Discurso: 10 de septiembre de 2005


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Buenos días. El domingo, nuestra nación recordará el cuarto aniversario de los ataques terroristas del 11 de septiembre. Cada estadounidense tiene recuerdos de ese día que nunca podrán dejar atrás. Recordamos las imágenes del incendio y terror en el Pentágono, en Pensilvania y en el centro de la Ciudad de Nueva York. Recordamos la crueldad de aquellos que asesinaron a los inocentes y el gozo que les dio su sufrimiento. Recordamos la valentía de los policías y bomberos y socorristas que se apresuraron a entrar a edificios que ardían para salvar vidas, conscientes de la posibilidad de que no salieran vivos. Y recordamos a las víctimas - los padres de familia, los hijos, los hermanos, los esposos. y los seres queridos que dejaron.

Al caer la noche el 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, sentimos dolor y muchísima tristeza. Sin embargo, también nos dimos cuenta de que aunque los terroristas podían matar a los inocentes, no podían doblegar el espíritu de nuestra nación. La desesperación y la tragedia de ese día fueron superadas por las muestras de altruismo, valentía y compasión. Y durante los días y las semanas posteriores, Estados Unidos respondió al llamado de la historia de llevar ante la justicia a nuestros enemigos y garantizar la supervivencia y el éxito de la libertad, y esa misión continúa actualmente. Cuatro años más tarde, los estadounidenses recordamos los temores y la incertidumbre y la confusión de esa terrible mañana, pero por encima de todo, recordamos la determinación de nuestra nación de defender nuestra libertad, reconstruir una ciudad lastimada y velar por nuestros vecinos necesitados.

Hoy, Estados Unidos le hace frente a otra catástrofe que ha causado destrucción y pérdida de vida. Esta vez, la devastación no es causa de la malicia de hombres malvados, sino de la furia del agua y el viento. El huracán Katrina allanó pueblos enteros a lo largo de la costa del golfo, y dejó bajo agua una de las ciudades más celebradas de los Estados Unidos. Decenas de miles de personas perdieron sus casas y sus seres queridos y todas sus posesiones terrenales. La tormenta cobró incontables vidas y forzó a cientos de miles a irse de sus comunidades, sin ninguna certeza de poder regresar pronto. Una vez más, nuestros corazones se afligen por nuestros conciudadanos, y quedan muchos con dudas sobre el futuro.

Sin embargo, esto nos vuelve a recordar que la adversidad saca a relucir lo mejor del espíritu estadounidense. En estos tiempos de tanto sufrimiento, hemos visto la valentía y el empeño de los socorristas, que están dispuestos a arriesgarse para salvar las vidas de los demás. Hemos visto el espíritu de los ejércitos de compasión de los Estados Unidos, que se aunaron en respuesta a esta tragedia. Organizaciones basadas en fe, grupos comunitarios y personas particulares en todo el país velan por aquéllos afectados por la tormenta y consuelan a aquéllos con seres queridos perdidos o desaparecidos. Por todo el país, los estadounidenses abren sus puertas y sus corazones a sus hermanos necesitados con generosidad. Para averiguar cómo pueden ayudar, los insto a que visiten, usafreedomcorps.gov, o que llamen al 1-877-USA-CORPS.

Los ciudadanos de la costa del golfo pueden contar con sus compatriotas en estos momentos de tribulaciones, y su gobierno está también de su lado. Esta semana, promulgué una ley que asigna 52 mil millones de dólares adicionales para las actividades de respuesta y recuperación. Ya hemos comenzado a distribuir ayuda de emergencia de 2,000 dólares a cada hogar de familia desalojado, dinero que pueden utilizar inmediatamente para comida, ropa y otros artículos esenciales. También he dispuesto que se otorgue a toda la gente en la región del desastre la condición especial de evacuado, lo que facilita que reciban prestaciones federales, como cupones de alimentos y Medicaid dondequiera que estén en los Estados Unidos.

Estamos ayudando a las víctimas del huracán Katrina, y ayudaremos a la gente de la costa del golfo a recuperarse de la adversidad. A pesar de todo lo que han sobrellevado, las personas de esa región están decididas a reconstruir sus casas y recuperar sus vidas, y sus conciudadanos están resueltos a ayudarlas. Para lograr la difícil tarea por delante, nuestra nación recurrirá a nuestros vastos recursos y la creatividad de nuestros ciudadanos, los que se requerirán en grandes proporciones. Nuestro mayor recurso durante tiempos como estos es el carácter compasivo del pueblo estadounidense, porque incluso la tormenta más asoladora no puede debilitar el corazón ni el espíritu de nuestra nación.

Estados Unidos superará esta dura experiencia, saldrá de ella más fuerte. Incluso en los rincones más oscuros, podemos ver la luz de la esperanza, y ésta nos muestra el camino por delante. Honraremos la memoria de aquéllos a quienes hemos perdido. consolaremos a las víctimas de Katrina. y haremos que la costa del golfo sea más dinámica que nunca. En lo que tenemos por delante, que Dios vele por los Estados Unidos de Norteamérica.

Gracias por escuchar.


Este documento pertenece al Gobierno de los Estados Unidos de América y se encuentra en dominio público.