Delirios de un loco


Apéndice a Mis últimas tradiciones peruanas (1910)
de Ricardo Palma
Delirios de un loco

(COLECCION DE POESIAS DE D. AnGBL FeRNANDO DE QcJIROS)


EI extranjero que recorra las calles de Lima se encontrará frecuentemente con un hombre sesentón, desharrapado, envuelto en una vieja capa de indefinible color, que entra en todos los cafés, que habia (con no poco acierto a veces) de Garibaldi y la cuestión de México, y a quien jóvenes y viejos no desdeñan escuchar. Siempre se le ve con un cuaderno de billetes de lotería debajo del brazo, lo que ha dado motivo a los zumbones para fastidiarlo con la infernal muletilla "¿se vende el gallo?" El buen hombre añade a su oficio de suertero, o vendedor de billetes de loteria, el de litigante; pues hace más de quince años que reclama ante los tribunales de Justicia la posesión de una herencia.

Manía de litigante es maldecir de los jueces. Para el que no obtiene providencia a medida de su deseo, el juez es pícaro. bruto y venal. Aconteció a nuestro personaje que un día, en los momentos mismos en que su procurador le daba noticia de un auto o decreto adverso, empezaron a mecerse los corredores del Palacio de Justicia, por causa de un fuerte temblor; y jueces y escribanos salieron asustados y pidiendo misericordia. Arreciaba el temblor en violencia, las paredes amenazaban desplomarse, y nuestro litigante, arrodillado en medio del patio, no imploraba la clemencia divina, sino gritaba: — "Señor! Señor! Que no se calme tu ira! Aquí pillaste a todos los pícaros juntitos. Conviértelos en tortilla, aunque me lleves de encuentro."

Si pregunta el curioso extranjero quién es ese individuo, le contestarán los unos que es un loco rematado, que el desaseo de su traje descubre desde la legua que está atacado de hidrofobia, enfermedad caracterizada por horror instintivo al agua, y que es un critico mordaz para quien no hay gobierno ni literato a vida. Otros dirán que es un gran poeta, un republicano de camisa limpia, y que si murmura es porque su rígida conciencia no entra en transacciones, ni es calzón de mandarin chino, ancho y holgado. Quizá todos tienen razón, aunque exageran un tanto.

El desaseo de Quirós es estudiado, y entra en sus rarísimas y extravagantes convicciones de filosofo. Como Diogenes tenia por vivienda un barril, Quirós tiene por lecho un cajon en forma de atahud. Sumergido en el, consagra sus noches solitarias a la lectura y al cultivo de su fecunda musa.

Quirós es el poeta sonetero^x excelencia. Por una taza de cafe 6 por una peseta, improvisa un soneto en plena calle. Según el, pasan de tres mil jprodigioso guarismo! los catorcenos con cuyo paternidad se enorgullece. Verdad es que de ese pielago infinito de endecasílabos, apenas podría sa- carse un centenar dignos de sobrevivir a su autor. Quiros tiene la fiebre del soneto, composicion en la que han esco- llado los mas esclarecidos ingenios.

Don liiigo Lopez de Mendoza, marques de Santillana, Ilamado en el siglo XV gloria y delicia de las musas de Castilla, no satisfecho con reproducir, en el habia que mas tarde ennoblecio Cervantes, las bellezas de Ausias March, Mosen Jordi y de los trovadores provenzales, introdujo en Espana el soneto italiano, que, segun la opinion de don Modesto de Lafuente fue, en breve, aclimatado por Boscan, y obtuvo carta de natural izacion entre las distintas combi- naciones ritinicas de nuestra poesia. Tengo para mi que el marques de Santillana llevo al Parnaso una plaga peor que las de Egipto, y que las pudorosas virgenes del Castalio coro corren peligro de ahogarse en un oceano de sonetos infelices. Entre una nube de mosquitos de trompetilla y una andanada de sonetos, elija el diablo que no yo.

Don Anjel Fernando Quiros nacfo en Arequipa en 1799, y pertenece a una de las familias mas ilustres de aquella ciudad. Uno de sus hermanos Hego a ser General en los cjercitos de la republica; y otro, el mas pretigioso de los


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abogados de nuestro foro, siendo hoy intiino la excelente coinpilacion de leyes, que publico y aiioto, obra de cons- tante consulta.

Nino era aun Angel Fernando, pues apenas contaba do- ce anos de edad, cuando, al recibirse en Arequipa la noticia de los triunfos alcanzados por Belgrano sobre las tropas realistas, abandono la escuela y el hogar paterno, con ani* mo de incorporarse en las filai insurgentes. Por desgracia 6 fortuna de nuestro yate, fue sorprendido al tercer dia de su fuga y castigado con una azotaina, de esas de padre y inuy seiior mio.

En 1857, empezo Quiros acoleccionar sus versos habien- do dado a luz, hasta hoy, cinco entrcgas bajo el original titulado de Delirios de un loco. Objeto de burla para la mu- chedumbre ignorante, nos pinta Quiros su situacion en es- te soneto:

Mi retrato.

Lanceme sin tiinon, con ardimiento, a los escollos de la niar bravia; al vuelo de mi ardiente fantasia corto espacio juzgaba el firmaniento.

Ansiaba, con heroico atrevimiento, excedera Voltaire en notnbradia, a Byron y Virgilio en arnionia, y a Pascal de los siglos ornamento.

Quise ser el priniero en este inundo, describir de los cielos la excelcncia, y bajar cual un rayo hasta el profundo;

aplausos arrancar por mi alta ciencia • . y hoy, en miserias espantosas me hundo y sufro de la chusma la insolencia!

Hasta donde sea tierno y sentimental el tono del ultimo terceto, dice el entendido autor del prologo de los Delirios, lo podran comprender tan solo las almas que agoviadas ba- jo el peso de una honda melancolia sientan su corazon tra- bajado por la malefica influencia de constantes desenganos. Toda la hiel que encierra, en sus hermosos versos, la terri- ble amenaza del implacable gibelino, la ha gustado siempre nuestro viejo poeta.


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Tu prcverai si come sa di sale lo pane altrui, e come e duro calle to scendere e salir per la altrui scale ^

Alpuno hay, sin embargo, que encuentra mas desgarra- dora amargura en este otro lamento;


^Se vende el gallo?

Quiero mi pecho herir, y no hallo espada; voy a ahorcarme despues, y encuentro gente; subo a un monte a lanzarme, e inclemente plebe al punto diviso congregada.

Marcho luego a un cafe con planta osada; me siento en una mesa diligente, y, de pronto, un mozuelo impertinente me dice ^que se lee? — respondo: nada!

De alii parto a la casa de una hermosa, me rodean, me insultan y me gritan esc gallo se vende y {tanta cosa!

Que algazara! que risa! que repitan! Cumplen con lo mandado . . jsuerte odiosa! iCuanto me martirizan y me agitan!

Como ha v:sto el lector, Quiros no es un poeta muy rico en rimas ni muy fecundo en imagenes.

Aunque descuidado en su persona e indiferente para con los que lo rodean, parece que Quiros no ha sido siempre de hielo a los atractivos de la muger. Juzguese de sus inspi raciones amorosas por esta muestra:

Lucha.

Mil veces a tus plantas he coriido, volvi atras otras tantas asombrado, torne con mas empeiio e irritado jure salir triunfante, y fui vencido.

Si no fueia en mi impulso detenido, belleza celestial, dueno adorado, recojiendo tu aliento perfumado el mio rendiria enternecido.


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^Pero que me detiene, Elvira mia? un genio impio, la horrorosa suerte que prolonga y aumenta mi agonia.

Per eso invoco sin cesar la muerte, me ve iloroso el sol, la noche umbria! Cuanto sufro mi bien por merecerte!

La suerte de Polonia, esa heroica tribu de bravos para quienes la esperanza nunca muere, inspiro a Quirds el mas entusiasta de sus cantos. Es a la vez un grito de gucrra y una gota del consolador rocio del cielo lanzada sobre la frente de ese aherrojado pueblo:

A Polonia.

^Cuando saldras del sepulcrai letargo, Polonia, orgullo de la tierra un dia? ^cuando tu diestra que ostento energia tornara en gozo el cautiverio largo?

<iSiempre del caliz beberas amargo, junto a la orilla de la tumba fria, bajo la lanza de la hueste impia que de un jay! te hace ligoroso cargo?

Y lloras, floras tu pasada gloria, como Isrrael por su Sion querida al verse csclava y de la tierra escoria.

^Sucumbiras por el dolor rendida? no! . . . lograras la singular victoria! brillara el sol de libertad, de vida!

Este es, en nuestro concepto, uno de los mejores y menos incorrectos sonetos del vate arequipeno. Repetimos, que en los Deiitios de tin loco hay versos muy malos; peroacos- tumbrados a ser poco exigentes en las obras del arte, nos sentimos satisfechos cuando, entre cien composiciones, en- contramos alguna de positivo merito. Por otra parte, escri- bir buenos sonetos no es tan hacedero como se cree; y en ^ste genero de poesia, la inspiracion se encuentra seriamente « trabada por la tirania de la forma. Seamos, pues, indul- { ntes con los sonetos imperfectos, y tributemos sincero ' ►lauso a los pocos que alcanzan a llenar las exigencias del I len gusto y de los preceptistas,

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Entre los sonetos de Quiros, los que vamos a trascribi nierecen justiciero elogio;


Al Redentor.

Y en sombra, siendo luz, te convert iste? y de infinite en victima inmolada? y del seno del Padre, a esta morada, sin igual bienhechor, bajar quisiste?

Angustias y martirios padeciste de un hombre por la prole infortunada, y en cruz para el infame destinada libertad, igualdad, nos prometiste.

Se turba al verte la falange impia; se oculta raudo el astro rubicundo; salen los muertos con la faz sombria;

se estremecen los senos del profundo, y la ancha creacion clama aquel dia — murio Jesus, el Redentor del mundo!

Pasa con este soneto lo que con el famoso catorceno de Quevedo a una nariz, Es tan bueno el primer verso que, a su lado, son palidas las imagenes y expresion de los trece restantes.

Despedida.

Adios, Campinas de mi patria hermosa, dulces ensuenos de mi bien perdido! Adios, recuerdos de mi Abril florido, extasis breves de una cdad dtchosa!

Adios! Me ausento con la faz llorosa de lo que un tiempo mi consuelo ha sido . . ! OS abandono de dolor transido . . ! sono la hora de la ausencia odiosa!

Adios, repito por la vez postrera, caras reliquias del hogar paterno donde estrechaba al que su ser me diera, y hurt6 el aliento del amor materno , . • Sed dulce alivio en mi existencia fiera, ya que mi dicha se troco en infierno.


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Escasas en numero son las composictones de Quiros en otro metro que no sea el embarazoso soneto. Las mas no- tables son la titulada Maldiciones al Sol, escrita en versos de catorce silabas, y un Himno al amor^ en saficos.

Por conclusion, formulemos sinteticamente nuestro juicio sobre los Dclirios de un loco. Si su autor no es gran poeta, si no le es dado alcanzar a puesto culminante entre los lite- rates del Peru, no es tampoco merecedor de insultante des- den y de que sobre su libro se haya hecho la conjuracion del silencio. Quiros, en el campo de las letras, es una hu- milde pero apreciable mediania; un buen soldado raso que no ascendera a oficial.

Irritese, en buena hora, contra nosotros el poeta anciano en quien, aunque reconocemos muchas virtudes, no es la modestia la que lo hard ganar el cielo; mas, colocados en la condicion del critico, tenemos que ser severos. Con e.ste articulo hemos querido romper la conjuracion del silencio, y nada mas. Nuestra opinion no es un evangelio ni nace de una autoridad. Buena 6 mala, es hija de nuestra humil- de conciencia literaria y del deber que nos hemos impuesto, en medio de los sufrimientos del ostracismo, de dar a cono- cer en el extrangero a los que, en el Peru, cultivan las bellas letras, tarea que, sin darnos cuenta acaso, nos hace vivir en los horizontes de la pati ia.


En Mayo de 1861, publicamos el articulo que precede en un periodico literario de Valparaiso.

Un aiio despues, agolpabase curiosa muchedumbre a la pueita de una misera habitacion en una de las calles menos frecuentadas de Lima, inmediata a la Alameda de los Des- calzos.

El inquilino acostumbraba salir a las siete de la manana; cran las once, y alarmados los vecinos resolvieron dar aviso a la autoridad, y esta mando descerrajar la puerta.

En el humilde cuartucho veianse algunos libros esparci- OS por el suelOy un candelero,.y el cajon que servia de le- ho al Diogenes peruano.

Dentro de aquel cajon yacia el cadaver de Angel Fernan- o de Quiros, que acababa de morir repentinamente.