Discurso: 20 de abril de 2007


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Buenos Días. Esta semana los pensamientos y las oraciones de millones de estadounidenses acompañan a las víctimas de los ataques en Virginia Tech. Lloramos las vidas prometedoras interrumpidas antes de tiempo. Rezamos por los heridos. Y enviamos nuestro amor a aquellos que sufren dolor.

El día después del ataque, Laura y yo asistimos a un servicio conmemorativo en el campus de Blacksburg. Nos reunimos con miembros del profesorado que habían perdido alumnos y colegas, y compartimos abrazos con madres y padres afligidos - incluyendo padres que habían perdido a su único hijo(a). Ofrecimos cuantas palabras de consuelo pudimos y nos sentimos conmovidos por la solidaridad y la fuerza de espíritu que encontramos. Queríamos que todos en la universidad supieran que esta tragedia entristeció a nuestra Nación entera - y que el pueblo de Estados Unidos está con ellos en esta hora de oscuridad.

Nunca podremos comprender completamente lo que pueda causar que un estudiante tome las vidas de 32 personas inocentes. Lo que sí sabemos es que este era un joven profundamente consternado - y que hubo muchas señales de alarma. Nuestra sociedad continúa luchando con la pregunta de cómo tratar a individuos cuyos problemas de salud mental los convierten en un peligro para ellos mismos y para los demás.

Las universidades y los oficiales estatales y locales ahora enfrentan estos temas - y el gobierno Federal ayudará. He pedido a los principales oficiales de los Departamentos de Educación, Justicia, y Salud y Servicios Humanos que ofrezcan a la comunidad de Virginia Tech cualquier ayuda que podamos - y que participen en un estudio de los problemas más amplios levantados por esta tragedia. He pedido que estos oficiales viajen a comunidades a través de nuestra Nación - para reunirse con educadores, expertos en salud mental, y oficiales estatales y locales. He pedido al Secretario de Salud y Servicios Humanos, Mike Leavitt, que resuma lo que aprendan y me informe con recomendaciones sobre cómo podemos ayudar a evitar tales tragedias.

Esta semana en Virginia Tech, vimos lo peor de la humanidad -y también vimos lo mejor de la humanidad. Supimos de estudiantes que arriesgaron su propia seguridad para asistir a compañeros de clase heridos.

Supimos de un profesor que usó su cuerpo como barricada en la puerta de una sala de clase, y dio su vida para que sus estudiantes pudieran escapar por las ventanas. Y vimos al pueblo bondadoso de Blacksburg abrazar a las víctimas de esta tragedia - y ayudar a sus vecinos a aguantar, y cicatrizar y tener esperanza.

Esa esperanza fue expresada en una carta escrita por un graduado de Virginia Tech poco después del ataque. El escribió: "Hoy, hay dolor en todas partes de nuestra comunidad, y nuestros corazones están afligidos. Sin embargo, estoy seguro que nuestra universidad perseverará". Continuó diciendo: "El mal nunca puede vencer, no mientras haya hombres y mujeres como las personas de Virginia Tech que todos los días se esfuerzan por lograr el éxito y luchan por mejorar la condición humana en todo el planeta".

Esta semana reflexionamos sobre lo que hemos perdido, y damos consuelo a quienes soportan un dolor profundo. Y de alguna manera sabemos que vendrá un mejor día. Sabemos esto ya que juntos los estadounidenses han superado muchos males y han encontrado fuerza para atravesar muchas tempestades. Y sabemos que habrá un día, como lo prometen las Escrituras, en que el mal enfrentará su hora de la verdad y serán secadas todas las lágrimas.

Que Dios bendiga a los que sufren y lloran y que Dios bendiga a nuestro país maravilloso. Gracias por escuchar.



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