El Museo Universal (1859)
Despedida
de Carlos Rubio

Nota: Se ha conservado la ortografía original.

DESPEDIDA.

Dulces memorias de placeres míos
Templad mi lira de marfil y de oro,
Y perfumad las alas de las auras
     Que han de llevar mi acento
Cual humo del incienso en sacras aras
Ofreceré mi canto á las deidades
Que de la mano un dia me llevaron
     De amor al templo oscuro.
Tú, Elisa, bella cual la casta ninfa
Nacida del perfume de las flores,
Pura como el custodio que del niño
      Vela el sueño inocente.
Tú, flor embriagadora, Filomena,
De voluptuosidad candente vaso,
Tú, cuyos ojos matan cual las nubes
     Cuando miradas fulminan.
Ambas mi vida sois; como dos alas
Levantásteis mi alma de la tierra
Para llevarla ¿al cielo ó al infierno?
     No lo sé; mas os amo.
Tú, Elisa, diste la ilusion á mi alma,
Tú, Filomena, la arrancaste de ella
Como el rocío que vertió la aurora
      El claro sol embebe.
Juntas las dos en la memoria mia
Estais como dos flores en un ramo;
Mi corazon adornan vuestros nombres
      Cual la inscripcion la tumba.
Mas fuerza me es partir. Mientras os cerca
La dicha, yo padezco... única nube
Que vuestro cielo límpido oscurece,
        - El viento me arrebata.
Fio mi vida á débil barquichuelo
En los mares del mundo, cuyas ondas
Juegan con las armadas de los reyes,
     ¿Qué será de mi vida?
¡Ay! si de la tormenta es un trofeo
Conceded una lágrima siquiera
Al que donde os dejó miraba ansioso
      Al hundirse en los mares.

                      Carlos Rubio.