Discurso: 6 de julio de 2002


<Discursos del Presidente George W. Bush


Buenos días.

Esta semana, los Estadounidenses celebramos el aniversario número 226 de nuestra independencia. El Cuatro de Julio contamos nuestras bendiciones - y hay tantas que contar. Damos gracias por las familias que comparten nuestra vida en esta tierra de libertad. Agradecemos las oportunidades que tenemos en este país todos los días. Agradecemos nuestra libertad - la libertad declarada por los fundadores de nuestro país, defendida por muchas generaciones, y otorgada a cada uno de nosotros por Dios Todopoderoso.

Los Estadounidenses sabemos que nuestro país no nació por casualidad. Nuestro país fue primero designado como una colonia, sirviendo a un imperio y responsable ante un rey. Los fundadores tenían otras ideas. En el verano de 1776 declararon que estas colonias "son, y de Derecho deberán ser, Estados Libres e Independientes". Todos los Estadounidenses podemos trazar una línea directa desde las vidas libres de las que disfrutamos hoy a ese momento particular en que el mundo cambió para siempre.

Desde ese día en 1776, la libertad ha encontrado un hogar y un defensor. A diferencia de cualquier otro país, Estados Unidos entró al mundo con un mensaje para la humanidad: Que todos somos creados iguales, y todos debemos ser libres.

No existe una raza Estadounidense. Sólo existe una creencia Estadounidense. Creemos en la dignidad y los derechos de cada persona. Creemos en una justicia igual... un gobierno limitado, y en el imperio de la ley... en responsabilidad personal y tolerancia hacia los demás. Esta creencia de libertad e igualdad ha enaltecido las vidas de millones de Estadounidenses - de ciudadanos por nacimiento, y de ciudadanos por elección. Esta creencia nos acerca a nuestros amigos... nos opone a nuestros enemigos ... y siempre inspira lo mejor que tenemos dentro de nosotros.

En este año 226 de nuestra Independencia, hemos visto que el patriotismo Estadounidense sigue siendo una fe viviente. Amamos a nuestro país, y aún más cuando se ve amenazado. Estados Unidos es el país más diversificado del mundo. Sin embargo, en un instante volvimos a descubrir que somos un sólo pueblo. Compartimos las mismas lealtades. Vivimos bajo una misma bandera. Y cuando se golpea a un Estadounidense, se nos golpea a todos.

Hoy más que nunca en la vida de la mayoría de los Estadounidenses, nuestra bandera representa un país verdaderamente unido. Hemos estado unidos en nuestro dolor. Y estamos unidos en nuestra determinación de proteger a nuestro pueblo y derrotar a los enemigos de la libertad.

En estos momentos, más de 60,000 tropas Estadounidenses están desplegadas en todo el mundo en la guerra contra el terror. Muchos de ustedes tienen miembros de familia sirviendo en las fuerzas armadas. Dondequiera que estén emplazados, nuestro país depende de ellos, y ustedes pueden estar orgullosos de ellos. Los hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas, así como nuestros veteranos, saben mejor que nadie que el amor por la patria se muestra en obras. Ese espíritu de servicio está vivo y fuerte hoy en día en Estados Unidos. Al mismo tiempo que libramos una guerra en el extranjero, los Estadounidenses en casa responden al llamado de servir, dando de su tiempo y energía a causas superiores a los intereses propios. Esta Nación está enfrentando un mal horrible, y estamos venciendo al mal con el bien.

Hoy, al igual que en ocasiones anteriores, Estados Unidos sostiene las esperanzas del mundo. Sin embargo, desde el día en que fuimos fundados, el propio gran deseo de Estados Unidos nunca ha sido sólo en nosotros. Los Fundadores humildemente buscaron la sabiduría y la bendición de la Divina Providencia. Ojalá que nosotros siempre podamos vivir con esa misma confianza. Y que Dios siga velando por los Estados Unidos.

Gracias por escuchar.



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