Albo de nieve el oso moscovita

vino al encuentro del león germano;

gruñe el león, el oso se encabrita

y alza el felpudo ariete de su mano.


Hiere el oso al león, truena un rugido,

cae el león sobre la blanca fiera;

la sangre corre; el oso, mal herido,

parte, torna a sus témpanos... y espera.


Hoy vuelve el oso –ya cicatrizada

la martirizadora dentellada–

en busca del león; al verlo apenas,


¡salta sobre él con redoblado brío.

El león se retuerce hosco y sombrío...

le está arrancando el oso las melenas!