Discurso: 21 de diciembre de 2002
<Discursos del Presidente George W. Bush
Buenos días.
Al juntarse familias en todo el país para celebrar la Navidad, Laura y yo queremos brindarles nuestros mejores deseos en las fiestas. Esperamos que esta Navidad sea una época de felicidad en sus hogares y paz en la tierra.
Durante esta temporada, celebramos con nuestras familias - y profundamente echamos de menos a los seres queridos que ya no están con nosotros. Miles de familias en nuestro país aún se lamentan por las terribles pérdidas que sufrieron el 11 de septiembre del año pasado. No hemos olvidado su pérdida, y continuamos rezando porque encuentren consuelo.
La temporada navideña trae una preocupación aún más profunda por nuestros conciudadanos necesitados. El nuestro es un país próspero. Sin embargo, debemos recordar que hay áreas de desesperación en Estados Unidos.
Algunos hombres y mujeres enfrentan las luchas que traen las enfermedades y la vejez, sin nadie que los ayude o que rece con ellos. Otros estadounidenses luchan contra adicciones terribles. Para algunos jóvenes la única familia es una pandilla. Algunas madres adolescentes se encuentran abandonadas y solas. Y algunos niños se preguntan si hay alguien que los quiera.
Todos compartimos la responsabilidad de ayudar - tanto a través de nuestro gobierno como a través de acciones individuales de compasión. En esta temporada de entrega, espero que todos los estadounidenses busquen oportunidades para hacer donaciones y servir de voluntario donde sea mayor la necesidad. Al extender la mano a un vecino necesitado, hacemos de nuestro país un lugar más justo y más generoso.
En esta época del año nuestro país también piensa en los hombres y las mujeres de nuestras fuerzas armadas, muchos de los cuales pasarán Navidad en puestos y bases muy lejos de sus hogares. Ellos se sitúan entre los estadounidenses y un grave peligro. Sirven la causa de la paz y de la libertad. Orgullosamente portan su uniforme - y nosotros nos enorgullecemos de ellos. Me he reunido con estos jóvenes hombres y mujeres idealistas a través de los Estados Unidos, y a través del mundo. Conozco los sacrificios que hacen. Y en cada lugar donde sirven, pueden saber que cuentan con el amor de sus familias, y la gratitud de su Nación.
En esta época del año, apreciamos todas las bendiciones que llenan nuestras vidas - sobre todo la gran bendición que nos llegó esa noche santa en Belén. La historia de Navidad le habla a cada generación. Es la historia de un nacimiento tranquilo, en un pueblo pequeño, al margen de un imperio indiferente. Pero ese acontecimiento único fijó el curso de la historia, y continúa cambiando millones de vidas. Por más de dos milenios, la Navidad ha traído el mensaje de que Dios está con nosotros - y porque Él está con nosotros, siempre podemos vivir con esperanza.
El mundo en el cual vivimos es muy distinto al mundo de la antigua Belén. Sin embargo, nuestra necesidad de esa esperanza no ha cambiado. En todos los desafíos y los peligros de nuestros tiempos, todavía buscamos la promesa de paz en la tierra.
Gracias por escuchar, y Feliz Navidad
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