Después, Amor, que me privó tu mano
Después, Amor, que me privó tu mano de aquella vista en que vivía seguro, es vuelto en escabroso estilo y duro el mío, que antes era humilde y llano; y en tal extremo, que si el más liviano dolor que siento declarar procuro, voy por áspera peña o alto muro para haber de llegar al más cercano. La lengua al pronunciar está turbada, que en tantas tan dañosas ocasiones cada cual se le ofrece por primera: así sale la voz flaca y cansada, y tan confusa de entre mil pasiones, que de ninguna da razón entera.