Discurso: 9 de agosto de 2008


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Buenos Días.

Les estoy hablando desde Beijing donde he venido para apoyar a los atletas estadounidenses que están participando en los Juegos Olímpicos. Este es un momento de orgullo para nuestros olímpicos y para la gran Nación que representan, y Laura y yo estamos honrados de compartirlo con ellos.

Además de asistir a los Juegos Olímpicos, mi itinerario incluye una reunión con el Presidente de China, dedicar una nueva Embajada de Estados Unidos en Beijing, y asistir a una iglesia local. Durante mi tiempo aquí, estaré expresando las profundas inquietudes de Estados Unidos en cuanto a la libertad y los derechos humanos en China. Este viaje ha reafirmado mi creencia de que los hombres y mujeres que aspiran a hablar su conciencia y venerar a su dios, no son ninguna amenaza al futuro de China. Son el pueblo que hará de China una gran nación en el siglo 21.

Uno de los aspectos más destacados de este viaje es ver cuanto ha cambiado China. Mi primera visita al país fue hace más de tres décadas cuando mi papá estaba de representante estadounidense en Beijing. La pobreza estaba por todas partes y las calles estaban inundadas de bicicletas. Hoy en día, China está entrando rápidamente a la era moderna. Beijing está cubierta de rascacielos y llena de automóviles. Y el pueblo de China tiene más conexiones con el mundo que jamás antes en su historia.

Estos cambios ofrecen tremendas oportunidades al pueblo chino, al pueblo estadounidense y al mundo entero. Por lo tanto, en los últimos ocho años, Estados Unidos ha buscado poner nuestra relación con China sobre una base más sólida y de principios. Hemos avanzado los intereses de ambas naciones expandiendo el comercio libre y justo, y fomentando el crecimiento de una clase media china - que puede ser un mercado enorme para exportaciones de Estados Unidos. También hemos cooperado en otros desafíos compartidos, desde luchar contra enfermedades pandémicas hasta oponernos a los programas de armas nucleares de Corea del Norte.

Al mismo tiempo, Estados Unidos ha hablado franca y consistentemente sobre nuestras inquietudes en cuanto al comportamiento del gobierno chino. Hemos dejado muy en claro que confiar a su gente con mayor libertad es necesario para una relación más fuerte con los Estados Unidos y es la única forma en que China pueda alcanzar todo su potencial. Hemos subrayado que ser un líder económico global conlleva el deber de actuar responsablemente en asuntos desde la energía hasta el medio ambiente hasta el desarrollo en África.

Solo China puede decidir el curso que seguirá, pero me siento optimista sobre las perspectivas. Los jóvenes que crecen con libertad en un área de sus vidas eventualmente exigirán libertad en otras áreas. La China del futuro reflejará su propia cultura y tradiciones, pero también reflejará las aspiraciones universales de la humanidad - y no hay anhelo humano más profundo que el de la libertad.

La relación de Estados Unidos con China es un elemento de nuestra estrategia más amplia para la región. Cuando yo asumí la presidencia, traje la clara convicción de que Estados Unidos es una nación del Pacífico y que nuestro compromiso con Asia debe ser más fuerte que nunca en el pasado. Hemos actuado sobre esa convicción al perseguir cuatro objetivos amplios:

Hemos reafirmado todas las cinco alianzas de tratado en la región de Asia del Pacífico: Japón, Australia, Filipinas y dos países que visité esta semana - Corea del Sur y Tailandia. Hemos fortalecido nuestras relaciones con otras sociedades libres en Asia, incluyendo India, la democracia más grande del mundo... e Indonesia, una nación democrática donde viven más musulmanes que en cualquier otro país de la tierra. Hemos aprovechado oportunidades para la prosperidad negociando nuevos acuerdos de libre comercio - incluyendo un acuerdo histórico con Corea del Sur, un acuerdo que nuestro Congreso de Estados Unidos tiene que aprobar. Y hemos ayudado a juntar naciones a través de la región de Asia del Pacífico para luchar contra el terrorismo, buscar un fin a la tiranía en Birmania, responder a desastres naturales y enfrentar otros desafíos a nuestros pueblos y nuestra prosperidad.

Mis viajes a Asia como Presidente han traído muchos momentos alentadores. Uno de los más emotivos vino esta semana en Seúl cuando habl con tropas estadounidenses de la Guarnición Yongsan. Estos hombres y mujeres están soportando la carga de la vida militar lejos de sus hogares. Sin embargo en sus caras uno puede ver un orgullo silencioso que viene de tener un trabajo importante y de desempeñarlo bien. Estos valientes estadounidenses están conservando la paz y están enviando un mensaje más amplio sobre nuestro enfoque hacia Asia: ahora y siempre, Estados Unidos cumpliremos con nuestra palabra a nuestros amigos. Confiados estaremos por la libertad. Y avanzaremos los intereses y los ideales de nuestra Nación manteniéndonos comprometidos en esta parte vital del mundo.

Gracias por escuchar.

Este documento pertenece al Gobierno de los Estados Unidos de América y se encuentra en dominio público.