Del Plata al Niágara/Prefacio

Nota: Se respeta la ortografía original de la época
PREFACIO

Algunas de estas páginas han visto la luz en La Nación de Buenos Aires, otras en La Biblioteca; el resto es inédito. Por lo demás, tienen todas ellas idéntica procedencia: han sido redactadas sobre apuntes personales, tomados durante el mismo viaje y sin hacer mucha cuenta de la opinión exterior. No espere, pues, el lector informarse aquí de impresiones ajenas, sino de las mías.

Escribo el prefacio de este libro sin haber visto reunidos jamás ni conocido por su orden todos sus capítulos; pues está demás advertir que la lectura tropezosa y fragmentaria de las pruebas, lejos de suministrar un buen elemento de juicio, tiene por efecto saturar de su prosa al enervado autor, inhabilitándole para volver á leerse impreso en mucho tiempo. No creo, sin embargo, que la parte inédita sea más débil que la que fué recibida con indulgencia, y tal vez suceda que los defectos de una y otra se atenúen en el conjunto. De desear sería que el escritor observase el precepto de Horacio, estacionando su obra recién nacida hasta que, olvidado de los «trabajos de Lucina», pudiese juzgarla con relativa imparcialidad y corregirla con acierto. Por mi parte soy bastante propenso á seguir el consejo; pero acaece que, una vez guardado en la gaveta, casi no hay manuscrito que vuelva á salir. Tengo la satisfacción de ser un autor inédito de gran avío y reserva. ¿Qué necesidad de exhibir el pensamiento, si el único deleite está en pensar? Lanzar una astilla más á la corriente que pasa... ¿Para qué, para quién?

Á no bastar la experiencia de los años, sería suficiente la de mi oficio de bibliotecario para enseñarme la vanidad de estas protestas contra el invencible olvido. Debemur morti. Repletos están esos armarios de obras maestras que yo mismo no he leído ni leeré jamás. Durante el período veintenario del desarrollo mental, no se alcanza á leer realmente dos mil volúmenes; y apenas si se utiliza una décima parte de esos ingesta, eliminándose por inasimilable el resto de la materia alimenticia. Dedúzcase, además, la masa de lecturas inútiles, de frívola curiosidad ó manía erudita, fuera de las nocivas, que destejen el tejido anterior y, con nuevas opiniones sugeridas, agravan la servidumbre del espíritu. Más tarde, se cata uno que otro libro, para comprobar que casi todos se repiten.

Es gran consuelo de no poder leerlo todo, la conciencia de que fuera vana la empresa imposible. Una biblioteca es ante Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/8 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/9 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/10 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/11 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/12 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/13 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/14 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/15 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/16 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/17 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/18 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/19 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/20 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/21 Página:Del Plata al Niagara - Paul Groussac.pdf/22