Declaraciones del presidente de Chile Carlos Ibáñez del Campo a “La Nación” de Buenos Aires


Declaraciones del presidente de Chile Carlos Ibáñez del Campo a “La Nación” de Buenos Aires.


La política de Chile había caído en una confusión que exacerbaba y agravaba la irresponsabilidad de un Parlamento compuesto por nucleos sin ideal patriótico y destituidos del deseo de servir al bien público. La gravedad de ese estado debía terminar fatalmente en una crisis, ya que los partidos tradicionales se negaban a penetrarse de su misión y sólo tenían en cuenta sus beneficios... Entre nosotros la crisis fue una simple alteración del sistema imperante. No se quiso en ningún momento poner la política en manos de los militares, en crear un estado de fuerza. Se consideró imprescindible sustraer al gobierno a las influencias malsanas de un parlamentarismo descompuesto e incoherente... Las objeciones que se me hacen no provienen de la masa del pueblo, sino de los nucleos profesionales políticos...Ese temperamento disolvente en todos sus matices, dminaba tanto en los partidos de izquierda como en los de derecha. Con semejantes agrupaciones, movidas ya por su apasionamiento, ya por sus prejuicios de tendencias, no era posible realizar nada conveniente para la República. Y tuve que valerme lógicamente de métodos de acción distintos para devolver a la nación la tranquilidad interior a fin de que el gobierno pudiera consagrarse al estudio de los problemas urgentes. Los problemas económicos de Chile y los problemas sociales revisten un carácter singularmente agudo. Esos problemas nunca interesaron singularmente a los partidos conservadores o liberales, sino desde el punto de vista del provecho electoral. Las leyes que se habían sancionado reflejaban las deficiencias y la falta de conexión con que trabajaba el parlamento o, si se quiere, la anarquía de los partidos...Las reformas sociales no conocían de un sentido cabal de justicia. Agredían al capitalismo para halagar a las masas obreras y a los comunistas o lesionaban el derecho de los obreros para favorecer un sentimiento de clase igualmente censurable. He logrado reprimir enérgicamente las actividades del comunismo y me propuse , a fin de poder gobernar, eliminar con mano firme a los que se habían trazado como único objeto de su acción pública impedirlo con todos los medios a su alcance...Esas medidas (destierros y otras) son ineludibles. Se ha hablado de los políticos profesionales. Poseen el arte de la oposición. Tienen una habilidad increíble para enredar las cosas, para propalar rumores inquietantes, para tergiversar lo mas sencillo...no se puede confiar en su colaboración...los partidos a que pertenecen no perciben los síntomas de la transformación nacional y se obcecan en una línea de conducta que los torne en factores anacrónicos. Son escolásticos, nublados por un doctrinarismo cerradoy no ven que el pais marcha por una senda distinta...Quieren, cuando son extremistas, la persecución de la industria y el capital, sin advertir que la destrucción de la riqueza y la paralización del progreso repercutiría inevitablemente en perjuicio de aquellos a quienes pretenden redimir. A su vez los conservadores no han aprendido todavía de que en la organización moderna de la sociedad no se puede sustraerse a la idea de justicia social y conciliar los intereses opuestos con un concepto equitativo que es al fin y al cabo lo que dicta la razón y lo que aconseja la prudencia... Soy partidario del gobierno fuerte porque lo amerita la situación del país... He deportado y relegado a elementos que consideraba perturbadores para la paz social. El país se ha tranquilizado y el Parlamento delibera libremente y trabaja con eficiencia...