Diario Oficial de El Salvador/Tomo 74/Número 35

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República de El Salvador.—Amèrica Central.

Diario Oficial.


Tomo 74Num. 35

San Salvador, lunes 10 de febrero de 1913.


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Poder Legislativo

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Poder Legislativo
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La Asamblea Nacional Legislativa de la República de El Salvador,

Considerando: que el Supremo Poder Ejecutivo, a consecuencia del grave estado de salud del señor Presidente de la República, Dr. don Manuel Enrique Araujo, ha llamado, por Decreto de esta fecha al ejercicio de la Presidencia de la República al honorable ciudadano don Carlos Meléndez, en concepto de Primer Designado; y habiendo fallecido el Presidente de la República Sr. Dr. Araujo,

Por tanto:

En uso de las facultades que le confiere el Art. 81 de la Constitución,

Decreta:

Art. 1º—Ratifícase el Decreto del Supremo Poder Ejecutivo de que se ha hecho referencia.
Por tanto:

Art. 2º—Este Decreto tendrá fuerza de ley desde el día de su publicación.
Dado en el Salón de Sesiones del Poder Legislativo: San Salvador, a los nueve días del mes de febrero de mil novecientos trece.

Joaquín Bonilla,
Vicepresidente.

Claudio Ochoa,
1er. Srio.

Lázaro Mendoza,
2o. Srio.

Palacio Nacional: San Salvador, a nueve de febrero de mil novecientos trece.
Por tanto: publíquese.

C. Meléndez.
El Ministro de Gobernación, Fomento, Instrucción Pública y Agricultura,


T. Carranza.
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La Asamblea Nacional Legislativa de la República de El Salvador,

Considerando: que, víctima de salvaje atentado, único en los anales de nuestra historia, ha muerto hoy el ilustre señor Dr. don Manuel Enrique Araujo, Presidente Constitucional de la República;
Que tan esclarecido ciudadano, en el desempeño del alto cargo que le confió la voluntad soberana del pueblo salvadoreño, no solo cumplió como bueno y patriota los sagrados deberes de ese cargo, sino que también, con su obra progresista, honrada, regeneradora y en todo concepto beneficiosa para el país, ha dejado con esa brillante actuación pública un ejemplo de abnegación y civismo, que es menester que las generaciones futuras aprovechen, sirviéndoles de perdurable lección para hacer el bien de la Patria;
Que todos los países cultos han consagrado, como tesoro de sus glorias nacionales y del cariño popular, un sitio público donde reposen los restos de sus grandes hombres que han simbolizado su vida y enaltecido su carácter;
Que la gratitud salvadoreña debe a tan ilustre Mandatario toda la suma de honores y glorificaciones que la Nación puede acordar a sus más nobles y perínclitos servidores;
Por tanto,

Decreta:

Artículo 1º.—Está de duelo la República; la Asamblea Nacional Legislativa, interpretando fielmente el sentimiento doloroso de la Nación, ordena que durante treinta días se guarde el luto más riguroso, conforme las prescripciones de ordenanza.
Art. 2º.—Se invita al Poder Ejecutivo y al Poder Judicial para que dicten los acuerdos y providencias que pongan de manifiesto el público sentimiento por pérdida tan irreparable.
Art. 3º.—La Patria agradecida crea el Panteón de sus Grandes Hombres, y al efecto destina en el Cementerio un sitio especial, dejando al Poder Ejecutivo que lo designe y ordenando que en él se guarden, en primer lugar, los restos venerados del ilustre Presidente doctor Manuel Enrique Araujo, muerto como un mártir en aras de la República.
Art. 4º.—El presente Decreto tendrá fuerza de ley desde el día de su publicación. Dado en el Salón de Sesiones del Poder Legislativo: San Salvador, a los nueve días del mes de febrero de mil novecientos trece.

Joaquín Bonilla,
Vicepresidente.

Claudio Ochoa,
1er. Srio.

Lázaro Mendoza,
2o. Srio.

Palacio Nacional: San Salvador, a nueve de febrero de mil novecientos trece.
Por tanto: publíquese. C. Meléndez.

El Ministro de Gobernación, Fomento, Instrucción Pública y Agricultura,


T. Carranza.

El Ministro de RR. EE.,
Justicia y Beneficencia,

M. Castro R.

El Subsecretario de Estado en el Despacho de Guerra y Marina,


José M. Peralta

El Subsecretario de Estado en el
Despacho de Hacienda y Crédito
Público,

M. J. Iraheta.


Poder Ejecutivo

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Poder Ejecutivo
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Manuel Enrique Araujo,
Presidente Constitucional de la República,

Tomando en consideración el grave estado de mi salud, oído el Consejo de Ministros, y en consideración a que el día de ayer ha sido aceptada por la Honorable Asamblea Nacional la dimisión que del cargo de Vicepresidente de la República le presentó el señor don Onofre Durán; para dar pleno cumplimiento a lo dispuesto por el Art. 81 de la Constitución de la República, he venido en decretar y

Decreto:

Artículo 1º.—Se llama al ejercicio de la Presidencia de la República, al Honorable ciudadano señor don Carlos Meléndez, quien está investido del cargo de Primer Designado, para que éntre al ejercicio del Poder Ejecutivo en casos como el presente.
Art. 2º.—Al verificar tal delegación, siéntome lleno de patriótico entusiasmo, porque sé que el país piensa como yo, que el ilustre ciudadano que en aquel cargo me sucede, llena todas las nobles y elevadas aspiraciones de mis conciudadanos, y de consiguiente cumplirá con la gran obra de regeneración y de progreso en que he impulsado al país.
Dado en la Mansión Presidencial, en la mañana del día nueve de febrero de mil novecientos trece.

Manuel E. Araujo.
El Ministro de Gobernación, Fomento,
Instrucción Pública y Agricultura,

T. Carranza.

El Ministro de Relaciones Exteriores, Justicia y Beneficencia,


M. Castro R.
El Subsecretario de Estado, encargado
de las Carteras de Guerra y Marina,

J. M. Peralta.

El Subsecretario de Estado, encargado de las Carteras de Hacienda y Crédito Público,


M. J. Iraheta.
——
Palacio Nacional:
San Salvador, 10 de febrero de 1913.

En uso de las facultades que me confiere la ley y en el deseo de no alterar el orden establecido, y juzgando conveniente a la buena marcha de los intereses de la República, conservar el personal que integra el Gabinete actual, resuelvo: excitar el patriotismo de los señores Secretarios y Subsecretarios de Estado para que continúen provisionalmente prestando sus luces en la obra de regeneración emprendida por el Gobierno del Dr. Araujo, que es la misma que me propongo seguir lleno del más puro y legítimo anhelo.

C. Meléndez.

Sección Editorial

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Sección Editorial

El nuevo Presidente de la República toma posesión del alto cargo

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El nuevo Presidente de
la República
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Toma de posesión

del alto cargo
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El negro crimen del cuatro tuvo, contra todas las esperanzas del pueblo salvadoreño, el doloroso desenlace, cuya noticia em- página 266 barga en estos momentos, el ánimo de la Nación entera.
El fallecimiento del señor Presidente de la República, doctor don Manuel E. Araujo, ha llenado de consternación a la sociedad salvadoreña, y millares de telegramas de pésame han sido recibidos por el Gobierno de la República y la honorable familia del ilustre fallecido.
Con fecha nueve de los corrientes, el Poder Ejecutivo, en vista de la extrema gravedad del señor Presidente, dictó un decreto, que en la sección correspondiente de este Diario se publica, llamando al ejercicio de la Presidencia de la República, al honorable ciudadano don Carlos Meléndez, Primer Designado para ejercer aquel cargo, de conformidad con la Constitución, y por haber admitido la Honorable Asamblea Nacional, su renuncia de Vicepresidente de la República al señor don Onofre Durán.
En virtud de este decreto, el honorable señor Meléndez protestó ante el Consejo de Estado, cumplir y hacer cumplir la Constitución como Jefe de la Nación salvadoreña, levantándose al efecto, el acta respectiva, que fué firmada por el señor don Carlos Meléndez, Presidente de la República y por todos los señores SEcretarios y Subsecretarios de Estado.
El mismo día nueve, la Asamblea Nacional, reunida en sesión extraordinaria, dió solemne y legal posesión de la Presidencia de la República al distinguido ciudadano don Carlos Meléndez, cuya ascensión al Poder Supremo, es segura garantía de orden, del mantenimiento de las instituciones y del progreso nacional que tan enérgicamente supo impulsar el señor Presidente doctor Araujo.
En el acto de toma de Posesión de la Primera Magistratura del país, el nuevo Gobernante salvadoreño dijo:

Señores Diputados:

Esta mañana me hice cargo del Poder Público como Primer Designado a la Presidencia, según lo previene el Art. 81 de nuestra Carta Fundamental, en momentos dolorosos, cuando el país entero está regando con sus lágrimas la tumba abierta por el crimen, en la que cae uno de los mandatarios más honrados, más patriotas, de más nobles sentimientos, que cuenta la historia de El Salvador.
Si no fuera porque el deber más imperioso me está señalando este puesto, que como veis, no es un puesto apetecible para una persona de mis condiciones, mil veces lo hubiera rechazado.
Pero ante los grandes intereses del país, ante la necesidad de conservar el orden y la paz, que peligran seriamente, en crissi como la que estamos atravesando, he debido sacrificar todas mis aspiraciones a la vida sosegada y tranquila que siempre he llevado, para venir aquí a coadyuvar con vosotros y con todos los buenos ciudadanos a salvarla de la anarquía y de la ruina. Mucho me complace, sin embargo, que en estos momentos reina el orden en todos los ámbitos de la República.
La política de mi ilustre antecesor ha sido muy sabia. En el corto tiempo que tenga la honra de dirigirla procuraré seguirla, con la imparcialidad y la honradez que él supo imprimirle. Especialmente me empeñaré en que nuestras relaciones con las Repúblicas hermanas no sufran ninguna interrupción y que si fuere posible se hagan más íntimas y más estrechas.
Me siento demasiado conmovido, señores, para entrar en otro orden de consideraciones. Solo haré la declaración de que ningún ciudadano honrado tendrán que temer del nuevo orden de cosas que hoy se inaugura en el país. La ley será la norma de mi conducta y la imparcialidad más completa informará todos los actos de mi Gobierno.
Tengo confianza de que en momentos difíciles, como los presentes, todos los ciudadanos se mantendrán unidos con el Gobierno; y especialmente abrigo esa confianza en vosotros que por el alto y honroso cargo de que estáis investidos, sois los llamados a velar por los grandes intereses de nuestra Patria.

A nombre de la Honorable Asamblea Nacional, el Diputado, señor don Carlos Javier Guerrero, contestó al señor Presidente de la República, en los términos siguientes:

Excelentísimo Señor:

Con el alma agobiada bajo el inmenso peso de un dolor sin nombre.—incapaz de