Discurso: 12 de junio de 2004


<Discursos del Presidente George W. Bush


Buenos días.

Esta semana, Estados Unidos estuvo de duelo por el fallecimiento del Presidente Ronald Reagan. Recordamos a un hombre amable, decente y uno de los líderes más grandiosos que ha conocido nuestra nación. Fue un patriota valiente cuyo liderazgo transformó al país y al mundo que deja atrás. En este momento de tristeza, pensamos particularmente en Nancy Reagan, esposa fiel y cariñosa durante 52 años, en los tres hijos del Presidente y en el resto de la familia Reagan.

Ronald Wilson Reagan vino al mundo hace más de 93 años en un apartamento en el segundo piso de un banco en Illinois. Su vida encontraría el éxito en carreras diversas, entre ellas, la difusión deportiva, el cine y los cargos públicos. Sus convicciones más firmes se formaron a lo largo del camino. Y durante todas las pruebas de la vida, esas convicciones nunca flaquearon.

Ronald Reagan creía que todo sucede por algún motivo y que podemos confiar en los designios de Dios. Creía que la gente es esencialmente buena y no soportaba la intolerancia ni la injusticia. Por encima de todo, creía en la valentía y la victoria de los hombres libres, y en la capacidad del pueblo estadounidense de superar cualquier obstáculo.

El Presidente Reagan llevó esas convicciones a la Casa Blanca en 1981, y la dejó ocho años más tarde con logros que han perdurado. Con medidas audaces y persistentes, reestableció la confianza en nuestra nación. afianzó el espíritu de libre empresa. desafió y avergonzó a un imperio opresor. e inspiró a millones con sus convicciones y valor moral.

Mientras mostró cómo debe ser un presidente, también mostró cómo debe ser un hombre. Ronald Reagan actuaba con decencia y prestaba atención a los pequeños actos de bondad que también caracterizan una vida buena. Era un hombre cortés, amable y considerado al que nunca se le conoció una ofensa contra los demás, ni un acto que avergonzara a los demás. Desde la Oficina Oval, se tomó el tiempo de responder a las cartas de escolares, abuelas e innumerables personas desconocidas que sentían curiosidad por la vida diaria en la Casa Blanca.

Ronald Reagan amó profundamente a los Estados Unidos de Norteamérica, y ese amor está siendo correspondido. Durante la semana pasada, decenas de miles de estadounidenses esperaron en fila en California y en Washington, D.C. para rendirle un tributo final. Hubo 21 salvas, procesiones dignas y recordatorios caseros en una funeraria en Santa Mónica.

Ahora que Nancy Reagan ha llevado a su esposo a su última morada, ofrecemos nuestra gratitud. Nuestro país es más fuerte y el mundo es más libre debido al valiente liderazgo de un hijo de los Estados Unidos. Ronald Reagan siempre nos dijo que lo mejor para los Estados Unidos aún estaba por delante. Sabemos que eso también es cierto en su caso. Su labor ha concluido y ahora lo espera una ciudad esplendorosa.

Que Dios bendiga a Ronald Reagan.

Gracias por escuchar.



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