Del oro, como muchos, no dependo

Del oro, como muchos, no dependo
de Tomás de Iriarte


 Del oro, como muchos, no dependo,   
 Fabio, pues ni le guardo ni codicio;   
 ni dependo jamás del vulgar juicio,   
 pues dar a luz mis obras no pretendo.   
 
 Del sexo mujeril casi no pendo,  
 pues amo por placer, no por oficio;   
 y aun menos de la corte y su bullicio,   
 pues de fingir y de adular no entiendo.   
 
 Solamente dependo de la muerte,   
 ya que discurso no hay ni diligencia  
 que de su despotismo nos liberte.   
 
 Mas la espero sin miedo y con paciencia,    
 vivo sin desearla; y de esta suerte,   
 amigo, se acabó la dependencia.