Diario Oficial de El Salvador/Tomo 14/Número 1
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Al saludar á los lectores de este periódico en el día de año nuevo, volvamos por un momento la vista ha cia atrás y recordemos algo de lo que deja entre nosotros el año de 1882.
Una vez que el pueblo salvadoreño se resolvió sensatamente á labrar su propia dicha, y á sostener la tranquilidad pública, uniendo sus animosos esfuerzos á los de su gobernante, eran de esperarse las consecuencias que hoy palpamos con verdadera satisfacción.
Los progresos materiales y morales que hemos alcanzado en el reducido espacio del año que acaba de pasar, son obras realizadas á la sombra bienhechora de la paz.
Junto con las mejoras interesantes en el ramo de instrucción pública, fomentada con ahinco y patriotismo y las garantías dadas al ciudadano, en conformidad con sus derechos imprescriptibles y con las leyes, el año de 1882 nos deja gratos recuerdos en obras de necesidad pública y de ornato, entre las que sólo nombraremos el ferrocarril de Acajutla á Sonsonate; el establecimietno del cable submarino; la fundación de un hospicio para huérfanos; la construcción del instituto nacional, que, en breve, quedará terminada y la erección del monumento que honra la memoria del General Morazán.
A esto añadamos que el comercio, las artes y sobre todo la agricultura han recibido notable incremento y que quedan iniciadas obras de gran valía, como la línea ferrea central y las que unirán á San Salvador con el puerto de La Libertad y á Sonsonate con Santa Ana, y el establecimiento de una Casa de moneda, para lo cual se ha ocurrido ya por el cuño respectivo, á fin de dar así impulso conveniente á la industria minera del país.
Por desgracia, al terminar el año, y cuando ninguna inquietud debia turbar la tranquilidad pública que venía prometiendo á la Nación días de mayor ventura y de esperanzas legítimas; cuando nada había interrumpido la feliz armonía que reina entre los hijos del Salvador y su gobernante; no han faltado dos ó tres personas que, propalando inepcias, como la venta y anexión de la República, han intentado sembrar la desconfianza en el ánimo del pueblo, valiéndose para esta obra ingrata y antipatriótica de especies calumniosas que ningún hombre de honradez y sano criterio puede creerlas.
Para los que quisieran adueñarse del mando y que son los propaladores de noticias falsas, no son imposibles sinó lo verdadero y lo real; pero por fortuna no cuentan con adeptos á quienes pudieran inspirarles la credulidad que sería necesaria para que se persuadieran de planes, tan imaginarios como calumniosos, en perjuicio de gobernantes incapaces de malas acciones y delitos contra la autonomía y dignidad de la patria; contra mandatarios que no mancharán su nombre con infamias, ni aspirarán jamás á conquistarse los menguados honores del oprobio.
La mentira que alcanza las proporciones de fútil chocarrería y que cae en la ridiculez, no tiene partidarios sinó en uno que otro parroquiano de café, y eso por un breve momento; por lo mismo, como era de esperarse, esos decires alarmantes é inmotivados han terminado con el año, y juzgamos que como él no volverán; pues tenemos fé en el patriotismo y buen juicio de los salvadoreños.
Que el nuevo año sea feliz para la patria y que, desapareciendo todo motivo de temor y desunión, continúen nuestros conciudadanos trabajando asiduamente en la obra de su engrandecimiento y bienestar, seguros de que el jefe del Poder Ejecutivo, cooperará, por su parte, á dicho progreso y engrandecimiento, sosteniendo la paz interna, así como la buena y leal amistad con las Repúblicas hermanas de la América del Centro.
El doctor Justo Arosemena editar
Este distinguido literato y hombre público de Colombia, llegó á esta capital en la noche del 31 de Diciembre. Le saludamos con el mayor gusto, y nos felicitamos de tener entre nosotros á un huésped tan notable. Todos saben que el señor Arosemena ha desempeñado honrosísimos puestos, entre ellos el de Ministro diplomático de su patria en Inglaterra, Francia y Estados-Unidos del Norte, y que últimamente fué nombrado Ministro y Enviado extraordinario para arreglar con Venezuela la cuestión de límites pendiente entre esa república y los Estados-Unidos de Colombia.
Sabemos que permanecerá aquí pocos días, y cumplimos con el grato deber de saludarle respetuosamente, deseándole grata permanencia entre nosotros.
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