Discurso de Carlos VII a los representantes asturianos (1870)
La Faraz, 2 de agosto de 1870.
«Gracias a Asturias por su entusiasta manifestación de fidelidad y por el rico don que desde este momento adorna el pecho del tierno Príncipe, que lleva el título con que el mundo conoce desde antiguo a los herederos de la Corona de España.
Con noble orgullo habéis recordado vosotros, y con satisfacción imponderable he oído yo, los hechos preclaros que ilustran la historia de la hidalga tierra asturiana.
Bien juzgáis cuando atribuís al espíritu de religiosidad e independencia el origen de las proezas que, en épocas memorables, realizaron nuestros ilustres antepasados. Este espíritu es el que todavía, por gracia especial de Dios y a despecho de las revoluciones, vive y alienta al pueblo español; él es el que inspira mi alma al pensar en la restauración gloriosa que ha de poner término a los grandes dolores que sufre hoy mi amadísima Patria.
Pido a Dios que cumpla vuestros votos al dirigiros al Príncipe de Asturias, a quien la Iglesia acaba de imponer sobre la pila bautismal un gran nombre en honor del Santo Patrón de España, y en memoria de aquel Rey esclarecido, que si fue el Rey de las batallas y de las conquistas, lo fue también de los fueros y de las libertades.
Esos votos son los de todo el pueblo español, que, alegando títulos de antigua fe, es merecedor, por ello, de que llegue pronto el día de mostrar ante el mundo, ahora tan revuelto y trastornado, cómo pueden gozarse conquistas verdaderas de los tiempos sin renegar de la enseña con que se inmortalizaron los héroes de Bailén y Covadonga.»