Discurso de Cristina Fernández en la IV Cumbre de UNASUR
Señor presidente de la República de Guyana; señores jefes de Estado de países integrantes de la UNASUR, de países amigos y hermanos; titulares de de delegaciones, ministros de Relaciones Exteriores: quiero en primer término expresar el agradecimiento personal y tambièn en nombre de mis hijos y por supuesto en nombre de todo el pueblo argentino del sentido homenaje que le han hecho a quien fuera mi compañero de toda la vida; no solamente el padre de mis hijos; no solamente una relación de carácter marital, sino además una profunda relación política.
Estuvo al frente de la secretaria general de la UNASUR solamente durante seis meses, pero fueron esos seis meses como fue toda su vida política, de una fuerte intensidad. Nunca conocí a alguien - ni creo que lo voy a conocer - que viva tan intensamente la vida y la política como lo hacía él.
Desde ese 4 de mayo del 2010, en Los Cardales, donde fue electo secretario general de la UNASUR, se lanzó de lleno, en primer término, a lograr que la mayoría de los países pudieran ratificar este tratado; le he acompañado a todos una breve síntesis de lo que fue eso. Pero creo que fue el mayor compromiso, el que asumió de unir nuevamente a dos naciones hermanas que se había distanciado y separado, como eran las hermanas República Bolivariana de Venezuela y la República de Colombia. Un caso muy especial, también para nosotros, primero, por la profunda amistad que tenemos con quien preside la República Bolivariana de Venezuela, el compañero presidente Hugo Chávez Fría y por el otro lado, entablar una relación con alguien a quien conocía, el compañero Juan Manuel Santos, electo democráticamente por el pueblo colombiano como su presidente.
Lo hizo con un bajo perfil, sin frases estridentes, en una verdadera y auténtica diplomacia; a él que lo acusaron tantas veces de ser tan poco diplomático, de ser tan frontal. Pero es que él era frontal cuando había que ser frontal y era diplomático y sabía hacer las cosas cuando se necesitaba precisamente de aunar esfuerzos.
Por eso digo que estos seis meses, luego con el episodio de Ecuador, donde su primera reacción fue lanzarse - y lo digo literalmente- lanzarse, subirse a un avión e irse a Ecuador, esa fue su primera reacción. Yo quiero contarles por ahí intimidades que desconocemos, su primera intención fue subirse al avión e irse a Ecuador. Después empezamos a pensar, pero dónde iba a bajar, si en Guayaquil no estaba la oposición y en Quito no los dejaban bajar.
Nunca hablé, durante tantas horas, con todos los presidentes de la región, ambos para poder articular esa reunión, en poquísimas horas. Yo nunca vi una reunión - Rafael - en tan poco tiempo, en tan pocas horas, donde absolutamente todos los presidentes fueron a Buenos Aires, algunos llegaron a la madrugada, como el caso de Hugo Chávez o el caso de Juan Manuel Santos, pero nos pedían que, por favor, siguiéramos con la reunión, porque querían estar presentes y dar testimonio de la fe democrática de una región que ha sufrido muchísimo con las dictaduras militares y con gobiernos antidemocráticos.
Por eso digo que fueron solamente seis meses, pero seis meses muy intensos, como fueron solamente 60 años los que vivió, pero 60 años de una intensidad muy fuerte, siendo intendente allá en la lejana Patagonia, siendo tres veces Gobernador de la provincia de Santa Cruz y luego presidente de mi país, la República Argentina, tal vez en la crisis más terrible que le ha tocado afrontar a nuestro país en toda su historia y nunca se amilanó, nunca se achicó, al contrario, las dificultades y las adversidades era como que lo impulsaban aún más a hacer las cosas, era como que lo fácil le aburría, era como que lo difícil le convocaba. Así fue toda su vida y en todas sus cosas, hasta cuando logró conquistarme a mí, en la Universidad, sí. Era un hombre.... eso es tuyo Chávez; él no era tan lindo, pero era alto, gallardo, maravilloso, único e irrepetible, por lo menos para mí.
Pero quiero recordarlo también como un gran constructor de nuevos paradigmas en la América del Sur. Cuando él llegó a la Presidencia en la América del Sur, imperaba, salvo honrosas excepciones todavía, el espíritu del Consenso de Washington. El año anterior había asumido como Inacio Lula Da Silva, Chávez solitario venía ya en el año 1999 y realmente se abocó a una tarea de derribar tabúes y preconceptos acerca de las cosas que no se podían. Todas las cosas que nos dijeron que no se podían hacer, él las pudo hacer, él las pudo llevar adelante.
Me acuerdo de aquella Cumbre en Mar del Plata - la que hacía referencia el compañero Lula - IV reunión de las Américas que tuvo lugar en la ciudad de Mar del Plata y donde realmente si la tuviéramos que definir, yo la definiría como la gran batalla de la América del Sur, por darse un sistema de crecimiento económico propio, que nos ha permitido precisamente en esta crisis sin precedentes en el orden global, afrontarla con una fortaleza que de no haber triunfado nuestra postura -y cuando digo nuestra postura no es la postura de Néstor Kirchner o la postura de la Argentina- sino la postura de los mayores países de la América de tener su propio grado de autonomía, en materia económica. Le valió por supuesto, las iras de los poderosos, el estigma de los poderes fácticos - como lo llama Rafael - pero también le valió el cariño, la memoria de su pueblo y de la historia.
Él siempre, entre un lugar en la historia y congraciarse con los poderosos, eligió definitivamente un lugar en la historia. Creo que ese es el legado más importante que me ha dejado a mí y a sus hijos, y creo que a todos aquellos que lo conocieron, aún con diferencia, aún no compartiendo sus puntos de vista, pero sabiendo de la honestidad de sus convicciones y de cómo las llevó adelante siempre, aún cuando le decía que tenía que parar porque no podía seguir, nunca pudo parar.
Por eso digo que fueron 60 años intensos, bien vividos y por lo tanto debemos recordarlo con mucha alegría, porque vivió la vida que quiso vivir, y esto realmente no lo puede hacer mucha gente. Él fue un afortunado. Me hubiera gustado tenerlo más tiempo al lado mío, pero Dios también sabe por qué hace las cosas.
Quiero agradecerles a todos ustedes, los homenajes, las palabras; quiero agradecerle a Lula, porque juntos también pudieron tirar abajo otro tabú que era el enfrentamiento entre Argentina y Brasil por falsos liderazgos.
Quiero agradecerle a Hugo Chávez la ayuda que le dio a la Argentina cuando nadie ayudaba a la Argentina, porque había defaulteado su deuda soberana y el mundo le daba la espalda.
Quiero agradecerles a todos y a cada uno de los presidentes, fuera ya de la palabra de los presidentes y de lo institucional, a todos y a cada uno de los hombres y mujeres, porque los que estamos aquí venimos del mundo de los partidos políticos, de las ideas, de las convicciones.
Quiero agradecerles a todos el homenaje que hoy le han brindado y convocarlos a que no hay mejor homenaje - como lo decía Lula recién y como decía también el Presidente de Guyana - que reafirmar este camino que hemos emprendido y que no debe tener retorno: construir una América del Sur, una UNASUR, una Latinoamérica que nos involucre en un proyecto de crecimiento, de desarrollo y batalla inclaudicable contra la inequidad y la desigualdad. Que no significa negar el mundo, ni negar la globalización, nada, sino simplemente mirar el mundo desde aquí, desde nuestra propia casa, con nuestras propias recetas, con nuestros propios proyectos, con nuestros propios programas. Y también concebirnos que solamente en la unidad, aún cuando estemos enojados.
Alguien recordaba recién, Lula creo, cuando en una reunión se fueron...bueno, te acordás en Bariloche cuando Uribe no quería venir a la foto y tuve que ir a buscarlo porque estaba enojado y tuve que ir a buscar al presidente Alvaro Uribe para que viniera a sacarse la foto de Bariloche, se vino a sacar la foto, firmamos la declaración de Bariloche y hoy la estamos implementando. Esta debe ser la muestra que aún en medio de berrinches, que muchas veces todos tenemos, somos seres humanos, no somos infalibles, no somos perfectos y menos mal que no somos perfectos, que podemos equivocarnos, porque si podemos equivocarnos tenemos que apostar a que las equivocaciones sean cada vez menos y los aciertos cada vez sean más. Este es el gran desafío de la condición humana, porque si fuéramos perfectos nunca nos equivocaríamos y entonces sería demasiado aburrido.
Por eso quiero convocarlos a la unidad y a seguir trabajando como lo hemos hecho hasta ahora, sabiendo que no todos pensamos igual en todo, que tenemos diferencias, pero que podemos lograr una síntesis, que es la construcción de una región que va a tener, créanme, porque lo que dijo Lula en el G 20 es cierto, un gran protagonismo en el siglo XXI.
Va a depender de todos y de cada uno de nosotros, que podamos ejercer, en nombre de nuestros pueblos y para nuestros pueblos, ese maravilloso protagonismo que nos depara el siglo XXI.
Muchas gracias y muy buenos días a todos y a todas.