Del señor Moller de Berg: A propósito de un pasquín


20 de Julio de 1916, El DIA

Articulo

Del señor Moller de Berg: A propósito de un pasquín


Señor Director de EL DIA. –A titulo de curiosidad le adjunto un ejemplar autentico de la circular que ha sido profusamente repartidas en todas las unidades del Ejercito, dirigida bajo sobre cerrado a todos sus jefes y oficiales. Si fuera cierto que por el estilo se saca al sujeto, este pasquín seria el puntillazo definitivo de esa pobre causa anticolegialista: es que hay causas cuyos peores enemigos son sus propios defensores. Y como será de mala esta, cuando sus heraldos, que nada tienen que perder sin embargo, se avergüenzan de suscribir sus alegatos!

Yo no voy, naturalmente, a defenderme contra los brutales ataques que tan estúpidamente me dirigen. El mejor elogio de mi persona es el anatema de semejantes sujetos: si me alabaran, entonces sí podría alarmarme ¡palabra de honor!

Una sola cosa me tiene preocupado: estos incógnitos aseguran que solo dos oficiales aceptaron con buenas mis opiniones procolegiado en sus relaciones con el Ejercito; esto seria, en realidad, gran lastima, si fuera verdad (y qué lejos está de serlo!) y como yo anhelo de veras el bien de los que por tantos años fueron mis compañeros, les dedicare esta nueva exposición de ideas. Pero yo me siento orgulloso de mi causa y sobre todo muy por encima de las bellaquerías de los que pretenden herir a mansalva: el anónimo me repugna: en lo bueno y en lo malo quiero ser responsable de mis actos.

He buscado con minucioso afán, en el pasquín de marras, un argumento que justificara la razón de sus “poses” de melodrama; he procurado saber en qué se fundan para atacar tan groseramente ideas que ellos son incapaces de comprender: pero no lo he encontrado. No existe: y ésta es precisamente la fundamental diferencia entre nosotros los colegialistas y estos anticolegialistas: mientras nosotros exponemos con altura nuestras opiniones ante nuestros compañeros de Ejercito, para que las mediten y aquilaten, ellos, reparten brulotes insultantes, llenos de procacidades, pero absolutamente desprovistos de argumentos. Creen impresionar con frases rebuscadas de oradores de arrabal y resultan cómicamente ridículos: y lo peor es que no se dan cuenta que solo sirven para hacerles el caldo gordo a sus dirigentes... y provocar picantes comentarios. Y es para temblar de vergüenza el solo pensar que en nuestro Ejercito de donde han salido tantos bravos (y no de opereta) pueda haber quien aconseje con entusiasmo que concurran a las urnas y voten, por la “absoluta seguridad” de que nadie sabrá por quien votan! Que altivez! Que escuela de civismo! La cultura de la cobardía y de la hipocresía erigida en dogma! Y son estos, los que villanamente escondidos en el anonimato, se atreven a censurar brutalmente a los que no cometen mas delito que el no pensar como ellos!

He asegurado e insisto en asegurar con la mas profunda convicción, que solo tendremos Ejercito, en su acepción científica, cuando este, como en todos los países organizados, tenga su autonomía: es decir, cuando sea regido por autoridades propias y éstas procedan de sus propias filas. Y esto no sucederá jamás mientras tengamos el actual sistema de Gobierno, ya que por nuestra legislación militar, el jefe supremo del Ejercito es el propio Presidente de la Republica. En sus manos esta crear y destruir el porvenir de un oficial. Un gesto suyo basta para llevar cualquier imbecil a la mas alta categoría. Si el propio autor del pasquín hubiera sido capaz de dirigir lo que escribió, hubiera notado que defiende un sistema de Gobierno al cual, sin embargo, según él, debe el Ejercito todas sus desgracias. Por lo demás estas opiniones que expongo no son puramente mías. Son las de todos los oficiales serios que he consultado: de los que aman de verdad su profesión a la que dedican sus mas sanas energías en el silencio de la sala de estudio, sin declaraciones ni charlatanerías insustanciales.

El sistema de Gobierno Colegiado, si no anula completamente, por lo menos limita mucho esa fatal influencia política que ha sido la causa del fracaso de tantos jefes y oficiales cuya inteligencia y preparación les auguraba un brillante porvenir; descontada la misión política que hoy, directa o indirectamente pesa sobre el Ejecito, podrá este dedicarse de lleno a sus trabajos, sin mas preocupación que el cumplimiento de sus deberes profesionales y serán los que realmente valen los que triunfaran y no aquellos que cuenten con mas influencia, ya que solo el merito de cada uno, en su esfera, justificara sus adelantos: pero, precisamente estas son las causas por las cuales los autores de la circular anónima miran con horror el Colegiado: se sienten incapaces para la lucha, para la emulación y prefieren, lógicamente, la perpetuación de un sistema dentro del cual esperan, algún día, a la sombra de esa misma influencia nefasta, el pago de sus trabajos, no militares, sino políticos: y llevan su insanía, ellos que hablan de moral y honor militar, hasta proponer a los jefes y oficiales la traición! En el orden civil, el estrabismo mental; en el orden militar, la subversión!

Y estos son los que pretenden seriamente indicar derroteros, haciendo de la traición y de la apostasía su santo y seña! –F.Moller de Berg.

Julio 18 de 1916.