Disculpa de una injusta desconfianza
Perdona, Lisa mía, la extrañeza, si en dicha que es mayor que la esperanza, en idioma de mi desconfianza lastima tus oídos mi fineza, que hiciera agravio a la mayor belleza, si tranquilo en mi torpe confianza no temiera en mis dichas la mudanza que tu mérito inspira y mi rudeza. Disculpe tu gallardo entendimiento mis tiernos siempre apasionados modos, dialecto del temor más importuno, nacido de mi fiel conocimiento; que, aunque gloria mayor logro de todos, también merezco menos que ninguno.