco del privilegio y la injusticia, del partido de Estado y el corporativismo, de la dependencia y la corrupción, levantaremos una nación de mujeres y hombres libres e iguales ante la ley y ante la vida, una patria democrática y solidaria, un México para los mexicanos todos. Tenemos las mejores armas para alcanzar el triunfo: la razón y la confianza.


Fuente: Cuauhtémoc Cárdenas, Nuestra lucha apenas comienza, México, Editorial Nuestro Tiempo, Colección los Grandes Problemas Nacionales, 1988.

http://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/7CRumbo/1988-CC-D-D.html